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Castilla nos une

Castilla nos une

5.3.- Castillos y arquitectura militar fortificada. TC-PNC. (24/10/2001)

Ya los musulmanes a mediados del siglo VIII denominaron a los territorios del norte de la provincia de Burgos, a los de Alava y La Rioja como “Al-quile”, los castillos, nombre que, latinizado, “Caftiella”, quedaría plasmado en el 800 en el monasterio de Taranco de Mena convirtiendose con el paso del tiempo en el nombre de nuestra tierra, Castilla, “Nombre glorioso que ilumina la historia … promontorio espiritual emergido durante siglos en la anchura del orbe” según las palabras del abogado y erudito de Medina de Río Seco Justo González en 1915.

Son también los castillos las grandes edificaciones que a toda Europa nos ha legado la Edad Media como símbolo que la caracteriza. Son las defensas que tanto los nobles edificaron para asentar su señorío, como los propios reyes, o las ordenes militares; unas veces son frente al enemigo, que en el caso castellano como en el resto de la península, y por tradición es el musulmán; otras son los distintos reinos cristianos enfrentados unos contra otros, o los nobles entre si, partidarios de una causa u otra. También hubo castillos para la paz, los menos, son esos castillos o torreones que un noble manda construir para su dama más querida, o para refugio de él y de los suyos en medio de una determinada propiedad suya, para que le sirva de solaz y descanso.

De acuerdo con los datos del Inventario de Protección del Patrimonio Cultural Europeo (IPCE) señala que en el Estado español encontramos 5.422 monumentos, entre castillos, torres, atalayas, recintos amurallados, fuertes abaluartados y casas fortificados, de los que un gran número s encuentran a lo largo y ancho de la tierra castellana, organizados en torno a las grandes vías de comunicación, y defendiendo comarcas o en torno a los grandes ríos: Duero, Tajo, Henares, …

Si atendemos a un criterio cronológico, los primeros castillos que pudiéramos encontrar serían los castillos prerrománicos surgidos en la cornisa cantábrica, pero nada nos queda de ellos, solo algunas plantas recogidas por autores de siglos posteriores a la época de construcción. El principal motivo de esta desaparición es que la mayoría de ellos eran de madera, sobre pequeñas bases de piedra, fácilmente incendiables y destruibles.

Los musulmanes, en su primer período, emirato o califato (711-1032) construyen castillos siguiendo normas del mundo oriental, mesopotámico, sirio, armenio y bizantino. Los mejores de ellos los levantan en buena sillería de piedra, como en Gormaz (Soria), que es el castillo europeo más grande de su época, o el de Vascos (Toledo) frente a otros de tapial. Con la llegada de los almohades y almoravides se complica la fortificación, aumentando las defensas e incluyendo torres albarranas, torres separadas del castillo con muros perpendiculares o arcos como los existentes en Calatrava la Vieja (Ciudad Real) ó Escalona (Toledo).

Mientras tanto, en el norte de Castilla, los cristianos comienzan a edificar fortalezas en los picos de las montañas. Estos primitivos castillos románicos presentan varias características: son pequeños recintos en torno a una torre principal, tiene una iglesia o capilla en su interior, las torres son macizas aunque con tendencia a tener algún piso hueco utilizable, buen ejemplo es el Torreón de los Guzmán en Caleruega (Burgos).

Las influencias de ambas culturas, la cristiana y la musulmana, son patentes también en los castillos. Unos toman elementos de otros que los incorporan en sus defensas. Fruto de la existencia de los mudejares, musulmanes que permanecieron en ciudades cristianas bajo pactos y tributos y que, hábiles artífices de la construcción, extendieron su impronta árabe en los monumentos cristianos, tanto civiles o religiosos como militares. Ejemplos de este enriquecimiento cultural lo encontramos en castillos como el de Coca (Segovia), Batres (Madrid), Medina del Campo (Valladolid) y Narros de Saldueña (Avila).

El castillo gótico presenta siempre un patio de armas, en torno al cual se desarrolla la vida, tanto militar como palaciega. Por norma general, las habitaciones de la nobleza quedan en la vertiente sur, que es la que más horas de sol suele tener y, por tanto, la más cálida. Otro elemento importante es la gran del homenaje que crece en altura y volumen respecto a los castillos románicos. La barrera de los castillos góticos suele tener el mismo trazado que los castillos y se aumentan sus defensas con torres semicirculares y muro almenado. Sirvan como ejemplo los castillos de Manzanares el real (Madrid) y el de Belmonte (Cuenca).

