Castilla nos une

Castilla nos une

Volar desde Burgos.

Escribo estas líneas cuando se acaban de hacer públicos los datos que explicitan la intensificación de esta agonía, ya que exhiben que el Aeropuerto de Villafría ha perdido durante el pasado mes de septiembre un 78,7% de viajeros respecto al mismo mes del año anterior, tal y como recoge el habitual informe mensual elaborado por AENA. En el conjunto del acumulado estadístico de los nueve primeros meses del año 2015, Villafría ha contabilizado un total de 8.172 pasajeros, lo que supone un 55,2% menos que el año anterior. Finalmente, el informe de AENA nos cuenta que Por lo que se refiere al conjunto de operaciones realizadas en los primeros nueve meses del ejercicio, el aeropuerto burgalés ha computado 1.712, lo que refleja un descenso del 13,1%.

Estos datos se unen a los últimos acontecimientos involuntariamente protagonizados por nuestro joven aunque incierto Aeropuerto de Burgos, después de los estrepitosos fracasos protagonizados por las compañías contratadas por el Consorcio del Aeropuerto de Burgos, que incluyen a Good Fly y a León Air, con las que se intentó vanamente la espantada de Air Nostrum, y que se han saldado con el cese de la gerente del citado Consorcio, María Jesús Lope, cabeza de turco en que los responsables políticos del Partido Popular pretenden hacer recaer todas las responsabilidades por los continuos fiascos en la gestión de la incipiente aeroportuaria burgalesa.  

Y ahora nos encontramos con el riesgo, cierto e inminente, de que el Aeropuerto de Burgos eche el cierre, privando a la ciudad y su provincia de una infraestructura, que es cierto que se ha gestionado pésimamente, pero que es vital para fortalecer el potencial geoestratégico de Burgos, su desarrollo económico y su capacidad de ofrecer un servicio social. Y todos somos conscientes de que cerrar una actividad o una infraestructura es algo ciertamente fácil, mientras que pretender reabrirla, se me antoja tarea de titanes.

Por ello, la clave está en cambiar radicalmente y de forma rápida el modelo de gestión del Aeropuerto de Burgos, antes de que las pretensiones de nuevos recortes por parte del Gobierno Central, las envidias de algunas mentes desde Valladolid y el conformismo y la resignación que habitan en la ciudad del Cid nos conduzcan otra vez a una pérdida irreparable para nuestras aspiraciones como ciudad.

Y ese nuevo modelo de gestión aeroportuaria para Burgos debe apostar por el potencial de nuestro Aeropuerto y por explorar nuevas ideas e iniciativas que hagan rentable, socialmente y por qué no económicamente, nuestra infraestructura aérea.

En primer lugar hay que resaltar la evidente ventaja de disponer de más de 4 millones de residentes a una distancia de dos horas, potenciales usuarios de nuestro Aeropuerto, y por otra parte, que contamos con -ni más ni menos- 18 millones de pernoctaciones de turistas en nuestra área de influencia, muy pocos de los cuales recalan actualmente en Burgos, en torno a un magro 3%.

Frente a quienes consideran que en una ciudad como Burgos, que no llega a los 200.000 habitantes, contar con un aeropuerto “aunque sea modestísimo como Villafría- es un lujo prescindible, mi opinión es que el Aeropuerto de Burgos es una infraestructura esencial para el despegue económico de la ciudad y de la provincia, por la oportunidad de ofrecer otro medio de transporte que complemente la intermodalidad de Burgos, atraiga y retenga inversiones industriales, favorezca el turismo y la hostelería, y sacar réditos de una inversión superior a los 50 millones de euros realizada en su construcción, aunque actualmente se encuentre ínfimamente rentabilizada. Y creo que una buena gestión del Aeropuerto de Burgos, no solo es posible, sino que es imprescindible, por su enorme potencial económico y social para la ciudadanía, las industrias, la hostelería y el turismo de la capital y la provincia.

