El agua
El territorio castellano se articula, hidrológicamente hablando en torno a los ríos Tajo y Duero, y, en menor medida en relación al Ebro y al Guadiana. Estos ríos que recorren la geografía castellana junto a sus afluentes y con sus respectivos pantanos constituyen, no solo unos ejes de comunicación interna, sino una riqueza ecológica y un recurso que debe contribuir, de manera racional, al desarrollo de Castilla.
Según las estimaciones hechas para la elaboración del Plan Hidrológico Nacional las cuencas de los ríos Duero y Tajo serían excedentarias, así como la del Guadiana, aunque este último con un nivel inferior que los anteriores, es decir, que los recursos globales de estas cuencas son suficientes para cubrir la demanda de agua en sus respectivas regiones, por lo que estaría justificado el trasvase de las cantidades sobrantes a otras zonas deficitarias. La realidad es bien distinta ya que a lo largo del territorio castellano se producen graves problemas de suministro a diversas áreas geográficas, a la vez que otras zonas, con estimaciones favorables para el desarrollo de regadíos, ven salir el agua de sus ríos hacia destinos lejanos.
En el caso del trasvase Tajo-Segura la superficie regada de las provincias de Guadalajara y Cuenca es menor del 5% de la superficie agraria mientras que en el destino, en Murcia, la superficie regada supera el 40%. Además, los recursos hídricos extraídos en la submeseta sur están sirviendo para mantener actividades alejadas de la supervivencia humana como son los campos de golf que consumen cantidades de aguas superiores a las de ciudades de tamaño medio. Es necesario reequilibrar los actuales procesos de concentración de la riqueza y de la población en unas áreas concretas en detrimento de otras ya que esta concentración produce una degradación de los recursos naturales con un mal final predecible ¿Es tan escandaloso plantear que se lleve el desarrollo donde hay agua, en vez de llevar el agua donde hay desarrollo?
La energía
Dentro del territorio castellano podemos establecer una clasificación de las comunidades autónomas en relación con la diferencia entre la energía que producen y la que consumen, tendríamos tres grupos: uno en el que la producción duplica la demanda, compuesto por Castilla-La Mancha y Castilla-León; otro donde producción y demanda están prácticamente niveladas aunque deficitariamente; y un tercero en el que la demanda supera la producción, como es el caso de Madrid. Haciendo la suma de las producciones totales de las cinco comunidades castellanas obtenemos el dato de que Castilla produce entre el 85 y 90% de la energía que consume. Pero este dato oculta el hecho de que tanto la producción de energía como su consumo están planteadas de manera irracional para Castilla. Así, la energía producida en Castilla-León es exportada y consumida básicamente en el País Vasco y La Rioja mientras que la producida en Castilla-La Mancha se destina al arco mediterráneo, de ambas comunidades se abastece también Madrid, de manera insuficiente, por lo que ha de recurrir a Extremadura. En Castilla se produce la energía que, con sus costes ecológicos, problemas de seguridad y riesgos para la salud, sirve para desarrollar económicamente otras regiones.
Castilla cuenta con el mayor parque de generación hidráulica, el 31% de la potencia total instalada en el estado español, seguida, muy de lejos, por Galicia con el 16%. Las principales producciones de energía hidráulica se realizan en la cuenca media del río Duero a su paso por Castilla-León, a lo largo de toda la cuenca del Tajo y en los valles occidentales de Cantabria. La producción de energía nuclear castellana, concentrada en las centrales de Garoña (Burgos), Trillo (Guadalajara) y Zorita (Guadalajara) con 7.686 MW supone el 22% de la energía nuclear producida a nivel estatal, siendo este parque el tercero en tamaño. En cuanto a la energía producida con Gas Natural, en el territorio castellano se produce el 45% de la potencia estatal.
Aproximadamente el 70% de la energía producida en Castilla es generada mediante Centrales Térmicas de Carbón y mediante Centrales Nucleares, ambas fuentes las más contaminantes de las conocidas. Las energías en Régimen especial, entre las que se encuentran las energías renovables, alcanzan el cuarto puesto en importancia de producción con más del 10% de la potencia total instalada. En comunidades autónomas como Madrid o La Rioja, la potencia instalada en régimen especiales superior a la régimen ordinario.
En Castilla, la contribución de las energías renovables, considerando la hidráulica menor de 50 MW, a los consumos totales de energía primaria no alcanzan el 3%. Si excluimos la hidráulica y consideramos otras fuentes renovables, este porcentaje baja al 1%. En ambos casos, se esta muy lejos del 12% que se marca como objetivo por la Comisión Europea para el 2010.
Las fuentes renovables básicamente desarrolladas son la Eólica y los Residuos Sólidos. Estos últimos, no se consideran como fuentes renovables en muchos países Europeos y tienen asociada una fuerte problemática medioambiental. La potencia Eólica instalada en Castilla en 1999, ascendía a 103 MW. Los objetivos Eólicos contemplados en el Plan de Fomento de las Energías Renovables, sitúan esta cifra en 1.684 MW para el 2010.
El mayor desarrollo de las fuentes renovables se da en las zonas energéticamente excedentarias (Castilla y León y Castilla-La Mancha), con lo que se pierde gran parte de las ventajas que aporta el uso de estas energías (generación donde se produce la demanda, disminución de las necesidades de transporte a grandes distancias, mejora de la eficiencia energética, ….), salvo que se produzca una sustitución real de las energías convencionales existentes.