Con el objetivo de recuperar la representación perdida, Luis Marcos, secretario general de Tierra Comunera (TC), vuelve a postularse como candidato de su partido a la Alcaldía burgalesa y analiza la legislatura que ahora termina y las perspectivas de futuro de Burgos.
¿Están definidos los principales candidatos de Tierra Comunera (TC) para las próximas elecciones municipales?
Tendremos en enero una reunión del Concejo Provincial, el máximo órgano entre congresos de TC, que es el que aprobará las candidaturas a los principales ayuntamientos, las diputaciones y las Cortes. En esa reunión yo presentaré mi candidatura a encabezar la lista al Ayuntamiento de Burgos. De todos modos, estoy convencido de que serán unas listas ricas, plurales y con gente muy preparada.
¿Cuáles son las espectativas reales de TC en las próximas elecciones municipales?
En Burgos nuestro objetivo es recuperar presencia en el Ayuntamiento. TC cuenta con un proyecto propio, netamente diferenciado de los dos grandes partidos, en clave castellana y burgalesa. Dentro del proyecto de nuestro partido para Burgos y para el conjunto de Castilla, estar representados en este Ayuntamiento es clave. Sería muy importante que no hubiera mayoría absoluta en el Ayuntamiento y que se diese paso a una pluralidad que refleje en el Salón de Plenos las diferentes sensibilidades de la ciudad para un período en el que Burgos tendrá que afrontar retos muy importantes.
¿Cómo sobrevive una formación política que pasa de tener tres concejales en 1999 a quedarse sin representación en las siguientes elecciones?
Nuestro partido lleva casi veinte años trabajando y hacemos un análisis de la realidad de nuestra tierra muy negativo: creemos que Castilla es muy maltratada por los dos grandes partidos estatales y que es imprescindible una voz castellanista. Ese papel lo hacemos tanto cuando estamos dentro de las instituciones como cuando estamos fuera. En una u otra situación, y gracias a la gente que trabaja con nosotros, a nuestros cargos públicos, a nuestros simpatizantes, TC hace una aportación muy interesante a la vida política.
Mucha gente opina que TC desperdició una gran oportunidad de consolidarse como opción política a nivel local. ¿Cuál es su análisis de lo que pasó, seis años después?
Nosotros, indudablemente, tenemos aciertos y cometemos errores; pero nuestro objetivo ahora no es hacer juicios históricos, sino construir un proyecto sugerente y atractivo para los ciudadanos. Eso es lo que en estos momentos nos preocupa.
¿Cuál es ese proyecto político con el que pretenden recuperar tantos miles de votos?
Tenemos la obligación de defender que Castilla y León ha de jugar un papel mucho más importante en el conjunto del Estado, dejar de ser la cenicienta a la que PSOE y PP están condenando. En clave local, las necesidades de Burgos son muchísimas, ante las cuales TC tiene ideas propias que ofrecer. Hay algunos referentes que van a ser claves en la oferta electoral de nuestro partido. Uno de ellos (que, además, se deduce de nuestro convencimiento de que la Comunidad ha de vertebrarse de forma más descentralizada) es exigir la presencia institucional de consejerías de la Junta de Castilla y León en la ciudad. Otro pasa por una coordinación con los municipios de nuestro entorno, creando un área metropolitana con el alfoz de Burgos. Además, pretendemos propugnar una política más centrada en los jóvenes, un segmento social que simpatiza con TC y que ahora está claramente excluido de la sociedad burgalesa, especialmente en cuestiones como la vivienda y el empleo. Un último aspecto fundamental pasa por diseñar un modelo de ciudad sostenible, que permita recuperar la calidad de vida y configure un entorno donde resulte mucho más humano vivir.
¿Cuál es su balance de la gestión del Partido Popular en esta legislatura?
El balance ha de ser necesariamente pobre. Aparicio no ha sabido aprovechar los recursos económicos que tiene esta ciudad; no sabe hacia dónde quiere ir, porque carece de un modelo de ciudad; ha gastado mucho y, en ocasiones, ha gastado mal; y tampoco ha sido capaz de articular un equipo de gobierno coherente ni de establecer un diálogo aceptable con la sociedad. Han sido cuatro años en los que se han desperdiciado muchas oportunidades.
¿Considera que se ha producido una regresión respecto del anterior mandato?
En algunos aspectos es manifiesto. Esta mayoría absoluta ha empobrecido de forma muy clara los cauces de participación ciudadana y el diálogo con la sociedad. Y en materia de urbanismo, no se está construyendo un Burgos acorde con las necesidades de los ciudadanos sino que, en muchos casos, se está desarrollando una ciudad basada exclusivamente en el cemento que va en contra de los intereses de la mayor parte de los burgaleses.
