Es de suponer que la primera misión de un alcalde o presidente de una comunidad sea garantizar la seguridad de sus ciudadanos, no sólo la suya propia y la de los concejales. En estos momentos, en Madrid, todos los representantes que hemos elegido para que nos gobiernen en las distintas instituciones (ayuntamientos o comunidad) están incumpliendo este mandato básico. Estamos viviendo la peor oleada de delincuencia que se recuerda en muchos años y nuestras autoridades o no saben o no quieren dar respuesta. No se salva nadie: robos en domicilios con madres y niños, secuestros expres en los propios domicilios hasta que te desvalijan bajo amenazas de abusos sexuales o muerte, asaltos a transportistas todos los días (muchos de ellos autónomos) a los que dejan sin mercancías, sin medio de subsistencia y abandonados en lugares desérticos, atracos con peligro de muerte a la salida de los cajeros, etc.
Ante todo Tierra Comunera de Madrid considera que es de justicia dejar claro que esta crítica no está dirigida a los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que sin duda hacen incluso más de lo que pueden ante la gravísima falta de recursos humanos y materiales que padecen. Desde luego, los madrileños en particular, siempre reconoceremos la labor de estos conciudadanos que se juegan diariamente la vida por nuestra seguridad.
Muy al contrario, nuestra queja es precisamente para los que tienen el deber de administrar nuestros impuestos y de dar respuestas a nuestras necesidades. En estos momentos la prioridad está muy clara: seguridad ciudadana.
Y las respuestas también deberían estarlo:
Nos parece absolutamente inaceptable que la Delegación del Gobierno no haya aceptado el aumento presupuestario para seguridad ofertado por la Comunidad de Madrid por motivos exclusivamente partidistas. Máxime después de haber reducido en un 30% el presupuesto de nuestra Comunidad por ser de un gobierno de otro signo político.
Es imprescindible que las autoridades se den cuenta de que esta percepción de inseguridad vivida a diario está generando en los madrileños unos alarmantes cambios de costumbres que no deberíamos considerar normales. No puede ser que las jóvenes para sentirse seguras andando por la calle vayan armadas con sprays paralizantes, los jóvenes con navajas, que los padres de familia de muchas urbanizaciones y pueblos duerman con sus escopetas debajo de la cama, etc.
Estas situaciones de desamparo continuado producen consecuencias: las personas se toman la justicia por su mano. Muchas avisan a gritos en los medios de comunicación cuando se les da la oportunidad de expresarse. ¿Es que nuestras autoridades están esperando a que se produzca alguna desgracia para reconocer el problema y dar alguna solución?
Desde la Agrupación de Madrid de Tierra Comunera les urgimos a que tomen cartas en el asunto e inviertan el tiempo en solucionar los problemas reales de los ciudadanos en lugar de en sus enredos partidistas que en absoluto importan a los ciudadanos.