Con cierto estupor hemos seguido desde Tierra Comunera la reciente polémica creada en torno a la Fundación Villamar, motivada por la negativa de importantes cargos institucionales del PP y del PSOE, a sumar sus instituciones a tan anhelado proyecto. Hay que reseñar que los problemas que han tenido mayor eco en los medios de comunicación se localizan fundamentalmente en la provincia de León, aunque a día de hoy existan otras universidades, diputaciones provinciales, ayuntamientos y cajas de ahorro, que hasta el momento no han emitido una respuesta positiva al llamamiento inicial para constituir dicha Fundación, ausencias que suponemos se solventarán en un espacio no muy dilatado de tiempo
Desde luego, una Fundación que nació con el consenso de la inmensa mayoría de los partidos políticos con representación en las Cortes de Castilla y León en la anterior legislatura, no fue un parto fácil. La propuesta inicial del Alcalde de Villalar, D. Félix Calvo Casasola, tuvo la respuesta unánime de todos los partidos, excepto la UPL, cuya presencia nunca fue esperada a tenor de su concepto territorial de Castilla y León. Hubo que superar numerosos recelos, principalmente los derivados de la adhesión del PP a un símbolo que había recibido el más amplio desprecio y la más profunda hostilidad por parte de los presidentes de nuestra más alta institución autonómica, desde el Sr. Aznar hasta el Sr. Lucas. Sin embargo, el cambio de la presidencia regional con la entrada del Sr. Herrera, propició ese borrón y cuenta nueva indispensable para un rápido avance en el deseo de crear una Fundación de amplias miras, dedicada entre otras cosas, a difundir el sentimiento y la conciencia regional, de la que por cierto, tan necesitados estamos en Castilla y León.
Curiosamente, y aunque las discusiones fueron largas en el tiempo, ninguno de los temas de debate fueron, ni el nombre, desde el principio se planteó Villalar de los Comuneros, luego hubo que acortarlo por razones técnicas, ni los objetivos principales de la misma. Sorprendentemente, ningún partido político planteó su posible rechazo en León; quizás por que la preocupación que flotaba en el ambiente era cual sería la actitud de algunos responsables institucionales, todos ellos de nuestra derecha más profunda, a los que adherirse a una Fundación que llevase el nombre de Villalar, hasta podría suponerles un problema médico. La sorpresa la tenemos ahora, cuando es un hecho palpable que la conmemoración de la batalla de Villalar el 23 de Abril de cada año, aúna más y más gente, también de León, y cuando se consolida como el evento más importante de nuestra Comunidad y con una mayor capacidad de convocatoria, en un espíritu doble de fiesta y reivindicación. Pues es precisamente ahora cuando presuntamente hay que volver a replantearse el nombre y los objetivos de la Fundación Villalar, con objeto de reparar disidencias internas en los partidos que curiosamente, son los responsables de echarla a andar, el PP y el PSOE, que son los que mantienen la representación política en las Cortes de Castilla y León.
Cabe la pregunta si Villalar es algún símbolo antileonés. La respuesta es que no. Se puede decir que es un símbolo antiseñorial, un símbolo popular, un símbolo de todas las ciudades castellanas que supieron unirse en la defensa de sus derechos, ahí también estuvo León muy bien representado, y Toledo o Cuenca, aunque los que escriben la historia desearan borrarlo. Se puede decir desde el punto de vista opuesto, que desgraciadamente todavía existe en Castilla y León, que fue una simple revuelta populachera, que tubo connotaciones de guerra civil y de división, que fue un acto desgraciado de nuestra historia, pero me temo que las personas que lo dicen sea más por ideología que por haber nacido en León, o en Burgos o en Zamora. Se podrá con más o menos infundadas razones rechazar su significado, pero me temo que esas no sean las razones de estos personajes, que al frente de sus instituciones, reniegan hoy de Villalar, algunos de ellos como el Sr. Amilibia, usurpando la voz de todos los municipios de Castilla y León.
Tampoco sus fines han de ser objeto de rechazo, si no es por aquellos que por su propia opción ideológica, han decidido satanizar esta comunidad como la causa de todos los males, sin darse cuenta que muchos de los problemas que asolan a León son comunes a las nueve provincias, como son la despoblación, la ausencia de desarrollo o los problemas de nuestra minería o nuestra ganadería. Aún así y dentro del juego democrático, no dejan de representar una opción clara y legítima y que desde luego no actúa con doblez. Pero que decir de nuestros partidos mayoritarios, PP y PSOE, que se vanaglorian de su proyecto de comunidad, al menos es lo que dicen en sus campañas electorales o en sus discursos institucionales, y están dispuestos a sacrificar instrumentos como la Fundación Villalar para contentar a sus díscolos, muchos de los cuales, más que moverse por un sentimiento leonesista oculto, lo hacen más bien con el único deseo de no perder sus cargos y de repartirse otra tarta, como ya se han repartido el Ayuntamiento de León, Caja España o el Consejo Comarcal del Bierzo.
En este panorama confuso, desde Tierra Comunera queremos reiterar en la necesidad de llevar a cabo la Fundación Villalar, con el espíritu con el que se creó, con el firme convencimiento de sentirla necesaria. Una Fundación al servicio de nuestra cultura, de la difusión de nuestros valores, desde múltiples facetas, de acercar la realidad de Castilla y León a sus ciudadanas y ciudadanos, de crear una conciencia propia, de lo nuestro, de la contribución de Castilla y León al ser y al saber universal, con un ámbito de actuación que es toda nuestra Comunidad. Hechémosla a andar de una vez, con la certeza que de navegar en la dirección correcta, en ella cabrán todas aquellas instituciones que trabajan por el bien de sus ciudadanas y ciudadanos. Desde luego, lo que no necesitamos es una fundación más para que PP y PSOE coloquen a sus cargos, satisfagan ambiciones inconfesables y en esta Comunidad sea imposible hacer nada sin herir a algún espíritu provinciano sensu estricto.