Castilla nos une

Castilla nos une

Luis López Álvarez. (Enero 2015).

Hará en torno a tres semanas, tuve la grata oportunidad de asistir en la Sala Polisón del Teatro Principal de Burgos a la presentación del libro “De Almenas y Agua Lenta“, escrito por la periodista raudense Pilar Alonso del Val, y que tal como nos contó la propia autora, había surgido de la profunda impresión que le había causado presenciar el último concierto del Grupo de Folk Castellano ORÉGANO, hace ya ocho años.

Así, Pilar Alonso compartió con nosotros su decisión de escribir un libro que relatara la historia de este imprescindible colectivo cultural del Burgos de la Transición; al mismo tiempo, nos expuso que se vio obligada a explorar en los tiempos históricos que contextualizaron la acción de ORÉGANO y también a ahondar en ese castellanismo en el que encontró su cordón umbilical el grupo que forjaron Cristina, José, Enrique, Pepe, Joaquín, Alex y Javier. Aquellos primeros Villalares, las luchas estudiantiles en la Universidad, las manifestaciones por las libertades y por la autonomía…

 

A lo largo de su amena exposición, Pilar Alonso nos confesó que en su investigación se había sorprendido al descubrir que “El Canto de Esperanza“, esa mítica canción que cierra magistralmente el disco “Los Comuneros“, y que aún reúne nostálgicamente a todos quienes sentimos de vez en cuando la necesidad de gritar el alto nuestra rebeldía castellana, no era una letra elaborada por el Nuevo Mester de Juglaría, sino por un poeta, Luis López Álvarez. El poeta de “Los Comuneros”“.

En alguna otra entrada de este humilde blog “La Tenada del Común“, he compartido con vosotros la obligación ética que tenemos de rendir honor a los mejores de entre los nuestros. Hoy os voy a hablar de Luis López Álvarez, el poeta de “Los Comuneros“.

Recién iniciado el 2015, los petardos que la chiquillería hace sonar en la calle para celebrar el nuevo año, a veces no me deja escuchar las canciones de Labordeta que suenan en mi equipo de música, en una suerte de transfusión ideológica y moral que acepto encantado, como presumiendo que este 2015 será duro, y necesitaré toda la energía que las rotundas letras del aragonesista alberga. Y me pregunto, ¿dónde estará Luis López Álvarez? Quizás haya pasado la Nochevieja con sus hijos en California, o estará en sus queridas Venezuela o Puerto Rico. Tal vez haya hecho una escapada a París, donde tan buenos amigos mantiene; o puede que esté soportando el gélido frío segoviano o de un recoleto pueblo berciano. A lo mejor ha entrado en el nuevo año en las calles de Kinshasa…

Luis López Álvarez, periodista y escritor, hombre de una vastísima cultura renacentista, nació en 1930 en una pequeña localidad berciana llamada La Barosa, desarrollando su vocación poética en su adolescencia vallisoletana, donde entró a formar parte del Círculo Literario Marqués de Santillana. A los veinte años se traslada a París donde realiza todos sus estudios superiores, diplomándose sucesivamente en Periodismo, Ciencias Políticas y Sociología del Arte. Durante trece años trabajó como periodista al servicio de la Radiodifusión-Televisión Francesa, tanto en París como en Brazzaville (República del Congo), y de nuevo en París.

Comprometido culturalmente con el Congo, fundó en Brazzaville el Instituto de Estudios Congoleños, tornándose su compromiso cultural en compromiso político al lado de Patrice Lumumba, futuro Primer Ministro del ex-Congo Belga, actuación que habría de renovar muchos años más tarde como asesor del  presidente de la República Democrática del Congo, Laurent Kabila.

Desde mayo de 1968 trabajó como funcionario internacional al servicio de la UNESCO, asumiendo varios cargos, tanto en París como en La Habana y Caracas: jefe del Servicio de Radio-Televisión en Lengua Española, asesor regional de Cultura para América Latina y el Caribe, portavoz de la UNESCO para América Latina, director regional de Cultura para América Latina y el Caribe, Ombudsman de la Organización en su central de París, coordinador de las actividades de la misma en  el ámbito de América Latina y el Caribe.

Tras su regreso a España en 1986 se asentó en Segovia, coordinando los Programas Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y siendo designado por el Consejo de Europa coordinador de su Comité Científico y Cultural para la Exposición Universal de Sevilla en 1992. En 1993 regresó a América Latina, viviendo primero en Caracas, como profesor titular de la Universidad Simón  Bolívar y desde 1998 en Mayagüez y San Juan como catedrático de la Universidad de Puerto Rico.

Su biografía evidencia un radical compromiso con las luchas de liberación de África y de América Latina y su magna obra literaria, principalmente poética, muestra a las claras la profundidad de su conocimiento y su calidad a la hora de componer. Pero toda esa densa producción literaria se ha visto, muy a pesar suyo, ensombrecida por “Los Comuneros“, no porque su calidad sea superior a obras como “Las Querencias“ o “Cárcava“, sino porque el pueblo castellano, en un acto libérrimo, lo ha querido así.

Desde finales de los sesenta, Luis López Álvarez se vio obligado por una fuerza interior a recorrer los rincones de la Revolución Comunera y a bucear en su auténtica historia, conformando un riguroso poema épico que regaló al pueblo castellano, en el momento que más lo necesitaba, y que musicado por Nuevo Mester de Juglaría, se convirtió por un lado en un himno, por otro en una rigurosa lección de identidad, y finalmente en un último refugio, donde se acogen los castellanistas cuando, perseguidos por una realidad abiertamente hostil, no saben a qué fuero acogerse.

