EUROPA NO ES UNA MERCANCÍA, ORGANICEMOS LA RESISTENCIA
Andrés R. Amayuelas. Secretario General JCC
«Nunca hay que creer todo lo que esta escrito» Jacques Chirac
«Ni todo lo que se dice» Lionel Jospin
El proceso de mundialización neoliberal no se basa únicamente en los mercados financieros, las compañías transnacionales, las instituciones multilaterales que le sirven de apoyo (FMI, BM, OMC, …) y sus herramientas de intervención (Acuerdo Multilateral de Inversiones, Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, Planes de Ajuste Estructural, …). Otro pilar fundamental de esta mundialización son los gobiernos de los grandes estados industrializados y, en lo que se refiere a la Unión Europea, la Comisión y el Consejo.
La Comisión, presidida por Romano Prodi y compuesta por Comisarios de los distintos estados europeos, que no han sido elegidos democráticamente, tiene el monopolio de las propuestas de actos legislativos comunes. Este órgano hace tiempo que se ha plegado a las tesis ultraliberales y, en el terreno en el que dispone de poderes autónomos, el de la competencia, ha desatado una campaña abierta contra lo servicios públicos, a favor de las privatizaciones y por la liberalización total del comercio de bienes y servicios, en particular de la educación y la salud. El Consejo, que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de los quince, es la instancia de impulso de orientación de las políticas de la UE. Es evidente que el Consejo, donde las decisiones se toman por consenso, también es un protagonista activo de la mundialización neoliberal, como se vio en Lisboa el pasado mes de marzo, cuando el Consejo dio luz verde a todas las medidas de liberalización solicitadas por la Comisión.
Este es el contexto ideológico del Consejo Europeo que, bajo la presidencia francesa, se reunió en Niza con el fin de decidir sobre la condición de la Carta Europea de los derechos fundamentales propuesta en Biarritz, adoptar un nuevo tratado para reformar las instituciones de la Unión para que sean compatibles con la ampliación a los países del Este (PECOS), así como pronunciarse sobre un gran número de otras medidas sectoriales de las que poco se ha hablado.
No sería exagerado decir que después de Maastricht, la pasada cumbre de Niza es la que más expectativas había despertado. Expectativas que, como es habitual, no fueron cubiertas, fundamentalmente en lo que respecta a las cada vez más acentuadas diferencias sociales y el resultado final tiene mayor semejanza con el reparto de la tarta del poder en cuanto al tamaño de la Comisión y de los votos en el Consejo de Ministros. Después de Niza queda patente que la concepción actual europea no es la de una potencia política en formación con un mensaje social y humano y que respeta la identidad de sus pueblos sino la de un amplio mercado.
De manera paralela a la cumbre de los «grandes mandatarios» se desarrollo en Niza la contracumbre de las organizaciones que no salen habitualmente en los «grandes medios». Siguiendo el camino marcado por Seattle, Davos, Washington y Praga, activistas de naciones europeas sin estado (flamencos, corsos, occitanos, catalanes, castellanos, vascos, …), gentes de ATTAC y de la RCADE, trotskistas de la corriente del Socialismo Internacional, agricultores y ganaderos de la Confederation Payssane, anarcosindicalistas de la CGT, militantes cristianos, zapatistas italianos de Ya Basta, Sans Papiers, movimientos de parados, compañeros de las Marchas Europeas contra el paro y la precariedad, mujeres de la Marcha Mundial contra la pobreza y la violencia … movimientos calificados por Chirac como «vándalos que deshonran la democracia» y que, durante al menos tres días, convivieron, debatieron y aprendieron en torno a un viejo polideportivo de la zona obrera de Niza.
Ante tal disparidad de procedencias, no solo ideológicas sino también geográficas una idea clara, la de que se esta construyendo una Unión Europea económica y no social, donde poco importan los derechos de personas y pueblos, los excluidos, el medio ambiente o la solidaridad con los pueblos empobrecidos. Frente a esto, la necesidad de crear una Unión que sitúe a los seres humanos como eje de la vida social y política y de satisfacer las necesidades de los ciudadanos del mundo, garantizando sus derechos por encima de cualquier otra consideración, por encima de la rentabilidad de las inversiones y de la competitividad de la economía.
