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Burgos ¿ciudad ambiental?

Soy de quienes apuestan por un diseño de la ciudad mucho más amable, humana y sostenible que el actual. La ciudad debe ser un ámbito de convivencia, de encuentro y de tolerancia entre la ciudadanía; todo ello exige poner al ciudadano y a la sociedad en el eje central del urbanismo, subordinando los intereses empresariales, los modelos constructivos y la prioridad para el transporte privado. Es necesario un ordenamiento urbanístico para Burgos, que esponje las edificaciones residenciales, dotándolas de espacios libres, de zonas verdes, de infraestructuras culturales, sociales y deportivas, ganando espacios de libertad para el peatón, para la bicicleta, para los niños, para los mayores y para las familias.

Es urgente rehabilitar de forma integral nuestros barrios más degradados y nuestro Centro Histórico, así como armonizar la relación entre los núcleos rurales de nuestro término y el resto de la ciudad, antes de promover nuevos desarrollos urbanísticos de viabilidad económica, social y ambiental, más que dudosa. La ciudad, y Burgos no es una excepción, debe apostar por desarrollar un urbanismo sostenible, compatible con el medio ambiente, generoso con los espacios libres, amable con los ciudadanos, y respetuoso y tolerante con su pasado y su identidad.

Burgos ha visto incrementarse en los últimos veinticinco años en un 40% su suelo urbanizado, mientras que sus espacios verdes y libres se han mantenido constantes y en algunos casos, como en el del bosque de Villafría, incluso han llegado casi a desaparecer. Es urgente un giro ambiental y sostenible en las políticas urbanísticas de la ciudad, que hagan de la calidad de vida de los ciudadanos una prioridad. Deben desarrollarse nuevos grandes espacios verdes en la ciudad, en las zonas suroeste y noreste, con un total de 1000 nuevas hectáreas, e integrar todos los espacios verdes de la ciudad y de los municipios del entorno dentro del cinturón verde de Burgos, evitando la existencia de espacios desagregados o desvertebrados.

Hay que promover el uso de las energías renovables en las edificaciones burgalesas, especialmente de la solar, subvencionando su instalación y favoreciendo la erradicación de los sistemas de calefacción y climatización más contaminantes. Así mismo, deben establecerse normativas tendentes al uso de prácticas bioclimáticas en las edificaciones, a favorecer el ahorro de energía, y al empleo de materiales compatibles con el medio ambiente y fácilmente reciclables, bonificar la tasa del recibo anual del IBI a la vivienda que rehabilite energéticamente su envolvente térmica para reducir el consumo de calefacción y las emisiones a la atmósfera, y realizar las acciones necesarias para reducir el uso de combustibles fósiles, estableciendo un programa de acción con el objetivo de cero emisiones en 2050. Incluyendo un análisis de necesidades de la flota municipal de vehículos, la sustitución al final de su vida útil por vehículos menos contaminantes y el estudio de alternativas que eviten las necesidades de movilidad.

La calidad de vida en la ciudad depende fundamentalmente de las condiciones ambientales que se viven en el municipio Avanzar en la conservación de los recursos naturales y garantizar la biodiversidad, impulsando políticas que apuesten por proteger y preservar la calidad de las aguas, del aire, de los suelos, así como la puesta en práctica de hábitos y prácticas más ecológicas, se constituye en una de las prioridades de una moderna gestión en las ciudades del siglo XXI.

Nuestro municipio debe adoptar una actitud proactiva hacia la generación energética con origen en fuentes renovables y a favor del cierre paulatino de todas las centrales nucleares, en particular del desmantelamiento definitivo de la central nuclear de Santa María de Garoña. En coherencia con la necesidad de avanzar hacia una sociedad de cero emisiones de gases de efecto invernadero, el municipio debe rechazar la extracción de hidrocarburos a través de técnicas no convencionales, y en concreto de la fractura hidráulica (“fracking”) por sus inaceptables riesgos sobre el entorno.

Un Burgos ambiental debe crear una ambiciosa estrategia de prevención de residuos, que incremente la recogida selectiva de residuos reciclables, implicando a la ciudadanía y los colectivos sociales, garantizando que el 100% del dinero obtenido de la valorización de los residuos de la recogida selectiva se destine a actuaciones concretas de mejora en los barrios, y que estas inversiones sean elegidas y priorizadas por los propios vecinos a través de su tejido asociativo. Es urgente implantar en toda la ciudad el cuarto contenedor, para la recogida exclusivamente de materia orgánica, destinada a la obtención de compost de alta calidad.

Quienes soñamos con una ciudad más ecológica y sostenible creemos en la urgencia de una auditoría lumínica de Burgos, que reduzca el gasto de energía y evite la contaminación lumínica, ahorrando hasta un 35% el consumo de energía.

El Ayuntamiento de Burgos debe apostar por una gestión más eficiente del agua para garantizar un suministro sostenible y de calidad. La clave sin duda está en la gestión de la demanda de manera que aumente la eficiencia en la distribución y la utilización lo que supone rechazar un aumento de las dotaciones, es decir, de la oferta. Por una parte, mejorar técnicamente las redes de distribución, optimizando su rendimiento y reduciendo las averías. Por otra, incidir de manera global en todos los sectores que utilizan agua para lograr un cambio de mentalidad en los patrones de consumo. Y finalmente, pero no menos importante, investigar todas las posibilidades de aprovechamiento de recursos hídricos no potables ajustando la calidad del agua a las exigencias de cada uso.

Los ciudadanos de una urbe ambiental en el siglo XXI tienen además derecho a gozar de un aire limpio en una ciudad saludable. Para ello hay que incrementar el número de estaciones de control y vigilancia de la contaminación atmosférica en la ciudad, aumentando tanto el número de parámetros que analizan como los niveles de concentraciones que detectan. Hay que adoptar medidas para reducir en cuatro años las emisiones de óxidos de azufre en un 30% en la ciudad de Burgos, reduciendo igualmente en al menos un 10% las emisiones globales de partículas, óxidos de nitrógeno, hidrocarburos y monóxido de carbono. Y desde luego, reducir los niveles de ruido, para conseguir un entorno urbano más amable con todos.

(Fuente: http://burgosconecta.es/blogs/latenadadelcomun/).

 

 

 

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