Por ello, el Gobierno del PP, dentro de sus planes para fortalecer a la industria, marca como prioridad estratégica la obtención de gas, para abaratar los costes de energía; con el uso de esta técnica no convencional, para asegurar un suministro estable (cuando todos sabemos que los combustibles fósiles de petróleo y gas están empezando a acabarse en el mundo).
Y así rebajar el gasto eléctrico de las empresas, como por ejemplo Francia. Pero no dicen que esto es por la cantidad de centrales nucleares en funcionamiento, en el país vecino. No olvidemos que se han modificado las leyes para poder reabrir la más antigua de Europa, la de Garoña. Es decir, conseguirlo pagando un alto precio medioambiental y humano, tanto a corto como a largo plazo.
Ahora hay en España 55 solicitudes de investigación y sondeo, 68 ya aprobadas y 23 permisos de explotación vigentes. Tienen la contestación de muchos grupos que trabajan por mejorar su tierra, sobre todo en Cantabria y Álava. Tal vez quieren seguir el ejemplo de Polonia, que después de unos años de explotar muchos pozos, llegando a un porcentaje considerable de gas en la cartera energética; se encuentra con bastantes repercusiones medioambientales y que muchos pozos ya han finalizado su producción útil al extraer el 80 %. Teniendo la difícil decisión de seguir perforando muchos más pozos para mantener ese porcentaje. Y además muchas empresas han desaparecido.
En Francia los colectivos, plataformas y asambleas contrarios a esta técnica y al modelo obsoleto de adquisición de energía, fundamentalmente a través de combustibles fósiles; plantearon que 60.000 personas bloquearían las prospecciones. Y el Estado hizo una ley de prohibición en todo el territorio.
Artículo de opinión. El PCAS no comparte necesariamente los argumentos expuestos.