Quienes habitamos las extensas mesetas interiores del centro peninsular somos conscientes de un problema que es prácticamente inexistente e irrelevante, no solo en el resto de España, sino en la práctica totalidad del conjunto de Europa: la despoblación. Nosotros nos hemos habituado a convivir con pueblos abandonados, con pequeñas localidades en las que solo residen un puñado de ancianos, como si de geriátricos al aire libre se tratara, con enormes extensiones de terreno completamente vacías. Un problema del que nuestros políticos solo saben hablar, pero que año tras año se hace más grave, y en muchos lugares más irreversible.
La sangría poblacional que sufre Burgos se agudiza, según los informes poblacionales del Instituto Nacional de Estadística (INE), ya que pierde unos 4.000 habitantes al año, y tendrá en 2018, unos 10.500 residentes menos y en 2029 (en menos de quince años) 35.000 habitantes menos; algo especialmente grave si además tenemos en cuenta el continuo éxodo juvenil de jóvenes que marchan a buscar trabajo a otras comunidades u otros países y nunca más vuelven (estimado en unos 10.000 jóvenes cada año en Castilla y León). Situación similar se produce en el resto de Castilla y León, que lleva -demográficamente hablando- seis años seguidos en caída libre, perdiendo del 1 de Enero de 2009 al 1 de Enero de 2015, casi 93.000 habitantes (más de los que residen en toda la provincia de Soria). El INE prevé que para 2029, la Comunidad Autónoma habrá perdido otros 225.000 habitantes.
La situación más preocupante, como ha denunciado reiteradamente el PARTIDO CASTELLANO (PCAS), se está dando (y se va agudizar) en las zonas rurales ya que sus recursos demográficos están agotados, no hay jóvenes, y la prestación de servicios sociales se está eliminando a pasos agigantados. El medio rural de la provincia de Burgos ha pasado de 275.000 habitantes en 1900 a menos de 90.000 de los cuales la proporción de mayores de 65 años supera el 50%. Extensas comarcas de Burgos y de toda Castilla tienen una densidad de población inferior a los 8 habitantes por kilómetro cuadrado, y las áreas más afectadas son auténticos desiertos demográficos (por debajo de los 2 habitantes por kilómetro cuadrado).
Para los castellanistas, las administraciones provinciales, regionales y estatales han fracasado estrepitosamente en la lucha contra la despoblación, después de 25 años de Planes Estratégicos contra la Despoblación, Agendas por la Población, Comisiones sobre Despoblación y Acuerdos y Medidas contra la Despoblación,… Es un auténtico sarcasmo que el Consejero de la Presidencia, José Antonio de Santiago-Juárez, también responsable de la Función Pública, anuncie que el Comité de las Regiones de la Unión Europea ha elegido a la Junta de Castilla y León para exponer sus recetas políticas contra la despoblación… cuando lo que sobre la materia acomete la administración autonómica debiera estudiarse como ejemplo de lo que no debe hacerse. Recientemente, con motivo de celebrarse el “Día de la Provincia” en la localidad de Quintanadueñas, el presidente de la Diputación Provincial de Burgos y presidente del PP burgalés, César Rico, expresó, con presunta convicción, que su institución iba a entrevistarse con todos los alcaldes de la provincia para identificar las zonas de sombra para la recepción de la señal de televisión y de telefonía móvil, así como aquellos lugares donde no existe conexión a internet. Quizás sea que en cuatro años en el cargo no ha tenido tiempo de preguntarles a los alcaldes sobre esta cuestión, o quizás internet no lleva existiendo desde hace veinte años, aunque lo más seguro es que no le importa un comino.
Es urgente la adopción de medidas específicas, coordinadas e imaginativas para luchar contra la despoblación, y para ello puede ser útil, como proponen los castellanistas, utilizar los nuevos programas de la política de Cohesión de la Unión Europea 2014-20, especialmente la Inversión Territorial Integrada (ITI) específicamente desarrollada para estos objetivos. España ha aprobado ya tres ITI“s, una centrada en la zona costera noratlántica (ITI Azul), otra en el Mar Menor de Murcia y la tercera en la provincia de Cádiz. Por su parte, las provincias castellanas de Soria y Cuenca, junto a la aragonesa Teruel están gestando una ITI contra la despoblación rural, bajo la denominación de SESPA (Área Escasamente Poblada del Sur de Europa), equivalente a la existente en Laponia (norte de Suecia, Noruega y Finlandia) NSPA (Área Escasamente Poblada del Norte de Europa), única región de toda la UE con una densidad poblacional tan baja como la Castilla rural (8 habitantes por kilómetro cuadrado), pero que ni ha sufrido derivas despobladoras (siempre ha sido un territorio poco habitado), ni se encuentra tan envejecida, porque posee capacidad de retención de sus jóvenes.
