ASÍ PIENSA CASTILLA
Diario de Burgos, 11 de diciembre de 1918
Al pueblo:
Los buenos castellanos, los que hemos nacido en Castilla y estamos alejados de toda lucha política que entibie nuestro amor hacia ella, vemos con asombro como se trata de desviar en estos días una cuestión trascendental y grande para rebajarla y empequeñecerla.
Esos buenos castellanos, que en pueblos y ciudades forman la casi totalidad de nuestra comarca, sienten hoy exaltado su amor a Castilla y a España, al ver que hay quien no se le profesa de igual modo. Y al sentirlo así, les importa poco coincidir con tales o cuales políticos ó no coincidir con ninguno; es cuestión de afectos y de patriotismo, en que la opinión política no debe entrar para nada.
Quieren si, esos castellanos, que de una vez acabe en España el caciquismo, origen de tantos males; quieren una administración honrada y una política muy distinta de la que hasta ahora ha pervertido la dirección de los negocios públicos; quieren una amplia descentralización administrativa, que para siempre les libere de la odiosa y desmoralizada absorción madrileña; pero creen que todo ello es compatible con el amor a España y a Castilla, y no solo compatible sino análogo y complementario.
Es inútil negar que Cataluña ha manifestado repetidamente su propósito de separarse de España. Los vascos, sin ambages ni eufemismos, piden la independencia de Vasconia; los catalanes, mas cautos y avisados, plantean el problema de otra forma, aunque en el curso de sus demandas aparezca, como no podía ser menos, la misma intención. Los castellanos, los buenos castellanos, creen, aunque al creerlo se desgarre su corazón, que si ese es verdaderamente el deseo de unos y otros, debe accederse a el, porque nadie puede retener por la fuerza al hermano que desea romper los lazos fraternales, por muy querido que sea. Pero entonces no se exija de los hermanos abandonados que guarden el mismo cariño para aquel que los desprecia y agravia, y huye de su lado dirigiéndoles injurias.
Habrá tal vez quien diga que en este asunto hay una falsa interpretación; que las peticiones de los parlamentarios catalanes no tienen el alcance que literalmente expresan; que las ofensas inferidas en Barcelona a los castellanos y a la bandera de España, son sólo obra de unos cuantos fanáticos, divorciados de la opinión; que los catalanes solo desean una autonomía administrativa aplicable a las demás regiones y por ellas admisible sin protesta y aun con agrado. Si es así, dígase de una vez. Hagan los parlamentarios catalanes la correspondiente rectificación, y si el amor vuelve a los corazones, fúndanse los hermanos en un abrazo. Entretanto, nadie se admire de que Castilla haya tomado la actitud en que se encuentra.
Ese es, pues, en Castilla un movimiento espontaneo, noble, hijo de la efusión de su alma. Así lo vera cualquiera que pulse la opinión, y solo con que se acerque a ella. Los que piensan lo contrario, están clasificados en determinadas opiniones políticas. Y cabe la duda de si serán estas las que oscurezcan su criterio, ya que de su amor a Castilla no debemos dudar.
Los castellanos libres de esas influencias, no tratan de defender a tal político ni de combatir a cual otro; tratan solo, si ello es posible todavía, de llegar a una conformidad, y si no lo es, de hacer ostensible su pena profunda por la defección de un hermano y su enérgica protesta contra quien airadamente abandona el regazo de una madre, pobre y desvalida, si, pero noble y cariñosa.
De este modo piensan todos los buenos castellanos; y como buenos castellanos son todos los nacidos en Castilla, de este modo piensan en pueblos y ciudades, la inmensa mayoría de los que habitan nuestro suelo sagrado, cualesquiera que sean sus ideas políticas; que en esta cuestión hay algo que esta muy por encima de todas ellas: la grande, la abnegada, la magnánima España.
Valladolid 8 de Diciembre de 1918
Narciso Alonso Cortés (catedrático), Andrés Torre-Ruiz (catedrático), Miguel de Uña (industrial), Francisco Maldonado (catedrático), Dimas Camarero (abogado fiscal), Alberto Macías Picavea (médico), Antonio Alonso Cortés (catedrático y ex-rector de la Universidad), Emilio Molina (industrial), Pedro Gobernado (sacerdote), Lesmes Alvarez (propietario), Francisco Antón (escritor), Pedro Zuolaga (médico), Leopoldo Morales Aparicio (médico), Federico Ustara (vizcaino), Emilio Alonso (ingeniero de caminos), Gonzalo Alonso (ingeniero de caminos), José Ledesma (abogado), Marcos Plaza (agricultor), Ignacio Prat (abogado), Pedro León (agricultor), Vicente Zurbano (industrial), Pedro Miñon (industrial), Jacinto R. Manzanares (profesor de música), Antonio Igea Rodríguez (farmacéutico), Francisco H. Saravia (propietario), Manuel Alvarez (agricultor), Mauro Perez Calleja (agricultor), César Mantilla (catedrático), Gerarde Tegeda (médico), José Bermejo (profesor), Eugenio García Canal (comerciante),