Durante la etapa de gobierno socialista en España ( 1982-1996 ), tuvieron lugar en Castilla una desmovilización y desmoralización de los sectores castellanistas, motivadas por la escasa respuesta que la sociedad tuvo ante las demandas nacionalistas. A pesar de este inicial fracaso, vieron la luz varias organizaciones pancastellanas (Unión Nacional Castellana, Unidad Comunera Castellana, Unión Popular Castellana y Tierra Comunera-Partido Nacionalista Castellano) como respuesta a la consumación de la desmembración de Castilla, a su marginación en el seno del Estado y a la total falta de autogobierno, como resultado de las políticas llevadas a cabo por la izquierda española desde el Gobierno Central.
Con el ascenso al poder del Partido Popular y con el proceso imparable de construcción europea se visualiza un despertar de todos los nacionalismos del Estado que, como el castellano, no habían cosechado éxitos electorales en la etapa anterior. El despertar de la conciencia castellanista se produjo principalmente al verse plasmada la importancia de los nacionalismos periféricos condicionando el desarrollo de la política estatal desde su exigua pero decisiva presencia en el Congreso de los Diputados. Como era de esperar, la derecha española tampoco ofrece soluciones a los problemas estructurales de Castilla profundizando aún más en el estrangulamiento económico y social de esta tierra. En esta situación se produce el despegue de TC-PNC en algunas provincias castellanas, así como el auge de un preocupante leonesismo que deberá ser analizado y debatido por TC-PNC, a la vez que se atisba tímidamente un sentimiento de contestación ante la artificialidad de algunas autonomías uniprovinciales desgajadas del tronco castellano como Cantabria o Madrid.