acordé ante todas las otras cosas reducir en artificio este nuestro lenguaje castellano, para que lo que ahora y de aquí adelante en él se escribiere pueda quedar en un tenor, y extenderse en toda la duración de los tiempos que están por venir; como vemos que se ha hecho en la lengua griega y latina, las cuales por haber estado debajo de arte, aunque sobre ellas han pasado muchos siglos, todavía quedan en una uniformidad
Gramática de la lengua castellana
Antonio de Nebrija (1492)
En el año 218 AC comenzó la ocupación romana de la península ibérica, por lo que se fue generalizando del uso del latín y, por lo tanto, la desaparición de las lenguas prerromanas, a excepción del vasco. El latín vulgar hablado por los soldados, colonos y comerciantes que vinieron a estas tierras formaría con el tiempo la base del castellano que hoy conocemos. Sin embargo las lenguas prerromanas dejaron palabras que aún perduran en el uso actual. Junto al latín llegaron a la península numerosas voces griegas a las que, incluso en la actualidad, se sigue recurriendo para crear nuevos términos.
A partir del siglo V un conglomerado de pueblos germánicos atravesó los Pirineos e invadió la península ibérica, acelerando el proceso de diferenciación entre la lengua romance hablada por el pueblo llano y el latín culto, que seguía siendo la lengua utilizada en los monasterios y conventos así como para redactar las leyes.
El año 718 los musulmanes tenían bajo su dominio toda la península ibérica, excepto la franja norte, durante los siguientes siete siglos coexistieron musulmanes y cristianos, la frontera entre estas dos culturas no era estable, hubo múltiples conquistas y reconquistas, épocas de paz y de guerra, por lo que la lengua romance recibió un importante influjo del árabe.
En la zona que abarca del mar Cantábrico al río Ebro, esto es, el extremo oriental de la actual provincia de Cantabria, la comarca vizcaina de las Encartaciones, el norte de la provincia de Burgos y el occidente de Alava limitado por la sierra Arcena y el río Bayas, es decir, el territorio primitivo del condado de Castilla, se desarrolló una lengua que vino a ser el embrionario romance castellano, una lengua que más tarde avanzó hacia el sur hasta la cuenca del Arlanza, donde adquirió personalidad y rasgos más innovadores que el resto de los romances peninsulares y se convirtió en la lengua que acompañaría en su expansión política y geográfica al condado y después reino de Castilla.
Se ha venido considerando como los primeros textos en castellano a las glosas silenses y emilianenses, pequeñas aclaraciones de palabras y pequeñas traducciones de fragmentos situados a los márgenes de manuscritos latinos de difícil comprensión en aquella época, aparecidas en el siglo X en los monasterios de Santo Domingo de Silos (Burgos) y San Millán de la Cogolla (La Rioja). Sin embargo, estudios recientes, como el de la doctora en Filología Románica Emiliana Ramos apuntan a que los cartularios, Gótico y Galicano, del Monasterio de Valpuesta, en el norte de la provincia burgalesa, compuestos por documentos fechados entre el año 804 y el 1200 podrían ser los primeros documentos escritos del romance castellano primigenio.
Con la Reconquista, la lengua castellana se extendió hacia el sur peninsular recogiendo voces de hablar regionales y continuando su evolución. A lo largo de esta época fue importante la influencia que recibió el castellano de otras lenguas romances.
El Reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284) supuso un gran impulso de la prosa castellana. En la Escuela de Traductores de Toledo, en la que participaban eruditos musulmanes judíos y cristianos, se traducían, a la lengua del pueblo, obras de las tres culturas. Esta gran experiencia de intercambio intercultural produjo grandes trabajos jurídicos como Las Partidas, de astronomía Tablas astronómicas alfonsíes, de historia o la traducción de la Biblia. Esto supuso un gran avance en la fijación de la norma escrita del idioma, ya que hasta ese momento se había seguido utilizando el latín como lengua en los documentos oficiales.
Gracias al Camino de Santiago entraron en la lengua los primeros galicismos, escasos en número, y que se propagaron por la acción de los trovadores, de la poesía cortesana y la provenzal.
En el año 1492, año de la conquista de Granada y del descubrimiento de América, el humanista Antonio de Nebrija compuso la primera gramática castellana con el propósito principal de fijar al lengua para hacer de ella un riguroso instrumento de comunicación y de creación. En el prólogo de la Gramática de la lengua castellana, dedicado a la reina Isabel La Católica, el autor describe a la lengua como un instrumento al servicio de la corona ya que, según sus palabras siempre la lengua fue compañera del imperio. En estos términos, el vencedor impone las leyes al vencido y, junto con éstas, su lengua.
El castellano, desde el punto de vista del léxico, adquirió una gran cantidad de neologismos, pues a estos momentos correspondió la expansión de Castilla y el descubrimiento de América y, por lo tanto, el contacto con otras culturas. Consiguió consolidarse como lengua dominante frente a otros dialectos peninsulares al llevarse a cabo la unidad política de Castilla y Aragón y ser el castellano la lengua de los documentos legales y de la política exterior.
A partir de los primeros momentos del siglo se extiende entre los intelectuales la preocupación por sistematizar el castellano, analizarlo y divulgarlo, como así se demuestra en la publicación del Gran Diccionario de Alcalá, obra de la Universidad o la publicación del Tesoro de la lengua castellana en 1611 de Sebastián de Covarrubias, primer diccionario de la lengua, que contiene cuanta información histórica y sincrónica había disponible en el momento de su publicación.
En el año 1713 se fundó la Real Academia Española cuya primera tarea fue la de fijar el idioma y sancionar los cambios que de su idioma habían hecho los hablantes a lo largo de los siglos, siguiendo unos criterios de autoridad. En solo trece años (1726-1739) la Academia compuso los seis volúmenes del Diccionario de Autoridades, el primer diccionario académico que recibió este nombre porque cada significado venía autorizado por un testimonio literario. Desde entonces, en un tomo o en dos, y ya sin textos que autoricen las acepciones, ha publicado veintiuna ediciones del Diccionario «usual» o «común» entre 1780 y 1992.
La lengua castellana es, hoy en día, uno de los medios de comunicación más importantes del mundo. La hablan más de 300 millones de personas en 20 estados distintos, por lo que ocupa el quinto lugar entre los grandes idiomas del mundo, tras el chino, el inglés, el indostaní y el ruso.
Desde la oficialidad, se intenta justificar el nombre de «lengua española» para el castellano con razones que contradicen lo que defienden. Según estos defensores del «español», la lengua de Castilla se convirtió en española al traspasar sus fronteras, por no ser excluyente; ya que se habla en muchas comunidades políticas distintas, se utiliza el «español» en vez del castellano como convergencia que pueda garantizar la comunicación. Pero si, según ellos, «España» es «una de esas 20 comunidades políticas» que utilizan nuestra lengua, las 19 restantes no son «españolas». La mayoría de esas comunidades políticas son americanas; y, América no es «España». A no ser que se denomine «lengua española» por un intento de proseguir con la colonización, ahora en lo idiomático, como forma de transmitir una ideología y unos intereses.