Carta abierta a los abulenses
Estimad@s conciudadan@s, amig@s y paisan@s
Cada cuatro años los abulenses, los castellanos y el resto de españoles tenemos la oportunidad histórica de elegir qué personas queremos que nos representen y velen por nuestros intereses en los máximos órganos legislativos del país. Esto es una verdad relativa, la verdad absoluta es que en las listas que nos presentan no hemos tenido arte ni parte para decidir los nombres que las integran.
Como en otros comicios, el voto que depositamos para el Congreso, es para una lista cerrada. Luego nos llevamos las manos a la cabeza ante casos como los recientes de la Asamblea de Madrid y otros tantos anteriores que salpican la credibilidad de la mayoría de partidos. Nos sentimos insultados, manejados e indefensos ante un sistema que se protege para acentuar las diferencias. Escándalos, transfuguismos, financiaciones y concesiones ilegales, fraudes, favoritismo y ocultismo, manipulación de los medios, de los fondos, de la formación y de la información…
Todo esto son denominadores comunes a algunas formaciones. Lo cierto es que hace tiempo, a muchos, se nos quitaron las ganas de votar. Pero seguimos haciéndolo porque comprendemos que el absentismo o la indeferencia no arreglan nada, y mucho menos un sistema sofisticado pero necesitado de reforma.
En Ávila vivimos un presente que nos dice claramente donde estamos: en los últimos puestos de las clasificaciones favorables y entre los primeros de las contrarias. El pasado sólo nos habla de despoblación y deterioro. Creo, contra las versiones políticas de turno, que la gestión que se ha hecho para Ávila no ha sido buena ni marcha bien.
Vamos a más en despoblación, producto precisamente de esa dolencia crónica de mala gestión. Tenemos una tasa baja de natalidad, alta de jubilados y poca población activa, entre la que disfrutamos de gran dosis de empleo precario y un paro superior al 9%. Paro en el que no se incluye a nuestros jóvenes universitarios que se tienen que ir por inexistencia de oportunidades.
Hay muchos motivos para el desencanto y pocos alicientes para buscar caminos alternativos. Pero nuestra propia supervivencia debe ser suficiente estímulo para hacer nuevamente el intento. Porque es la gestión de los elegidos la que determinará parte del futuro de los abulenses durante los próximos cuatro años. Como han sido las gestiones pasadas las que han determinado nuestro presente.
Los castellanos, durante los 25 años del actual régimen de las autonomías, hemos sido discriminados, marginados y perjudicados en lo político, en lo económico y en lo cultural. No podemos seguir impasivos ni dejarnos llevar por las promesas de grandeza que nos ofrecen las grandes figuras políticas que nos visitan. Ávila y Castilla se han quedado pequeñas para ellos. Es curioso que una ciudad, provincia, Comunidad o un País puedan ser pequeños para aquellos que tienen la obligación de mantener y hacer grande lo que se les lega o encomienda. Nuestra Provincia y nuestra Comunidad están donde están porque en el pasado ni el PP ni el PSOE han defendido los intereses de Castilla, y nada indica que esto vaya a cambiar, porque nuestros representantes son una gota en los mares de Ferraz y Génova.
Necesitamos un partido y un proyecto propio, que analice nuestros problemas específicos y ofrezca soluciones propias, que solo dependa de nuestra gente y solo sirva a los intereses que, de verdad, nos preocupan: nosotros y nuestra tierra. Mi propuesta como camino alternativo y para este nuevo intento, es Tierra Comunera. Los castellanos no queremos ser más que nadie, pero no podemos consentir por más tiempo ser menos que los demás.
En Castilla-León somos los mismos que en 1900 (2.400.000), mientras que España ha pasado de 17 a 42 millones. Somos los más envejecidos de Europa, tenemos la estructura local más dispersa, nuestros ahorros (el 55% de los depósitos bancarios), nuestra electricidad (el 77% de los kilowatios que producimos), el agua, las materias primas (el 60% de los productos agropecuarios) salen de Castilla sin compensación.