Mención aparte merecen los castillos de las órdenes militares, creadas estas a partir del siglo XI para la defensa de Tierra Santa y que tienen su reflejo en la península, especialmente en el sur de Castilla, para la defensa del territorio cristiano contra los musulmanes. Las principales órdenes militares castellanas fueron la de Santiago, con sede en Uclés (Cuenca); Calatrava, con sede en este castillo (Ciudad Real); San Juan de Jerusalén ó Malta, en Consuegra (Toledo); así como la renombrada y misteriosa orden del Temple, extendida por toda Europa, con castillos como el de Villafranca del Bierzo (León).

A mediados del siglo XV se van introduciendo nuevas normas para la construcción de castillos, como son los anchos fosos, los muros en talud o inclinados, las troneras de buzón para armas de fuego, la carencia de almenas, sustituidas por parapetos rectangulares, las formas redondeadas en muros y torres, que indican el paso del castillo medieval feudal al fuerte abaluartado y que perdurará hasta el siglo XIX.

Una vez que los reinos cristianos dan por finalizada la “reconquista” con la conquista de Granada en 1492 los castillos castellanos irán abandonándose paulatinamente, máxime al centrarse la corte de los Austrias en Toledo y después, con lo Borbones, definitivamente en Madrid, acudiendo a vivir allí la nobleza en cómodos palacios, olvidándose de sus antiguos alojamientos.

En el siglo XIX, en concreto en 1844, se encomendó a las Comisiones Provinciales la elaboración del Catálogo Monumental, incluyendo los castillos, fruto de esto es la declaración del primer castillo como monumento nacional, el de San Servando (Toledo), mediante decreto de 26 de agosto de 1874. Otra importantísima protección oficial fue debida a la Ley del Patrimonio Artístico del 13 de mayo de 1933, en época de la República, y la del 22 de abril de 1949, mediante un decreto por el cual el Estado se hace tutelar y protege a todos los castillos. Algunos castillos han sido transformados en paradores, otros comprados y reparados por sus dueños, aunque la mayoría continúan siendo una evocadora ruina romántica en medio del paisaje.

A continuación, y siendo conscientes de que no pueden estar todos aquí recogidos, se enumeran los principales monumentos fortificados que forman parte de la riqueza artística castellana y que a la vez son testigos excepcionales de nuestra historia:

Cantabria: Castro Urdiales, San Vicente de la Barquera

Castilla-León: Ponferrada (León), Villafranca del Bierzo (León), Puebla de Sanabria (Zamora), Villalonso (Zamora), Villafuerte de Esgueva (Valladolid), Peñafiel (Valladolid), Curiel (Valladolid), Fuensaldaña (Valladolid), Medina del Campo (Valladolid), Ampudia (Palencia), Fuentes de Valdepero (Palencia), Monzón de Campos (Palencia), Coca (Segovia), Cuellar (Segovia), Turégano (Segovia), Pedraza (Segovia), Arenas de San Pedro (Avila), Mombeltrán (Avila), Arévalo (Avila), El Barco de Avila (Avila), Ciudad Rodrigo (Salamanca), Ledesma (Salamanca), Frías (Burgos), Sotopalacios (Burgos), Berlanga de Duero (Soria), Gormaz (Soria).

Castilla-La Mancha: Escalona (Toledo), Oropesa (Toledo), Montalbán (Toledo), Guadamur (Toledo), Consuegra (Toledo), Bolaños de Calatrava (Ciudad Real), Calatrava la Nueva (Ciudad Real), Uclés (Cuenca), Alarcón (Cuenca), Belmonte (Cuenca), Zorita de los Canes (Guadalajara), Torija (Guadalajara), Jadraque (Guadalajara), Atienza (Guadalajara), Sigüenza (Guadalajara), Anguix (Guadalajara), Almansa (Albacete), Chinchilla de Montearagón (Albacete).

Madrid: Buitrago, San Martín de Valdeiglesias, Manzanares el Real.

La Rioja: Clavijo, Sajazarra.

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