Y es también urgente saber que hay que actuar ya (la cifra de poco más de 100 millones de euros para el Plan de Desarrollo Rural de Castilla y León en el periodo 2014-2020 es completamente ridícula, y debiera de multiplicarse por 10 por lo menos), porque en muchas comarcas los procesos despobladores son irreversibles, y las medidas a tomar para hacer retornar a la gente en el futuro, aunque sea con cuentagotas, a pueblos completamente abandonados, será infinitamente más costoso e ineficaz.
Es inteligente la decisión del Partido Castellano (PCAS) de reclamar ante el Congreso de los Diputados, por medio del diputado de Compromís, Joan Baldoví, la participación de las comarcas burgalesas afectadas por la despoblación en una Iniciativa de Inversión Territorial Integrada de la Unión Europea, orientada a combatir la Despoblación Rural. Como lo es la intención de los castellanistas, mediante la Acción del Parlamentario Europeo de Primavera Europea, Jordi Sebastiá, de promover la creación de un Foro Europeo de lucha contra la Despoblación, cuyo funcionamiento será efectivo en 2016. Y sería inteligente intentar, como pretende el Partido Castellano (PCAS), la articulación y la coordinación de la propuesta de ITI para las Comarcas Rurales Burgalesas con otras iniciativas en gestación en Castilla y León, en el triángulo Cuenca, Teruel y Soria o en el Proyecto Serranía Celtibérica, que pretende dotar de un discurso regenerador a ese vasto vacío demográfico recorrido por el Sistema Ibérico y que fue el espacio vital de los orgullosos numantinos..
Los comuneros burgaleses hacen bien en resaltar la vertebración del territorio y una estrategia de desarrollo social integrada, como ejes claves “para afrontar la desertización demográfica” que supone la despoblación para la provincia. Desde la formación castellanista se critica al PP y al PSOE por querer periódicamente “hacerse una foto” con el tema de la despoblación, acordando planes, proyectos, agendas y programas, durante los últimos veinte años, mientras se muestran incapaces de adoptar políticas adecuadas contra esta lacra que afecta tanto al medio rural como al urbano de nuestra provincia. El Partido Castelano urge la necesidad de un Plan de Repoblación de los desiertos demográficos castellanos, porque a estas alturas, hay que decirlo clarito: estamos hablando de REPOBLAR nuestros vastos desiertos demográficos, hay que traer población porque las dinámicas endógenas son absolutamente inviables en el norte y noreste de Burgos, en el Arlanza, en las tierras de Pinares de Burgos y Soria y en decenas de comarcas castellanas.
Obviamente son imprescindibles y urgentes medidas inmediatas de creación de empleo, de dinamización de la economía, de identificación de aquellos sectores económicos con mayor crecimiento potencial, de ayuda a la natalidad y de fijación de las mujeres jóvenes, medidas de conciliación, de apoyo a la tercera edad y a la dependencia, etc.
En nada ayuda a fijar población el abrupto recorte de servicios que está sufriendo al mundo rural: supresión de líneas de transporte público, y reducción de sus frecuencias; reducción de servicios sanitarios básicos; recortes en dotaciones de profesores y maestros en los núcleos escolares rurales; encarecimiento de los servicios de las Residencias Públicas de la Tercera Edad y recortes drásticos en las Ayudas a la Dependencia. Como hemos citado anteriormente, hay que superar el aislamiento en telefonía móvil e internet en todo el territorio. Es necesario que la dispersión, el envejecimiento o la despoblación sean criterios prioritarios en los repartos de fondos de las administraciones, y que los programas LEADER y de Desarrollo Rural, así como las Ayudas de la PAC, integren actuaciones concretas contra la despoblación.
Y en el proceso repoblador, el dinero es imprescindible, pero no lo es todo. Hay que avanzar en la Dignificación de la Vida Rural, potenciando la identidad rural e intensificando el funcionamiento en red de las localidades dentro del ámbito comarcal, así como rechazar la desaparición de municipios y entidades locales menores, y diseñar un nuevo modelo simplificado de funcionamiento de la administración local en pequeños pueblos. Son instrumentos útiles también, la adopción de medidas fiscales (desgravación IRPF, tipo reducido IVA), sociales y financieras con perfil específico para los núcleos rurales con despoblación, con el fin de apoyar a las personas, emprendedores y empresas que se quieran asentar de forma permanente en esos medios rurales.
La batalla contra la despoblación, es hoy en la mayor parte del territorio castellano, la batalla clave por la dignidad y por la identidad de Castilla.
(Fuente: http://burgosconecta.es/blogs/latenadadelcomun/2015/10/01/no-nos-resignamos-a-la-despoblacion/)