Las propuestas de modificación del Estado Autonómico, de nacionalistas periféricos, del PSOE y del PP, acentúan nuestro perjuicio. Son insolidarias, son injustas, son desiguales y son asimétricas. No podemos aceptar seguir siendo expoliados en gentes y materias primas, no podemos permitirnos ese lujo porque apenas si nos van quedando hijos para exportar.
Castilla hizo a España, España deshizo a Castilla, y lo que se avecina es nuestra demolición rompiendo la baraja al imponer un modelo de pagar por renta y recibir por población. Soria es la tercera provincia española en renta familiar disponible y la de menor población: ¿quién puede mantener así una prestación de servicios, educación, sanidad, tercera edad, infraestructuras modernas…?
Pero a pesar de todo debemos dar un mensaje de optimismo y confianza en la capacidad de Castilla y de los castellanos: es verdad que estamos en crisis, pero nuestra larga historia ha pasado por momentos difíciles y siempre hemos salidos adelante (nunca Castilla de buenos hombres fue vacía). Los castellanos no queremos vivir de limosnas, subsidios o subvenciones; somos una tierra rica y un pueblo trabajador; con un gobierno castellanista sacaremos Castilla adelante, y no necesitaremos tanto las ayudas de Europa o de otras regiones.
Defendemos nuestra tierra, pero no de forma alocada, sino ofreciendo propuestas concretas para nuestros problemas: comarcalización frente a la crisis del medio rural, transformación de nuestros productos y nuevas tecnologías para crear empleo, mejor sanidad y educación, mejores infraestructuras y vertebración de nuestro territorio, ayudas a la natalidad e integración de la inmigración, protección de nuestros espacios naturales, crecimiento sostenible, etc…
Esta nueva oportunidad que se nos ofrece el 14 de marzo debe ser aprovechada por los castellanos para ser coherentes con su propia filosofía. No podemos seguir creyendo los mensajes y consignas de los grandes porque la realidad demuestra lo contrario. No vivimos en un país bipartidista porque la mayoría de las Comunidades Autónomas nos han demostrado con sus representantes nacionalistas en todos los estamentos que ellos votan a sus propias opciones y que piensan seguir haciéndolo. Y como todos sabemos hay varias de estas Comunidades que este tipo de fuerzas son mayoría absoluta frente a los partidos nacionales que defienden obsesivamente ese bipartidismo que sólo a ellos interesa.
Otro de los sempiternos mensajes es el voto útil. Más de una formación, afiliados y simpatizantes se encarga de adoctrinarnos sobre la conveniencia de entregar el voto a aquellas fuerzas con posibilidades que se acercan más a nuestros ideales. La candidatura de Tierra Comunera en Ávila sabe que sus posibilidades son las que quieran otorgarles los votantes.
Como fuerza bisoña en esta provincia sabemos que estamos limitados. Pero también sabemos que ésta es una carrera de fondo y desde que la iniciamos hasta hoy sólo conocemos el crecimiento. Porque para llegar a 1000 hay que pasar por los 999 anteriores. Sólo uno de nosotros puede ser ese 1000 pero ese uno lo es gracias al resto. A todos nos gustaría tener la satisfacción de sentirnos protagonistas por haber sido partícipes en el logro. Estoy seguro que llegará el día que Tierra Comunera logre obtener representantes para todos los estamentos representativos del país. Porque comicio a comicio vamos acercándonos a ese numero 1000, gracias a que somos conscientes que somos parte de los 999 previos y permanecemos firmes ante aquellos que quieren burlarse diciéndonos que nuestro voto es tirado, cuando en realidad los votos tirados son los suyos. Son sus votos los que nos que hacen que acabemos llevándonos las manos a la cabeza. Son esos votos útiles los que acaban engañándonos y dejando más pobre Castilla, mas vacía Ávila, con agujeros en nuestros bolsillos y pagando un peaje por viajar, curarnos o educarnos.
Gonzalo Monge Sánchez
Candidato al Senado por Tierra Comunera – Ávila