Luis López Álvarez es una especie única entre la intelectualidad, plural, amplia, interesante, rica y diversa, que en los últimos cincuenta años ha generado Castilla. Nunca ha evitado exhibir su profunda castellanía, y así, mientras escritores, artistas, músicos, profesores o periodistas, expresaban un castellanismo “paisajístico”, evitando cualquier compromiso que les alejara de sustanciosas subvenciones, de golosos puestos de gestión o de empalagosos reconocimientos institucionales, Luis López Álvarez ha recibido todas las bofetadas del mundo por atreverse a decir, escribir y gritar, a todo aquel que quisiera escucharle, que era urgente, imprescindible, recuperar el papel de Castilla en el conjunto de España.

Un poeta que ha sufrido y sufre todos los desprecios del poder político y cultural por afirmar que los castellanos no alcanzarán la paz hasta que se reconcilien con su identidad castellana.

Conocí a Luis López Álvarez a mediados de los ochenta, cuando con otros jóvenes veinteañeros asistíamos a los encuentros anuales que, convocados por los castellanos de la emigración que animaban los Concejos Comuneros, debatían sobre la necesidad de construir medios de comunicación y organizaciones políticas inequívocamente castellanistas, ante la traición que percibíamos al ver a la gran Castilla troceada y ninguneada. En aquellos foros, la palabra de López Álvarez se escuchaba con respeto y devoción, y su autoridad moral era indiscutida.

Tratándole, descubrí que el castellanismo no era invento trasplantado a las tierras de la meseta al calor de la efervescencia de la Transición, sino que se manifestaba como una profunda y subterránea corriente cultural y política, nacida en los manantiales más atávicos de nuestro pueblo, y donde él mismo había abrevado durante su adolescencia en foros políticos y literarios del Valladolid de los cuarenta, que a su vez eran herederos del regionalismo y regeneracionismo castellano de comienzos de siglo, y que a su vez rebrotaban de viejos troncos decimonónicos, abonados de federalismo republicano y liberal.

López Álvarez, al revés que otros castellanistas insignes que prefirieron mantener su amor a su pueblo y a su tierra en el ámbito privado o literario, ante la intolerante y totalitaria represión que la visión centralista de la dictadura franquista imponía, no ha tenido nunca el menor pudor en exhibir su compromiso castellanista. Así, como joven periodista participó en los Congresos Federalistas Europeos de los años sesenta, representando a la nueva y eterna Castilla, ante la grata sorpresa de viejos republicanos y exiliados nacionalistas vascos y catalanes.

Las multitudinarias concentraciones de los setenta en Villalar le tuvieron como orador más reclamado y aplaudido, y cuando en 1985 Tierra Comunera le reclamó su presencia como candidato electoral a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, no expresó el menor titubeo al aceptar.

Pero los poderosos, desde la hegemonía mediática, política y cultural que monopoliza el PP en Castilla, no perdonan a quien cuestiona su mediocridad. Así, López Álvarez, que en cualquier otra comunidad o en cualquier otro país, sería considerado un héroe nacional en vida, un maestro venerado, es en su tierra un poeta marginado, rechazado y olvidado. Nunca olvidaré el otoño de 2009, cuando -por vez primera en esta tierra- se generó un movimiento popular y cultural en apoyo de la candidatura de Luis López Álvarez a los Premios Castilla y León, incluidos Premios Nobel, Premios Cervantes, rectores, profesores universitarios, escritores, artistas, músicos, ayuntamientos, colectivos, asociaciones y miles de ciudadanos a título personal.

Era un auténtico espectáculo ver llegar de todos los rincones de Castilla y de otras partes de España y del Mundo miles de adhesiones para que se reconociera institucionalmente a quien ya tenía el pleno respaldo y agradecimiento de su pueblo, que es el mejor aval que puede ansiar cualquier poeta. Pero los burócratas culturales de la Junta de Castilla y León, cual si de solícitos escuderos de Carlos V se tratara, volvieron a marginar al autor de “Los Comuneros“.

No sé dónde estará mi buen amigo López Álvarez al entrar en este nuevo 2015… me lo imagino revisando un nuevo poemario, ordenando sus fotos con García Márquez, Uslar Pietri, Aleixandre, Saramago o Madariaga; quizás actualizando sus notas para las clases magistrales o articulando la estructura para una nueva Fundación Cultural. Tal vez esté dando buenos consejos a los gobernantes de alguna recóndita nación africana, pero de lo que estoy seguro es de que en la entrada del 2015, Luis López Álvarez tendrá en su mente a su amada Castilla, y que el espíritu de los Comuneros se posará nuevamente sobre él.

Luis López Álvarez atesora 84 años de amor a Castilla, y como le auguró un viejo brujo a las orillas del río Congo, vivirá hasta los 150 años. Yo, al menos, así lo creo.

Y no hay mejor homenaje a un poeta que las palabras de otro maestro de las letras. Como escribió Tino Barriuso y musicó Orégano, “…ahora estamos aquí, desnudos, sin memoria, igual que el primer día, castellanos… Es preciso perder lo que nos queda y volver, volver, regresar desde la amarga tierra del olvido, ser las uvas y el trigo de mañana, el suelo altivo de la patria libre…”.

Honor a Luis López Álvarez, auténtico poeta de su pueblo.

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