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Castilla nos une

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DISCURSO HOMENAJE A JUANA I DE CASTILLA. Javier Benedit. TC-PNC Madrid. (24/10/2001)

DISCURSO HOMENAJE A JUANA I DE CASTILLA
Javier Benedit. Coordinador TC-PNC Madrid

XI CONCEJO DE DULZAINEROS DE TORO DE LA VEGA (26 de Julio de 1998).
Estamos aquí para rendir homenaje a la Reina Juana I de Castilla. Si tuviese que definir algo que caracterizase a este personaje de nuestra historia, diría que fue la reina del sacrificio, del sacrificio personal y del sacrificio de Estado.

Primero fue su matrimonio con Felipe I «El Hermoso», un matrimonio de conveniencias como correspondía a los de la Realeza de la época y que acercaba a la casa de los Austrias a una de las coronas más preciadas por aquel entonces, la Corona de Castilla.

Castilla en aquella época se perfilaba como uno de los Reinos más poderosos de Europa. A su poder militar y humano, se unía su poder económico reforzado por el descubrimiento del nuevo mundo y las riquezas que esto suponía para la Corona Castellana.

Este interés, exclusivamente económico y político, se vieron pronto en Felipe El Hermoso, que abandono a la Reina Juana en Castilla para volver a su tierra. Pero las circunstancias hicieron que la Reina Juana se enamorase profundamente del Borgoñón, amor que en ningún momento fue correspondido, ya que conocidos en ambas Cortes eran los continuos desmanes e infidelidades que Felipe El Hermoso inflingía a la Reina Juana desde sus lejanas tierras. Esto envolverá a Juana I en una profunda depresión y apatía.

Felipe El Hermoso no volverá a Castilla hasta la muerte de la Reina Isabel La Católica en 1504 y lo hará para intrigar en la nobleza castellana hasta conseguir que su suegro, Fernando El Católico, a quien correspondía la regencia por incapacidad de la Reina Juana y disposición testamentaria de la Reina Isabel, se retirase a su Reino de Aragón y en las Cortes de Valladolid, Felipe, intento que se recluyese a su esposa a fin de gobernar el Reino por si solo. Pero las Cortes castellanas juraron por Reina a Juana I y a Felipe como su legitimo esposo y regente.

La regencia del Austria fue desacertada y breve pues murió a los 6 meses de conseguir ésta (1506). Esta situación de vacío de poder hace que la nobleza castellana reclame la vuelta de Fernando El Católico para que administre el país en nombre de su hija mientras dure la incapacidad de la Reina, cosa que hace hasta su muerte en 1516.

De nuevo se crea un preocupante vacío de poder pues la Reina sigue sin tomar las decisiones necesarias para la gobernación del Reino. Juana sigue siendo la Reina de Castilla aunque el poder efectivo debería de recaer en su hijo Carlos de Gante, que reside en Bruselas y ha sido criado y educado en el abrigo de los Austrias.

Pero la Casa de los Austrias no se conforma solo con la regencia del Reino y haciendo caso omiso a las advertencias del Consejo Real de Castilla, nombra Rey de Castilla y Aragón a Carlos V. Esto supone un verdadero golpe de Estado, pero el Consejo Real acepta la situación ya consumada para no complicarse en un peligroso enfrentamiento con los Austrias. Sin embargo, ni las cortes ni el pueblo castellano aceptan gustosos esta situación.

Cuando Carlos V llega a Castilla en 1517, pronto se descubre que los intereses que viene a defender no son los de su nuevo Reino sino los que corresponden a la Casa de los Austrias. Tras sustituir los principales cargos del Reino por flamencos de su Corte, convoca las cortes en Santiago para que aprueben el servicio de dotarle de los fondos necesarios para hacer frente a su nuevo cargo como Emperador del Sacro Imperio Romano – Germánico. Las cortes ven este servicio como algo ajeno a los intereses de Castilla y muchos procuradores no están dispuestos a votarlo. En vista de esto, el autonombrado Rey suspende las deliberaciones.

Los flamencos de su corte empiezan a presionar, amenazar y corromper a algunos de los procuradores y cuando considera que tiene el apoyo suficiente vuelve a convocar las Cortes en La Coruña. Esta vez logra que se le apruebe el servicio de disponer de los fondos necesarios de la Corona y nada más conseguirlo embarca rumbo a Alemania dejando al flamenco Adriano, como regente de Castilla.

Estos acontecimientos provocan la indignación del pueblo castellano y comienza la Revolución de las Comunidades de Castilla.

Juana I de Castilla, recluida en Tordesillas, desconoce los acontecimientos que están ocurriendo en su Reino. La Junta Comunera, se desplaza, en Agosto de 1520, a informar a la Reina y a pedirla que retome el poder del reino que le corresponde y le ha sido usurpado. En un principio acepta, aunque no firma ningún documento que la comprometa. Más tarde, en Noviembre, la reina se niega a todo compromiso y se revela incapaz de gobernar, lo que supone un tremendo varapalo para el movimiento comunero y provoca que se venga abajo el apoyo que por cierta parte de la nobleza castellana había tenido hasta entonces, empezando el declive de la Revolución comunera que más tarde acabaría con la derrota en Villalar y con la sumisión de Castilla a los intereses de los Austrias.

