En una circunstancia histórica en la cual estamos desbrozando los primeros momentos del siglo XXI, y en la cual conceptos como globalización, multiculturalidad, redes mundiales se convierten en realidades cotidianas, una actitud moderna, abierta y tolerante asume, en el ámbito de la cultura la necesidad de combinar la exigencia de la innovación, la creación más vanguardista, con la protección de todas las formas y manifestaciones de las culturas tradicionales de todos los pueblos del Mundo, cuya variedad y riqueza constituyen un patrimonio común de toda la Humanidad, sin que nadie pueda atribuirse, con carácter exclusivista, su puesta en valor.
Así mismo, la evidente evolución existente en el ámbito de la creación cultural, pone de manifiesto la cada vez más frecuente e interesante mezcla y mestizaje de propuestas, tanto de la tradición y de la innovación, como la que realizan entre sí, las diversas aportaciones realizadas por las culturas de las diferentes realidades etnográficas de nuestro planeta.
Las sociedades modernas aceptan ya, de manera generalizada, que el patrimonio cultural, histórico, etnográfico, artístico, socio-económico, etc… desarrollado por cada pueblo a lo largo de su devenir temporal, constituye un conjunto de elementos esenciales que conforman la aportación global de la Humanidad. De este modo, así como el conjunto de la Humanidad acepta como valores que deben ser defendidos de manera universal, los derechos individuales de las personas, los derechos colectivos de los pueblos, la preservación del Medio Ambiente, la articulación de alternativas de desarrollo sostenibles, la plena igualdad entre los géneros, o la práctica de mecanismos que garanticen la justicia norte-sur, de igual manera, la preservación de las manifestaciones culturales endógenas de los diferentes pueblos se constituye en un compromiso general de la comunidad internacional.
La desaparición de una lengua minoritaria, de una determinada manera de realizar un peculiar tipo cerámico, de una manifestación de la indumentaria popular, o de un instrumento de música popular, constituyen ya una pérdida para el conjunto de la Humanidad del mismo calibre que la eliminación de una especie vegetal, de una población indígena, de un yacimiento paleoantropológico o de unas estatuas artísticas.
El conjunto de las creaciones y manifestaciones culturales que conforman el rico y variado patrimonio de la cultura tradicional y popular de Burgos, es fruto de la realidad social, económica e histórica de nuestro pueblo, se ha enriquecido con múltiples aportaciones y evidencia una continua evolución y puesta al día, desde el respeto a su entidad centenaria.
Nuestra cultura tradicional popular, que se incardina de forma natural en el ámbito plural de la cultura de raíz castellana, se nutre del heterogéneo y variado conjunto de manifestaciones que conforman nuestra peculiar y particular aportación a la etnografía y la cultura popular de la Humanidad. Dentro de la misma encontramos elementos como las danzas, las coreografías y canciones, los instrumentos musicales, la indumentaria, las fiestas populares, la orfebrería, la artesanía, la gastronomía, la terminología lingüística, la arquitectura popular, las tradiciones orales, los elementos de la vida cotidiana, las piezas asociadas a los viejos oficios y prácticas productivas, etc…
En todo el conjunto de manifestaciones etnográficas, los burgaleses podemos expresar, con sano orgullo y alejados de cualquier tentación chovinista o excluyente, que nuestro patrimonio cultural tradicional de raíz castellana, es rico, variado, plural y de enorme interés sociológico y científico. Así pues su preservación y divulgación se constituyen en una obligación para el conjunto de la sociedad y de sus instituciones representativas.
Mal podremos evidenciar nuestro compromiso con la cultura, con la creación artística, y con las aportaciones que se realizan desde otras realidades planetarias, si no somos capaces de poner en valor y potenciar el patrimonio cultural y etnográfico de nuestra tierra y de nuestras gentes, verdadero germen de nuestra auténtica identidad, verdadero código genético de lo que somos (en expresión de las modernas y prestigiosas empresas consultoras).
Pero la riqueza cultural tradicional y popular de raíz castellana en Burgos no es un elemento arcaizante, destinado a su veneración en las urnas de los museos. Por suerte, constituye una manifestación social de extraordinaria solvencia y pujanza, capaz de un enorme poder movilizador, y con el cual se autoidentifica la práctica totalidad de la población.
El amplio, variado y populoso número de colectivos, grupos, asociaciones y entidades dedicadas, desde la más plural de las perspectivas, que hacen del estudio, divulgación y creación en el ámbito de la cultura tradicional burgalesa y etnografía de raíz castellana, su razón de ser, evidencia la penetración social de esta realidad cultural. Son casi 6.000 las burgalesas y burgaleses que están asociadas actualmente, participando cívicamente, dentro de este tejido asociativo, mientras que otros 25.000 ciudadanos han estado vinculados durante los últimos 20 años a estas fórmulas asociativas culturales. Obviamente, la práctica totalidad de la sociedad burgalesa disfruta, valora y se autoidentifica con estas manifestaciones de nuestra cultura popular.
Finalmente, el tejido asociativo vinculado con la cultura tradicional castellana, ha evidenciado y evidencia un innegable compromiso con la defensa de los valores ciudadanos de Burgos, colaborando de forma abnegada, voluntaria y altruista en la organización de los más variados eventos festivos, culturales y sociales, tanto de la ciudadanía burgalesa como de las instituciones públicas, actuando de manera efectiva como los mejores embajadores de nuestra ciudad, no sólo por todos los rincones de nuestro país, sino también por toda la geografía de los cinco continentes.
Por todo lo cual, al Pleno del Ayuntamiento de Burgos se solicita que adopte las siguientes resoluciones: