Los elementos sustraídos son las imágenes de San Antón y San Roque, así como un incensario, una lámpara y dos acetres de latón. Según las primeras investigaciones, los ladrones conocían bien el interior del templo, ya que a penas causaron destrozos en la puerta para entrar.
El alcalde de la localidad, Miguel Ángel Muñoz, descubría a las 7:30 horas del pasado miércoles que la puerta de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción estaba abierta y había sido forzada. Inmediatamente avisó al párroco y juntos, formalizaron la denuncia ante la Guardia Civil. En el registro del templo comprobaron que los ladrones se habían llevado dos tallas policromadas de un retablo barroco, del siglo XVIII, que representan a San Antón y San Roque, un incensario, una lámpara y dos recipientes de latón que se utilizan para portar el agua bendita.
La Guardia Civil sospecha que los amigos de lo ajeno conocían el interior del templo y cómo acceder a él de forma fácil. «Sólo rompieron un poco la puerta, quitaron uno de los entrepaños de madera para meter la mano y así abrieron el pestillo», explicaba el alcalde de Olmedillo y puntualizaba que no debían ser muy profesionales ya que, una vez dentro, «no tenían ni linternas ni nada para alumbrarse, porque quemaron unos papeles para ver y han dejado objetos de más valor que los que se han llevado», lo que hace pensar a los investigadores que los autores de este expolio no son profesionales. Esta es la primera vez que la iglesia parroquial de la localidad sufre un expolio patrimonial, ya que se da la circunstancia de que el templo se encuentra dentro del casco urbano del municipio.
POSIBLE RECUPERACIÓN.
Desde la Comisión de Patrimonio de la Archidiócesis de Burgos se mostraban contrariados por este suceso, aunque confían en que se puedan devolver las piezas a su lugar original. «La intención es evitar el comercio ilegal con estas piezas y, desde hace unos años, el índice de recuperación de objetos robados ha aumentado con creces, por lo que confiamos que puedan localizarse pronto», aseguraba Juan Álvarez Quevedo, responsable de Patrimonio Artístico de la Archidiócesis.