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Castilla nos une

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SEGOVIA Y CASTILLA VEINTE AÑOS DESPUÉS. (Marzo`2003). Mariano Fuente. (06/08/2003)

SEGOVIA Y CASTILLA VEINTE AÑOS DESPUÉS

Hoy, 1 de marzo de 2003 se cumplen 20 años de la incorporación forzosa a través de la Ley Orgánica 5/1983 de la provincia de Segovia al proceso autonómico de la “región denominada Castilla y León. Sin entrar en el debate que suscita y seguirá suscitando nuestra incorporación a una comunidad formada por dos territorios históricos más o menos diferenciados, veinte años después, aquel decreto parece anacrónico y en cierto modo una anécdota baladí entre los avatares de la democracia española; pero no hay que olvidar que detrás de aquella Ley hubo una larga serie de tiras y aflojas entre los representantes políticos de los segovianos. Por un lado los caciques de toda la vida pretendían cocinar una comunidad autónoma uniprovincial a la medida de sus feudales intereses, también había quienes aceptaban el hecho de que ser un apéndice territorial de Madrid sería bueno para Segovia y, por último, estaban aquellos que tenían claro que o Segovia avanzaba con las demás provincias de la llamada Castilla la Vieja o su destino era desdibujarse y perder su personalidad castellana definitivamente. Fueron éstos los que final y afortunadamente ganaron en aquella chusca confrontación que desató iras, rencores y enfriamientos, con fuerza pública de por medio. De aquella desgraciada polémica apenas queda rastro en la memoria y en las hemerotecas pues todos los protagonistas se recolocaron rápidamente en el nuevo orden autonómico de los partidos centralistas y se precipitaron a echar tierra sobre el asunto.
Aquel intento de secesión de ciertos políticos segovianos –igual sucedió con León- no tuvo éxito pero en otros lugares de Castilla sí. Veinte años después Castilla aparece dividida en cinco comunidades administrativas: Castilla-La Mancha, Madrid, Castilla y León, La Rioja y Cantabria. Una fragmentación artificial y forzada desde el punto de vista geográfico, histórico, social, cultural y humano.
El resultado es que, excepto Madrid por su peso demográfico, económico y político, las demás comunidades autónomas castellanas no tienen apenas poder decisorio en el Estado y hoy ocupan los últimos lugares en España en cuanto a población e índices de progreso y bienestar.
El único hecho diferencial consolidado de estas comunidades es, sin duda, que sus líderes políticos tanto del PP como del PSOE tienen puestos sus ojos en el ascenso personal en algún despacho del gobierno central: son ilustrativos los casos de los populares Aznar, Lucas o Gallardón y de los socialistas Laborda o Bono con su frustrada candidatura hacia las esferas estatales. Concienzudamente se han encargado de que Castilla como tal no exista y su herencia política continúa siendo la sangrante emigración de los jóvenes y con ellos la pérdida de toda esperanza de prosperidad.
Por si fuera poco veinticinco años después de la Constitución Española que consagra la Democracia, la Libertad y la Igualdad, a nadie se le escapa la pintoresca e inadmisible división de España en comunidades autónomas “históricas” y “no históricas”.
Dicen casi todos los parlamentarios de Fuensaldaña que en Castilla y León el gran déficit es la conciencia regional, pero realmente el primer gran problema es que las autoridades y los grupos políticos que han gobernando esta comunidad, sus principales ciudades y pueblos, se han negado a promover y transmitir esa conciencia y ese sentimiento de comunidad y de castellanidad. Se nos ha educado en el complejo de inferioridad primero respecto a Europa y después respecto a ciertas comunidades autónomas españolas. Los problemas por los que atraviesa nuestra tierra manifiestan un carácter de crisis claramente estructural. En el terreno cultural, económico y político, el pueblo castellano, se encuentra carente de referentes autoidentitarios, siendo instrumentalizado en beneficio de intereses ajenos a su auténtica realidad. Desde el punto de vista de la economía, el territorio castellano es conceptuado como productor de energía barata, ahorro financiero, recursos hidráulicos, materias primas agropecuarias, mineras o forestales. Nuestro papel dentro de la estructura económica de España es absolutamente subsidiario, evidenciando una profundización en los problemas asociados al despoblamiento de comarcas enteras, al envejecimiento de la población, y al exterminio del modelo de vida en el medio rural. Sin duda el panorama de Castilla y de Segovia dentro de la España de las autonomías es poco alentadora pero ¿Acaso existe una solución? Sí, sin duda. Y pasa por potenciar los elementos que nos unen a todos los castellanos y por profundizar en la democracia participativa y dialogante. Sólo así Castilla –y Segovia dentro de ella- será una entidad que pueda sobrevivir con sus características propias para que pueda seguir aportando a España, a Europa y al Mundo una riqueza de vida y de cultura al menos tan importante como la que ha estado ofreciendo durante los últimos 1200 años de su historia.

Mariano Fuente,
Presidente de la Agrupación Segoviana de TIERRA COMUNERA.

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