Castilla nos une

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CASTILLA NACIONALIDAD OLVIDADA. Jesús María Rodríguez. (18/09/2001)

CASTILLA NACIONALIDAD OLVIDADA
Jesús María Rodríguez

Generalmente se admite, dentro del Estado español, que nacionalidad histórica es aquella que tiene una lengua y cultura propia, tradiciones autóctonas, trayectoria histórica diferenciada y colectiva y una idiosincrasia específica.
Con esta definición no cabe duda de que no sólo a Cataluña, País Vasco o Galicia se les puede considerar nacionalidades históricas, sino que también a Castilla.

Castilla desde su nacimiento ha tenido una lengua propia y una cultura claramente diferenciada de otras de la península Ibérica. Igual cabe decir de sus tradiciones.

La historia de Castilla ha sido claramente «diferente» de la de los otros pueblos peninsulares y mucho más rica y dinámica, hasta tal punto que se llega a confundir la historia de Castilla con la de España.

La idiosincrasia, la psicología del castellano es radicalmente distinta a la de un catalán, un andaluz o un murciano.

Todas estas características unifican y constituyen a un mismo pueblo. Y a este pueblo de Castilla definido y enraizado en aplicación estricta de la Constitución Española, nadie puede negarle la consideración política de País o Nacionalidad.

A pesar de lo anteriormente expuesto, en la distribución autonómica del Estado español no se tuvieron para nada en cuenta estas características de Castilla.

Y no sólo no se la consideró como una nacionalidad histórica, sino que, como si de un pastel se tratara, nuestros políticos dividieron al País Castellano en cinco regiones -Castilla-León, Cantabria, Rioja, Madrid y Castilla-La Mancha-, según ellos sin nada en común entre todas ellas.

Esta división absurda (pues, ¿qué diferencia a un conquense de un soriano o a un toledano de un santanderino?) trajo consigo aspectos más absurdos todavía, como inventarse nombres para las nuevas regiones y nuevos símbolos de «marketing», olvidando por completo la historia.

En cuanto a los nombres, los habitantes de la Castilla situada al sur del Sistema Central tenemos que soportar ese engendro llamado Castilla-La Mancha. Nombre que es una tautología o repetición ya que La Mancha es una comarca de Castilla, al igual que lo son La Alcarria y La Serranía. Por lo tanto, al decir Castilla estamos hablando de todas sus comarcas, incluida La Mancha.

Es interesante imaginar que si, siguiendo la misma política de «bautizos» regionales, a Cataluña se la hubiera llamado Cataluna-El Ampurdán, lo más probable es que los catalanes hubieran puesto a sus políticos en el sitio que se merecían por tamaña incongruencia.

En Castilla debido a la falta de concienciación de nuestro pueblo, lo hemos aceptado con la mayor indiferencia.

José María Rodríguez

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