Según el Consejo de Ministros de la Unión Europea se entiende que la expresión pobre se refiere a aquellas personas, familias y grupos cuyos recursos materiales, culturales y sociales son tan limitados que les excluyen del mínimo nivel de vida aceptable en los Estados miembros en los que viven.Con esta propuesta el fenómeno de la pobreza queda planteado como la relación de unas personas con la posibilidad de autonomía personal, así como de su plena participación social; es decir, de su desarrollo integral. O sea, la cuestión de la pobreza se nos presenta como una cuestión relacionada con los derechos de la persona, y por ello como una cuestión compleja, no meramente económico-monetarista, que debe buscar la explicación de su realidad en la multifactorialidad de las relaciones que la componen. Ello implica tener en cuenta varios aspectos para comprender la pobreza en tanto que es un fenómeno social, no como un fenómeno debido a causas naturales, o a los propios sujetos afectados, sino a los mecanismos y estructuras que la producen.Por ello no sólo no podemos entender la realidad de la pobreza y la exclusión social como algo meramente material, sino que tampoco se trata de una simple yuxtaposición de una serie de carencias. La naturaleza multidimensional de la pobreza nos remite a la situación de una persona, una familia o un grupo que viene definida por la interrelación de una serie de desventajas o situaciones de precariedad que concurren en los diversos casos de pobreza, y que acaban conformando su propio mundo vital: ingresos bajos, salud deficiente, falta de enseñanza, ausencia de cualificación profesional, vivienda y hábitat inadecuado, debilidad social, dependencias asistencial, marginación social y cultural,…Se podrían distinguir en la vida social tres zonas en cuanto a la relación existente entre estructuración y pobreza:1.- Una zona de integración, caracterizada por un trabajo estable y por unas relaciones sólidas con su ambiente familiar y de vecindad. Esta zona hoy ha dejado de ser compacta y de compactar la sociedad, a causa de las transformaciones del trabajo que han modificado las posibilidades de estabilidad en el empleo, y los efectos de una protección social con fuertes cambios dados los cambios en el empleo.2.- Una zona de vulnerabilidad, que es una zona inestable. En lo que se refiere al empleo sufre los efectos de las quiebras producidas en la zona de la integración: la precariedad del empleo, y de la protección; y en los aspectos relacionales sufre los aspectos en la fragilización que ello produce en los soportes familiares y sociales, y los efectos de esa fragilización que reactúa como causa.3.- Una zona de exclusión, que se construye desde la inestabilidad en el empleo, la renta y la desprotección, pero conformada como expulsión y no simplemente como precarización o como carencia, y a la vez se combina el aislamiento social.Según el ultimo informe elaborado por la Fundación FOESSA, en Castilla habría un 21,3% de familias por debajo del umbral de la pobreza, es decir, que contarían con un la mitad de la Renta Familiar Disponible por Persona, es decir, la cantidad disponible una vez satisfechos los impuestos directos y la cuota de la Seguridad Social, cantidad que es susceptible de ser destinada al ahorro o al consumo. Porcentaje que se hay dos décimas por encima de la media estatal del 19,4 y seis por encima de la media europea del 15%. En cuanto a porcentajes de familias por debajo del umbral de la pobreza en las diversas provincias castellanas, los datos varían desde el 40,3% que registra Salamanca, siendo a su vez el mayor porcentaje estatal, hasta el 9,4% de Madrid, el segundo más bajo a nivel del Estado.La pobreza en Castilla se concentra en los núcleos urbanos de población , es por lo tanto, más urbana que rural, y no sólo porque la población en general resida más en zonas urbanas que rurales, que se siguen despoblando paulatinamente. No quiere decir esto que no exista pobreza en las zonas rurales, que existe, pero debe matizarse en el sentido de que, en general, es mejor la situación económica de los pobres en las zonas rurales, donde la población pobre es de más edad y ampliamente protegida por el sistema de pensiones que, si bien son bajas, en cuantía, le sitúa en posiciones cercanas al umbral de la pobreza. Un hecho llamativo es el del proceso acelerado de la juvenalización de la pobreza ya que cerca de la mitad de las personas pobres castellanas tienen menos de 25 años.