Además de la negligencia de Nuclenor, Greenpeace critica el secretismo del Consejo de Seguridad Nuclear, que ocultó el suceso durante 8 días.
La salida de chatarra radiactiva procedente de la Central Nuclear de Garoña demuestra la degradación de la cultura de seguridad en esta central nuclear, prpiedad de Nuclenor.
«Si Nuclenor actúa con tal grado de negligencia cuando se trata de chatarra, ¿Qué hará con todo lo demás?. Este suceso demuestra que Nuclenor no es un operador responsable» -ha declarado Carlos Bravo, responsable de Greenpeace en temas nucleares.
Además de la negligencia demostradapor Nuclenor, Geenpeace critica el secretismo del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y el trato de favor otorgado a Nuclenor, ya que el CSN conocía oficialmente el suceso al día siguiente de producirse y lo mantuvo oculto durante 8 días. La actitud del CSN en este caso se contrapone con la celeridad con la que este organismo ha informado sobre otros incidentes similares con chatarra radiactiva en los que no estaba implicada ninguna central nuclear.
Greenpeace ha podido conocer de forma fehaciente que el CSN sabía desde el día 4 de febrero que la central nuclear de Garoña había enviado el día anterior una partida de materiales contaminados radiactivamente con Cobalto-60 a una chatarrería en bilbao.
«El CSN no ha informado de ese suceso hasta que no le ha quedado más remedio, cuando la información ya se había escapadode su control. Es evidente que el secretismo del CSN ha tenido como fin proteger la imagen de Garoña» -añadió Bravo.
Por otro lado, Greenpeace critica que la nota del CSN no informe de los niveles de radiación que emite la chatarra contaminada. Según fuentes de Garoña estos son de 1,2 microSievert/hora, lo que supondría una tasa de dosis anual 10 veces superior a lo permitido en la legislación vigente para el público en general. En opinión de Greenpeace, tanto el CSN como Nuclenor han tratado de maquillar el asunto. Greenpeace exige que se hagan públicos los documentos oficiales sobre los niveles reales de radiación medidos en esta partida de chatarra contaminada.
Además, la nota del CSN no se ajusta a la verdad en diversos aspectos. La chatarra no iba dirigida a la Acería Compacta de Bizkaia, como dice dicha nota, sino que el destino era la chatarrería REIMASA. Por otro lado, no está claro que el CSN haya realizado inspección alguna entre que se produjo el suceso y haber informado del mismo. Greenpeace aexige al Consejo que aclare con detalle qué inspecciones ha realizado en todo este tiempo y exactamente en qué fechas.