BONO Y EL BUCLE MELANCÓLICO
Julio García Bilbao. TC-PNC Guadalajara
Castilla La Mancha ha conseguido desde el 1 enero de 2000, las competencias de educación. Algo por lo que en principio, hay que congratularse (aunque llega con veinte años de retraso y ya veremos con qué limitaciones).
Para exponer su proyecto educativo, la Consejería de Educación ha publicado «El libro blanco de la educación en Castilla La Mancha», con objeto de que los ciudadanos opinemos sobre el futuro de la educación en esta autonomía. Siempre es loable que una administración exponga sus proyectos a sus administrados, precisamente para que podamos así enterarnos de cuales son sus intenciones.
Desde Tierra Comunera Partido Nacionalista Castellano, queremos dar nuestra opinión sobre algunos aspectos del proyecto que nos parecen totalmente rechazables, pues el citado libro expone claramente la necesidad de «consolidar la identidad regional de Castilla La Mancha, desarrollando el sentimiento de pertenencia a una comunidad histórico-cultural».
Y aquí queremos hacer nuestro comentario ¿Realmente creen que eso es posible? ¿A qué comunidad histórico-cultural se refieren? ¿Qué historia de Castilla La Mancha se va a enseñar en las escuelas?
No queda ahí la cosa, pues como reza el citado texto, «uno de los elementos curriculares que deben ser desarrollados en los próximos años es el relativo a la cultura castellano-manchega». Por favor explíquenos, Sr. Valverde ¿Cuáles serán los elementos culturales de Castilla – La Mancha que aprenderán nuestros escolares? ¿Serán éstos distintos de los de las otras comunidades castellanas? ¿Qué rasgos históricos o linguísticos creen que existen para construir una identidad regional castellano-manchega? ¿ Acaso existen características raciales? ¿En qué tradición se basarán?
Por lo visto tienen mucha prisa por borrar el nombre de Castilla (así, sin apellidos) de los libros de historia. Y también del callejero, pues como ya reflejó EL DECANO el 14 de enero en su página 13, la Delegación de Cultura de la Junta ya convirtió (suponemos que por error) la «Avenida de Castilla» de nuestra capital, en «Avenida de Castilla La Mancha» como rezaba la convocatoria de rueda de prensa en la que citaron a la prensa alcarreña los responsables de dicho organismo regional.
¿Asumirá «a priori» esa asignatura de historia que piensan impartir, que Castilla y León, Madrid, La Rioja, Cantabria y Castilla La Mancha, son entidades históricas distintas? Si es así, les espera un esfuerzo tremendo de invención y amnesia para no relacionarnos con el resto de Castilla.
El presidente autonómico, José Bono, en 1982, afirmó en una entrevista realizada al poco de aprobarse el estatuto de CLM, que el estatuto se aprobaba «no para colmar aspiraciones del pasado, sino como instrumento de futuro». Una afirmación que ahora queda vacía, pues, con la asunción de competencias de educación, para el gobierno regional se convierte en una necesidad el dotar de singularidad a esta artificial región, para lo cual será indispensable reinterpretar la historia.
Si enseñan historia de Castilla La Mancha, olvidando que deriva de un ente cultural e histórico mayor, es decir de Castilla, cometerán el error de afirmar que una región como ésta existe y ha existido como un ente previo y eterno. No se puede enseñar la historia desde el presente, sino desde la realidad del pasado.
Les anuncio que si es así, fracasarán, porque aquí no existe un regionalismo castellano-manchego y tengo serias dudas de que algún día pueda existir. En todo caso es un regionalismo exclusivamente institucional. Para conseguir desarrollarlo sólo queda una opción. Reinventar la historia. Y desde el ente autonómico ya se está haciendo. Y si no ¿Por qué Bono acaba de pedir una televisión autonómica propia? Pues, sencillamente, para construir una nueva realidad en base a la amnesia colectiva de los ciudadanos de esta región. Igual que los nacionalismos etnicista-historicistas que él ataca. Es su particular «bucle melancólico».