Las últimas recalificaciones de terrenos, además de hacer planear de nuevo el fantasma de la especulación urbanística, han vuelto a abrir el debate sobre el modelo de desarrollo urbano de Burgos. ¿Hacia dónde camina la ciudad?
Hay que diseñar el crecimiento de la ciudad acorde con las necesidades de los ciudadanos. Es necesario incrementar las dotaciones cívicas, el suelo industrial y las zonas verdes, así como articular un modelo de movilidad que sea sostenible, que nos haga más eficientes en el consumo energético y, desde luego, mucho más eficaces a la hora de diseñar el tráfico en una ciudad de poco más de 170.000 habitantes. Nada de eso se considera, y en su lugar todo se centra en el ladrillo: tenemos más de 20.000 viviendas pendientes de construir en Burgos y más de 40.000 en el alfoz.
¿Por dónde pasan nuestras opciones de futuro?
Burgos tiene unas opciones de futuro clave potenciando su carácter de ciudad industrial media. No es razonable que existan 350 empresas esperando obtener suelo industrial en la ciudad: eso demuestra una inoperancia manifiesta del Ayuntamiento, que parece que sólo es efectivo a la hora de liberar suelo residencial para que unos pocos monopolicen el mercado de la vivienda. Burgos tiene que aprovechar también su posición gregráfica, tanto en Castilla y León como nexo de coordinación entre el centro y el norte de España y el valle del Ebro, algo que la cicatería del Gobierno central a la hora de dotarnos de infraestructuras está dificultando. Y luego Burgos tiene que apostar por definir un modelo de ciudad acorde con la cultura, la calidad de vida y el medio ambiente, y en ese aspecto no se está haciendo nada.
TC ha abanderado la protesta contra el expolio artístico en Castilla. ¿Qué iniciativas tienen previstas a este respecto?
Hemos divulgado un hecho poco conocido: que ésta ha sido la tierra que más expolio de arte ha sufrido. Vamos a seguir denunciándolo, estamos haciendo un inventario de obras expoliadas y seguiremos reclamando su devolución ante instituciones españolas y europeas.
TC ha establecido un pacto con once organizaciones locales para concurrir a las autonómicas. ¿Qué tienen en común, más allá de pretender constituir un frente contra el bi o tripartidismo?
En Castilla y León tenemos una democracia imperfecta: el bipartidismo de Ángel Villalba y Juan Vicente Herrera no representa a una parte muy importante de la sociedad de esta Comunidad Autónoma. Desde ese punto de vista, el que se plantee una alternativa, y no una mera alternancia, ya es algo positivo. En segundo lugar, defendemos una descentralización de la región, que haga más caso a las localidades, a las comarcas, a los distintos territorios que ahora están aplastados por el centralismo institucional de la Junta. En tercer lugar, se trata de un proyecto político endógeno, que surge de esta tierra, del análisis de los problemas de esta sociedad. Ésta es una Comunidad con un fuerte envejecimiento, con una gran dispersión, con problemas demográficos, con una carencia secular de infraestructuras y de dotaciones y cuyas elites políticas son dependientes de lo que se dicta desde Madrid. Sin embargo, nuestro proyecto político es exclusivamente obediente a los ciudadanos de esta tierra. Ésas son las claves que nos identifican.
Castilla como horizonte
Luis Marcos Naveira, burgalés de 44 años, es uno de los miembros fundadores de Tierra Comunera-Partido Nacionalista Castellano en 1988, formación política que, si bien nació en Soria, tiene su mayor implantación en la ciudad de Burgos. Casado y con tres hijos, doctor en Ciencias Químicas y profesor universitario, se inició en la política con apenas veinte años, siempre en ámbitos castellanistas. Lideró la candidatura que obtuvo tres concejales en el Ayuntamiento de Burgos en 1999, en un mandato en el que el socialista Ángel Olivares se hizo con la alcaldía gracias al apoyo de TC e IU, un pacto que los comuneros romperían mediada la legislatura. Marcos es un convencido de la conveniencia del nacionalismo en un territorio como Castilla y León: Es evidente que aquellas otras comunidades que cuentan con movimientos nacionalistas o regionalistas fuertes tienen un mayor peso político en el conjunto del Estado español y, lo que es más importante, un trozo de la tarta más grande a la hora del reparto de los Presupuestos Generales.