Castilla nos une

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EL SECRETARIO PROVINCIAL DEL PCAS-GUADALAJARA ESCRIBE PARA RESPONDER A RAÚL CONDE. (Mayo 2010). (30/05/2010)

CARTA A EL DECANO DE GUADALAJARA

Mi nombre es José Manuel Sanz, Secretario Provincial del Partido Castellano (PCAS) en Guadalajara. Les escribo en relación a su reciente publicación del periodista Raúl Conde, titulada «orgullo local». En respuesta a la opinón de este caballero me gustaría dar humildemente la mía propia si tienen a bien publicarla, lo que les ruego encarecidamente, ya que siempre es bueno, en democracia, dar diversas visiones sobre un mismo hecho, como es el orgullo local, en este caso:

En respuesta a Raúl Conde:

 

He leído el artículo sobre Raúl Conde acerca del «orgullo local», y me gustaría hacer algunas observaciones. Este caballero afirma algo que creo ser completamente verdad: «esta región nació gracias a la promulgación de un Estatuto y una Constitución». Por supuesto, fue así, por lo que queda completamente desvinculada cualquier ligazón de esta autonomía con nuestra historia y nuestro pasado común, lo que la convierte en un ente administrativo dado de arriba abajo, sin refrendo regional y sin el consentimiento de su pueblo. Respecto a aquellas afirmaciones que venían en decir: «en Castilla-La Mancha el sistema autonómico ha sido útil y eficaz porque ha servido para hacer visibles carencias que antaño permanecían ocultas»; me gustaría hacer la siguiente valoración: si para lo único que ha servido este ente autonómico es para que los castellanos veamos las carencias de nuestra tierra, magro consuelo, ya que no son necesarios 28 años de engaños, mentiras históricas y campañas propagandísticas con el dinero de todos para hacernos ver nuestras carencias. No nos crea tan poco inteligentes como para no saber verlo por nosotros mismos. Quiero apuntar que la despoblación y el hundimiento de las comarcas de la Serranía y el Señorío de Molina se han agravado en estos últimos 28 años, hasta provocar un desierto demográfico con menor densidad de población que Siberia. Quizá este caballero desconozca el olvido inversor de la Junta de Comunidades en la Serranía y Molina durante los últimos 28 años, comparativamente a otras comarcas de la autonomía, especialmente una, que no voy a nombrar aquí. Usted conoce la situación de nuestro patrimonio cultural y arquitectónico, con castillos y fortalezas que se caen a pedazos, mientras los planes turísticos brillan por su ausencia o por su vacuidad. Es posible que Don Raúl Conde no se haya planteado la necesidad de convertir a la N-211 en autovía para crear un eje de mercancías y viajeros alternativo a la N-III con Levante, y revitalizar así la comarca de Molina. Las inversiones del gobierno central en esta comarca en los últimos años son para echarse a llorar. Posiblemente crea asunto menor el plantear un verdadero impulso inversor a largo plazo en dichas comarcas para evitar su despoblación definitiva.

Una inversión valiente, en infraestructuras, servicios, comunicaciones, incentivos al comercio y a la apertura de negocios… una inversión que la Junta de Castilla-La Mancha no ha sabido o no ha querido llevar a cabo desde que existe como tal. Por tanto, entiendo la preocupación de Don Raúl Conde por el «orgullo local», y hasta cierto punto que pueda parecerle incluso peligroso, pero créame, Don Raúl, quienes no nos creemos esta autonomía solamente pedimos aquello que creemos que es justo para nuestra tierra, para hacerla mejor, y superar sus problemas seculares. Problemas endémicos que la existencia de esta autonomía no ha servido para minimizar en absoluto. Por cierto, las iniciativas ciudadanas como los grupos de internet o facebook que luchan por recuperar nuestra dignidad como pueblo, que buscan que se nos respete como castellanos, y que solicitan el fin de la discriminación nominal que sufren muchas de las comarcas de esta autonomía salvo una, me merece la mejor de las opiniones, y tienen todo mi respeto. Y máxime si dichos grupos están formados por personas de pensamiento libre e independiente, es decir, todavía no aborregadas por los poderes que sustentan, 28 años después, esta gran mentira histórica llamada Castilla-La Mancha. Termino recordándole su última frase, aquella que rezaba: «¿No sería mejor dedicarse a lo que de verdad importa a la gente?», donde le respondo: recuerde, Don Raúl, que lo que importa a la gente muchas veces no es lo importante, y que lo verdaderamente importante muchas veces no importa a la gente. Las crisis económicas pasarán, y llegarán, y volverán a pasar, porque todo son ciclos que se repiten a lo largo de la historia, lo sabe mejor que yo. Pero lo que no va a pasar, si los castellanos no lo remediamos, es el olvido y el ninguneo de nuestra tierra. Porque cuando esta crisis pase, los carteles de la Junta seguirán ahí. Y los intentos propagandísticos de «hacer región» a costa de todas las comarcas menos una, también seguirán ahí. No lo olvide, Don Raúl, quien pierde sus raíces, pierde su identidad. Y quien pierde su identidad, pierde el respeto de sus iguales. Por eso ahora somos lo que somos, y estamos donde estamos: a la cola de España.

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