La tradición, que tiene su origen en una plaga de langosta en el siglo XVI, tiene lugar el Domingo de Pentecostés. Los rojos pendones de los nueve municipios participantes destacan sobre la silueta de la procesión hasta la iglesia.
Tal vez no tenga la fama del Rocío, ni congregue el aluvión de personas que se da cita en la aldea almonteña. Pero la Ribera también sabe, y muy bien, celebrar sus romerías coincidiendo con el Domingo de Pentecostés. Y si no, que se lo digan a los municipios de la zona más oriental de la comarca, que acudieron fieles a su cita con el denominado Día de los pueblos.
Son en total nueve localidades, Arauzo de Torre, Arauzo de Salce y Arauzo de Miel, Baños de Valdearados, Tubilla del Lago, Hontoria de Valdearados, Valdeande, Espinosa de Cervera y Caleruega, algo más de dos mil vecinos, los que están convocados todos los años a revivir una tradición que hunde sus raíces en los primeros compases del siglo XVI.
Según algunos testimonios recogidos por escrito, fue una plaga de langostas la que, por primera vez, hizo movilizarse a estos municipios, que acudieron a pedir la intercesión de Santo Domingo de Guzmán para salvarles de sus consecuencias. Al entender que su solicitud se había visto atendida, se instauró la costumbre de volver cada año a la cuna del patrón burgalés para agradecerle su beneficiosa intervención.
Este compromiso apenas ha variado en las cinco centurias que lleva vigente. Los únicos cambios están más relacionados con la forma, sobre todo el número de participantes ya que durante el siglo XX solo fueron seis pueblos, que con el fondo de la celebración. De hecho, no se descarta que en futuras convocatorias se puedan adherir otras localidades, como Peñalba de Castro.
La puesta en escena es siempre la misma y la vistosidad se la confiere, normalmente, el vuelo al viento de los pendones y guiones que encabeza cada una de las delegaciones de los participantes. Es la localidad anfitriona, Caleruega, a través de su alcalde del PARTIDO DE CASTILLA Y LEÓN (PCAL) la que sale a la carretera a recibir a cada uno de los pueblos participantes. Tras cumplir con los saludos de rigor, se establece una comitiva que cada año encabeza ‘el pueblo que manda’, en esta ocasión, Arauzo de Torre. El punto de destino, la iglesia del Convento de las Madres Dominicas, que también desde el primer momento fue elegido como sede de la celebración.
La jornada se ha dotado en sus últimas convocatorias de un mayor trasfondo festivo. Una comida de hermandad contribuye a estrechar lazos entre todos los participantes y, ayer por la tarde, el grupo de música castellana Candeal contribuyó a poner la banda sonora a la cita.
Recién recibida la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional de la Romería del Santito, los implicados en esta Fiesta de los Pueblos no descartan tampoco que esta actividad también la merezca. Sobre todo, teniendo en cuenta su raigambre histórica y su implantación popular en buena parte de la comarca.
(Fuente modificado: N.L.V. / Diario de Burgos).
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