Para comprobar que esto es cierto, no hay más que echar un vistazo a la política de publicaciones que el ente autonómico sigue, con títulos y contenidos muy interesantes: «Castilla La Mancha contemporánea (1800-1975)» por Isidro Sánchez (Curioso periodo a estudiar en el que CastillaLa Mancha no existía), «Viajeros por la historia. Extranjeros en CLM» Libro confeccionado con notas de viaje de diversos viajeros por Castilla La Mancha en diferentes épocas de la historia, desde el siglo XII hasta la actualidad. Por lo visto, los árabes del s. XII ya visitaban CLM), «Castellanos sin mancha. Exiliados castellano manchegos tras la guerra civil». (Por lo visto los exiliados castellanos tras la guerra civil ya eran castellano manchegos sin saberlo). Podría seguir con libros sobre geografía, fiestas populares, arte, etc, etc. En todos ellos se aplica «el bucle melancólico» particular de Bono. Claro que en Castilla, esto no es exclusivo de Bono, pues Lucas y Gallardón están también tocados por el mismo síndrome.
Este verano escuché a alguien contar que la Junta de Castilla y León había encargado al eminente hispanista Joseph Pérez, (experto en la revolución de las comunidades de Castilla), que hiciera un trabajo sobre el erasmismo en Castilla y León. (Algunos autores consideran el erasmismo una cierta continuidad del movimiento de los comuneros de Castilla). Pérez se negó porque no podía hablar de Alcalá de Henares (que como todo el mundo sabe, pertenece a la Comunidad de Madrid), y es que no se puede entender ese movimiento sin hablar de Alcalá de Henares y del Cardenal Cisneros. ¿Estudiarán los escolares que los comuneros fueron capitaneados por los castellanos Bravo y Maldonado con el manchego Padilla? ¿Cómo pretenden que los escolares de Guadalajara entiendan la historia de la actual provincia de Guadalajara, sin citar la cuenca del Jarama?
No es posible entender la historia de Guadalajara ni su desarrollo cultural entre los siglos XIV al XVIII sin pasar por Alcalá. ¿De veras quieren hacernos creer lo contrario? Les espera una gran tarea de invención. De momento, desde TIERRA COMUNERA, les anunciamos nuestra intención de presentar alegaciones al citado proyecto que impidan cometer este error.
Lo que las autonomías castellanas deben hacer es avanzar sobre la propuesta de creación de un consejo de comunidades castellanas, pues aunque principalmente sirva para corregir algunas absurdas injusticias que la división castellana ha creado, en el aspecto viario, en política de universidades, sanidad y otras cosas, en el fondo del asunto existe un reconocimiento expreso del error histórico que supuso la artificial división de Castilla.
Fracasarán quienes quieran hacernos creer que no tenemos que ver con Madrid o con Castilla y León. Fracasarán mientras cientos de estudiantes guadalajareños sigan acudiendo diariamente a estudiar a Alcalá de Henares y Madrid. Fracasarán mientras para ir a la capital de esta región, Toledo, los guadalajareños sigamos teniendo que atravesar Madrid. Y es que para los habitantes de esta autonomía, Castilla La Mancha es simplemente una administración, no una comunidad histórico-cultural. A veces, Castilla La Mancha es un simple edificio. «Voy a Castilla La Mancha a pedir la subvención», dicen nuestros agricultores. ¿Se imaginan vds. a un agricultor catalán diciendo: «Voy a Cataluña a pedir subvención?». No, dirá en todo caso: «Voy a la Generalitat». Y es que Castilla La Mancha es y será siempre para muchos ciudadanos, una administración y nunca una «entidad histórico-cultural» en la que se excluya a las otras comunidades castellanas. Lo lamento por los sueños del sr. Bono. Conténtese con intentar ser un buen administrador. ¡Ah! y «La Mancha» es Castilla!
Julio García Bilbao