De esta forma, Juana I de Castilla paso a ser la última Reina Castellana y Castilla sufragaría la mayor parte de los gastos humanos y económicos que acarrearía el mantenimiento del poder de los Austrias en el Norte de Europa.

En esta breve exposición, he tratado de dar una visión de los acontecimientos históricos que envolvieron el Reinado de nuestra Reina Juana y que sin duda marcaron, de forma traumática, su existencia. Pero a mí particularmente, me gusta más hablar del presente y futuro de nuestra tierra, que de su pasado, glorioso en muchas etapas y triste en otras. Creo que los castellanos debemos de mirar nuestro pasado con orgullo, con animo de aprender sobre lo bueno y lo malo que hemos tenido y con el afán de transmitir a nuestros hijos las tradiciones de un pueblo cuya cultura eclipso el mundo, pero sobre todo tenemos que involucrarnos en el presente y futuro de nuestra Castilla si queremos que esa historia y cultura no se quede en algo pasado y carente de un contenido social real.

Por desgracia, la España actual, que presume de tener un Estado Autonómico que respeta la identidad de los pueblos, no refleja, de modo alguno, la identidad de Castilla. Por el contrario, las autonomías en que han dividido a Castilla no se atienen a ningún rigor histórico, social o cultural y están creadas de forma caprichosa, generandose una confusa desvertebración de Castilla que obedece a intereses ajenos a la misma y la esta situando en un total subdesarrollo frente a otros pueblos del Estado y del resto de Europa.

Como muestra, durante toda esta semana se ha desarrollado, en Peñaranda del Duero, un Curso de Verano de la Universidad de Burgos, en el que importantes intelectuales, historiadores, sociólogos, antropólogos, juristas y economistas, han debatido sobre la realidad y futuro del pueblo castellano.

Sería imposible tratar de resumir el voluminoso contenido de los temas tratados en este curso, pero la mayoría de los participantes han coincidido en resaltar su preocupación por el estado actual en que se encuentra nuestra tierra:

· Presupuestos autonómicos dos y tres veces inferiores a los de las comunidades denominadas históricas.

· Crecimiento económico continuado por debajo de la media Nacional.

· Absoluto deterioro del medio rural que provoca el abandono de tierras y explotaciones ganaderas.

· Una casi inexistente industria productora de materias primas pero no de sus procesos de transformación, que son los que dan valor añadido, lo que sitúa nuestra economía en una enorme dependencia del exterior, típica de países tercermundistas.

· Un colapso demográfico, especialmente en el medio rural, que sitúa a Regiones enteras, como esta de Castilla y León, con las densidades de población mas bajas de la U.E y con los mayores índices de envejecimiento poblacional.

· Y lo que es peor, sin que se atisben políticas económicas y sociales concretas que den freno a esta situación.

Y yo me pregunto ¿Si estos expertos llegan a este tipo de conclusiones, qué nos están contando nuestros políticos Autonómicos y Estatales?

A pesar de este panorama, los castellanos aún estamos a tiempo, aunque no dispongamos de mucho, para hacer cambiar esta realidad que hoy nos asola.

Debemos implicarnos en trabajar por hacer una Castilla solidaria, fuerte y orgullosa de sí misma, que afronte su futuro en España con el peso social y político que su historia y su cultura se merecen.

Tenemos que exigir a nuestros intelectuales, empresarios y políticos que hagan resurgir a la sociedad civil castellana. Que apuesten por Castilla sea cual sea su posición social o política, porque apostar por Castilla es apostar por su propio futuro y por el de todas las gentes que formamos este gran país y porque apostar por Castilla es también apostar por una España mas fuerte, mas equitativa, mas solidaria y mejor vertebrada.

El pueblo castellano debe empezar a asumir el compromiso de decidir sobre su propio presente, no dejando que otros decidan, en base a intereses ajenos a él, el futuro que dejemos a nuestros hijos. Este compromiso es una deuda que tenemos con tantos castellanos que durante siglos han contribuido a un patrimonio histórico y cultural común, que en nuestros días estamos dividiendo y ocultando con partidismos que dan una visión estrecha de nuestra cultura y nuestra tierra. Sería un error difícilmente explicable a las generaciones futuras, la perdida de Castilla como entidad cultural, social y política y en nuestros intelectuales y políticos recaería principalmente el peso de este error histórico.

Por último, quiero agradecer al Concejo de Dulzaineros de Toro de la Vega y a la Asociación Cultural Concejos Castellanos, por su invitación a este XI Concejo abierto de Dulzaineros y permitirme disfrutar de un acto tan entrañable como representativo de la cultura y folklore de nuestra tierra castellana.

Asociaciones y gentes como las que participan en esta fiesta demuestran que Castilla y la cultura castellana aún están vivas, a pesar de los muchos obstáculos que algunos se han empeñado en poner para relegar a nuestra tierra a un plano de abandono social, cultural y económico que atenta contra su propia existencia. Una vez más, actos como este demuestran que el espíritu de Castilla no esta, por desgracia, en sus grandes hombres sino en el pueblo, en gentes que como vosotros mantenéis viva la llama de las tradiciones de un pueblo milenario que por desgracia en la España actual, no esta ni siquiera reconocido en el ámbito administrativo ni conceptual.

Javier Benedit Algora

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