El Aeropuerto de Villafría no tendrá nunca un número de viajeros similar al de Palma de Mallorca, la Universidad de Burgos no contará con tantos estudiantes como la Complutense de Madrid, las escuelas rurales de nuestra provincia no alcanzarán los alumnos de Andalucía, ni nuestras carreteras locales tendrán los mismos usuarios que las del extrarradio de Barcelona… y siguiendo con ese peligroso razonamiento, se cerrará un modesto aeropuerto que puede llegar a ser rentable socialmente y económicamente, una Universidad que puede fijar población joven, trasladar conocimiento a las empresas y retener talento en nuestra ciudad. Si no nos rebelamos veremos cerrar las últimas de nuestras escuelas rurales y dejar abandonadas nuestras infraestructuras… todo porque ya no contamos con la población a la que hace cincuenta años “se invitó” a trasladarse a Madrid, País Vasco o Barcelona, y hoy se empaqueta hacia el centro de Europa.

El Aeropuerto de Burgos es viable, si despolitizamos un Consorcio partidista, auténtico corralito de Javier Lacalle y César Rico, lo profesionalizamos, lo guiamos por criterios técnicos e incorporamos al mismo a AENA como responsable de gestión de la Infraestructura y forzamos el retorno de la Junta de Castilla y León al mismo. Un Consorcio que debe forzar una reunión urgente con los responsables aeroportuarios de León, Logroño, Valladolid y Salamanca, para avanzar en la Complementariedad de Rutas y Destinos entre pequeños aeropuertos próximos, en una promoción conjunta y en superar la irracional situación de competencia por los mismos destinos. Los cuatro aeropuertos de la Comunidad, pueden estar comunicados a las horas de salida de los diferentes vuelos, con lanzaderas tipo microbús que generen sinergias fortaleciendo en número de usuarios a todas las rutas aéreas establecidas, y una gestión de media docena de rutas estables, desde Castilla-León, por ejemplo a París, Barcelona, Baleares, Canarias, Andalucía y Alicante, puede ser enormemente atractiva para un operador aéreo que las gestione conjuntamente, incrementando significativamente su número de usuarios.

Pero además de gestionar de forma conjunta los cuatro aeropuertos de la Comunidad y de buscar un operador solvente que gestiones las rutas estables de los mismos, hay que superar la incoherencia del nulo peso del transporte de mercancías desde Villafría, que debería ser un Aeropuerto donde los portes de mercancías, fueran muy significativos, máxime en una ciudad con 500 empresas industriales.

Pero el sueño que expreso con frecuencia es que Villafría se convierta en una ventana al exterior, por la cual no solo puedan salir los burgaleses, sino que permita también una masiva llegada de gentes deseosas de conocer las singularidades de esta tierra, y por tanto de activación económica de nuestro turismo cultural. En este sentido escuchar las propuestas y sugerencias de la Federación de Hostelería de Burgos es obligado, así como diseñar atractivos paquetes de vuelos, estancias y programas turísticos y culturales, que utilicen como reclamo la gastronomía, la enología, los yacimientos arqueológicos y paleontológicos, los castillos, nuestros monasterios, el románico, la arquitectura popular, los sitios históricos, nuestra Naturaleza y Paisaje, la Lengua y Literatura Castellana, etc… así como enlaces a recursos culturales de las provincias vecinas. Se hace imprescindible promocionar Burgos y su provincia a través de Agencias de Viajes Europeas en París, Munich, Milán y Ginebra, en cuyo entorno habitan casi 100 millones de personas, de elevada renta y claro interés por el turismo cultural. Nos sorprendería saber el enorme grado de conocimiento que la Catedral de Burgos, Atapuerca o el Camino de Santiago tienen entre las poblaciones centroeuropeas.

Burgos es una de las pocas ciudades merecedoras de tal nombre en el enorme y desértico páramo, en el que seculares políticas centralistas han convertido al centro de España, especialmente a Aragón y Castilla. Y la única forma que tenemos de sobrevivir es exigir la prestación de servicios públicos de calidad e infraestructuras públicas, destinados a una población envejecida y menguante, que si no recibe apoyos, literalmente desaparecerá.

 

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