Castilla nos une

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Castilla y el primer Villalar

Comienzo de la novela «Castilla y el primer Villalar de 1976», de Juan Pablo Mañueco.

Una novela sencilla y sin complicaciones, porque a veces, en otras novelas, reconozco que me convierto en un poco barroco y complicado.

Capítulo I.
El viaje de cuatro amigos
 
EL DOMINGO 25 DE ABRIL DE 1976 amaneció claro, radiante, luminoso, vivo y soleado, como si el astro rey quisiera mostrarse alegre y satisfecho del cargo que tenía, como jefe absoluto del sistema planetario que giraba a su alrededor, y como si no deseara perderse la belleza del comienzo de la primavera en el hemisferio norte del planeta Tierra, concretamente a la altura de una península situada al sur de Europa, en un país llamado España y más exactamente a la altura de su capital, Madrid.
 
Si hubiéramos de situar España en su contexto histórico de aquellos días, diríamos que  se encontraba empezando la Transición desde el Régimen de Franco a otro sistema político que aún no se sabía cuál iba a ser, cinco meses después de la muerte del General, ocurrida el 20 de noviembre del año anterior.
 
El país se hallaba en el primer año de la monarquía de Juan Carlos I de Borbón, que había sido proclamado “rey de España” ante las Cortes de la nación.
 
Ese mismo mes de noviembre del año anterior, el Sahara Occidental, que tenía la consideración legal de provincia española, había sido invadido por Marruecos, en lo que se llamó la “Marcha verde”, o entrada en sus fronteras de población civil marroquí, con apoyo de las Fuerzas Armadas Reales marroquíes, aunque la acción de ocupación ilegal concluyó a los pocos días.
 
Dos meses antes del inicio de nuestro relato, el 26 de febrero de 1976 el representante de España ante las Naciones Unidas comunicaba que el Gobierno español daba por terminada definitivamente su presencia en el territorio, pero matizando que la descolonización culminaría cuando la opinión de la población saharaui se hubiera expresado válidamente.
 
Tras la retirada de las fuerzas españolas, Marruecos ocupó militarmente la zona septentrional y oriental del territorio y Mauritania la meridional. El Frente Polisario, que llevaba algunos años practicando la guerra de guerrillas contra España proclamó por esos días la República Árabe Saharahui Democrática.
 
Internamente, España conocía, por otra parte, un periodo de terrorismo dentro de sus fronteras, con atentados de miembros de las bandas terroristas ETA y del FRAP, a las que se unió un nuevo movimiento armado revolucionario más. El 1 de octubre de 1975 la nueva organización armada GRAPO había asesinado a cuatro miembros de la Policía Armada.
 
Por esas fechas, era el presidente del Gobierno de España Carlos Arias Navarro, último presidente bajo la Jefatura del Estado de Franco y primer presidente del Gobierno con el rey Juan Carlos I, cargo que ocuparía hasta el 1º de julio de ese mismo año de 1976, en cuyo mes tomaría las riendas políticas del país Adolfo Suárez.
 
Aquel domingo luminoso, vivo y radiante, en la calle Ramiro de Maeztu de la Ciudad Universitaria de Madrid, a las 9 de la mañana habían quedado citados cuatro personas de pocos años de edad, en la plena primavera no sólo del año sino de su vida y en la flor de su edad.
 
Ninguno de ellos pasaba de los veintitrés años, que tenían los dos mayores, ni bajaban de los veinte que tenía la única muchacha que junto a ellos estaba, mientras que quien iba a conducir el automóvil que les llevaría a destino, de nombre Juan, alcanzaba la edad de veintiún años.
 
(…)
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