Burgos ya percibe los efectos del Cambio Climático; en los últimos diez años estamos asistiendo a los veranos más cálidos del registro meteorológico. En Agosto de 2003, se registró la máxima histórica de nuestra ciudad: casi 39ºC, coincidiendo con la mayor ola de calor que recuerda nuestra ciudad y el mes de Julio que acabamos de clausurar nos ha ofrecido nuevos hitos: hemos tenido la temperatura máxima mensual media más alta, casi 32ºC, y la mínima mensual media más alta, más de 14ºC. Las hipótesis del Informe Preliminar sobre el Impacto del Cambio Climático en España, presentado hace dos años se están cumpliendo, y hay que recordar que vaticinan para Burgos, en 75 años, similar al actual de La Mancha, y que nuestra Sierra de La Demanda tendrá unas condiciones climáticas similares a las de la Sierra de Alcaraz.
Podemos seguir comportándonos como si no pasase nada, pero el Cambio Climático que estamos provocando ya está aquí. Hasta hace poco existía debate en el seno de la comunidad científica internacional, acerca del Cambio Climático; hoy ya no, casi todos aceptan que es una realidad incuestionable. El Clima de la Tierra está cambiando, y lo está haciendo con rapidez; además la causa está clara: se está produciendo un paulatino calentamiento del planeta, debido al incremento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, emitidos por la acción del hombre desde el comienzo de la Revolución Industrial.
Es importante reconocer que cambios en el Clima de la Tierra, se han producido muchos e intensos a lo largo de los 4.500 millones de años de historia del planeta, algo evidente por el estudio del registro geológico; la singularidad del episodio actual se centra en que el calentamiento actual es extraordinariamente rápido, y además es responsabilidad de las acciones de los seres humanos.
Recientemente la Universidad de Burgos ha tenido el acierto de realizar un Curso de Verano, dentro de su programación docente estival, dedicado a un tema ambiental claramente emergente, como es el Cambio Climático; esta circunstancia ha permitido reunir en Burgos a algunos de los expertos en esta materia de los centros de investigación y universidades más relevantes del país.
Aunque el hombre actúa sobre el Medio Ambiente a través de numerosos procesos (emisión de contaminantes, agresiones a ecosistemas, procesos urbanizadores, deterioro de la capa de ozono, deforestación, etc…), por lo cual a muchos científicos les gusta más la expresión Cambio Global, que Cambio Climático, son muy claras las acciones humanas responsables del incremento de temperaturas en la Tierra: la emisión de gases a la atmósfera que provocan el denominado efecto invernadero, muy especialmente el dióxido de carbono. La quema de combustibles fósiles (como el carbón, el petróleo o el gas natural) para la producción de electricidad o el transporte, la liberación del carbono inmovilizado en los suelos o en los vegetales, por la deforestación y la desertificación, la generación de dióxido de carbono en la fabricación del cemento y en la calcinación de las rocas calizas, son algunas de las fuentes antrópicas del incremento del CO2 atmosférico.
Si la realidad del Cambio Climático ofrece pocas dudas, también sus consecuencias empiezan a ser bastantes claras; estos fenómenos afectarán a los océanos, provocando un deshielo de los casquetes polares y el incremento del volumen del agua marina, elevando el nivel de las aguas marinas y afectando a las zonas costeras, donde se concentra la mayor parte de la población mundial; simultáneamente, las aguas del mar se están acidificando, lo que actúa muy negativamente contra los delicados ecosistemas coralinos. Mayores incógnitas existen sobre el impacto del Cambio Climático sobre el régimen de las corrientes oceánicas, cuya modificación traería efectos catastróficos e escala planetaria.
El Cambio Climático está igualmente asociado a enormes presiones sobre los ecosistemas y la biodiversidad; algunas especies animales y vegetales se beneficiarán de las nuevas condiciones ambientales, pero es obvio que muchas plantas y animales, que manifiestan una notable vulnerabilidad a las modificaciones de sus hábitats, no podrán adaptarse: es un hecho que estamos viviendo un proceso gradual de extinción de numerosas especies.
El Cambio de nuestro clima vendrá condicionado por nuestra posición en el planeta; en el interior de la península ibérica, parece claro que los diferentes escenarios que nos ofrecen los modelos de simulación climática avanzan un incremento de las temperaturas, más en verano que en invierno, y más las nocturnas que las diurnas; los fenómenos extremos serán más frecuentes y más intensos (olas de calor, sequías, inundaciones, vientos,…), los recursos hídricos disminuirán y los ecosistemas que no se adapten a estos cambios desaparecerán.
La alarma científica ante el Cambio Climático solo se ha trasladado tenuamente al ámbito institucional y político; así, el denominado Protocolo de Kioto, suscrito en 1997 para reducir en el horizonte 2010 las emisiones humanas de gases de efecto invernadero en un 5% respecto a las emitidas en 1990, finalmente ha entrado en vigor el año pasado, sin ser ratificado por los Estados Unidos, principal emisor de estos contaminantes. El impacto del cumplimiento del Protocolo de Kioto sobre los fenómenos que ha desencadenado el Cambio Climático será insignificante; la mayoría de los científicos exigen reducir ya las emisiones de CO2 en un 70% respecto a las emitidas en 1990: un sueño con el modelo económico actual.
En nuestro país, el máximo incumplidor de las previsiones de Kioto de la Unión Europea (emitimos actualmente el 153% del dióxido de carbono que emitíamos en 1990, y para el 2010 deberíamos emitir solo el 115%), las cosas van claramente mal, dado que se asocia el insaciable incremento de la voracidad energética, con un tímido desarrollo de las energías renovables, y un desbocado sector urbanístico (850.000 viviendas nuevas cada año), que cataliza un continuo incremento de las emisiones del transporte. Las acciones de los ciudadanos en esta materia se convierten ya en una urgente necesidad, limitando el despilfarro energético, reclamando el desarrollo de las energías renovables, muy especialmente la biomasa y la solar, frenando el uso irracional del vehículo propio, y restringiendo los procesos de desarrollismo urbano.
Luis Marcos,
Profesor de la Universidad de Burgos.