El jueves 7 de diciembre, mientras los jefes de la UE se reunían en Niza para decidir nuestro futuro sin escuchar nuestra voz, en la calle muchas voces resonaban reclamando los derechos de ciudadanía para todos/as. El telediario de la noche nos mostró la imagen de los mandatarios firmando unos acuerdos que generarán desigualdad y sufrimiento, pero también nos mostró la fuerza de las movilizaciones contra su Europa capitalista y autoritaria. Una vez mas las calles fueron las verdaderas protagonistas de la cumbre.
Frente a las movilizaciones, la otra gran protagonista fue la represión, hasta 45 personas detenidas en Niza por haber participado en ellas. Trenes retenidos que venían con manifestantes desde París, Alemania e Italia impidiendo la entrada de los extranjeros mediante una suspensión del tratado de Schengen. El Estado francés les consideró «indeseables» por pretender ejercer su legítimo derecho de expresión y manifestación. Esta es la concepción que tienen de libertad y éste es el verdadero rostro de su «carta de derechos».
El hecho más llamativo fue la detención en la frontera italiana (Ventimiglia) de un tren en el que viajaban miembros de Ya Basta e integrantes del movimiento Tute Bianche (forma de intervención pública basada en la desobediencia civil), declarando a todos los viajeros del tren personas non-gratas (textualmente «amenaza para el orden publico»), prohibiéndoles la entrada en el país pese a que no se les acusaba de ningún delito. Este acto es una clara vulneración del derecho de manifestación y de expresar nuestra opinión en cualquier ciudad, incluida Niza. No es justificable que un país que se considera democrático imponga tal represión. Esta Europa que están construyendo no tiene fronteras para el capital pero sí para las personas, desde la fosa común en que han convertido el estrecho de Gibraltar hasta el nuevo «telón de acero» que están construyendo en el este, pasando por Ventimiglia.
Hay que resaltar que como resultado de un debate entre los representantes del Estado español los actos reivindicativos trataron de realizarse en un marco de resistencia pacífica y de acción colectiva no violenta, a ejemplo de la concentración desarrollada por la RCADE frente al Parlamento español. La actitud de los diversos cuerpos de policía francesa que vigilaba las concentraciones fomentó desde el principio una dinámica de enfrentamiento violento que dio alas a algunos grupos minoritarios de manifestantes proclives al uso de la violencia callejera y que no eran precisamente vascos.
De vuelta al Estado español nos desayunamos con una buena dosis de prensa amarilla, más interesada en desprestigiar las movilizaciones alternativas a la cumbre que en dar información veraz y contrastada sobre lo allí sucedido. Pero sabemos a quien pertenecen los medios de comunicación de este país y no podíamos esperar menos de ellos. De golpe y porrazo, nunca mejor dicho, los que desde nuestras propias identidades y trayectorias nos congregamos allá, quedamos reducido a jóvenes pro-etarras. Este termino fue acuñado en la anterior cumbre de la Unión Europea en Biarritz para definir a los que en aquel momento se manifestaron en contra de lo que allí se decidía. Que «casualidad» que todas las cadenas de televisión y los periódicos al día siguiente usaran el mismo término.
Como ultima reflexión, considero que es necesaria la organización de encuentros alternativos a cualquier reunión de «grandes mandatarios» u organizaciones multilaterales que busquen reforzar el proceso de mundialización neoliberal para, desde nuestra enanez, hacer oir nuestra voz y aguar la fiesta de los poderosos. Además, este tipo de encuentros supone una dinamización y encuentro de colectivos diversos en nuestras ciudades que en condiciones normales no convergerían en una lucha común.
El próximo encuentro será en Davos, en Suiza, donde se reunirá el Foro Económico Mundial (World Economic Forum), pero en lo que a nosotros/as concierne, tenemos que empezar a coordinar y preparar la cumbre alternativa a la reunión del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial que se celebrará en Barcelona en junio del este año.
Andrés R. Amayuelas