Ismael Serrano (Madrid 1974) lleva ya seis discos publicados a pesar de que apenas pasa los treinta años. Su creatividad no cesa y escribir canciones es para él una terapia que le ayuda a convivir con sus miedos e inquietudes. Afirma estar comprometido con la realidad porque ésta le conmueve y más allá de la música, se muestra ilusionado por los aires de cambio político y social que surgen en América. Confiesa que le apasiona la política, aunque no se ve en un partido político y se muestra partidario del movimiento social y la movilización ciudadana. Orgulloso de ser madrileño, no duda en sentirse castellano y explica que cuando te lo han quitado todo, te queda la memoria, una herramienta de futuro que ayuda a entender el mundo en que vivimos.
No, no estoy preparando un nuevo trabajo para este año porque aún estamos inmersos en la gira Naves ardiendo más allá de Orion y hasta abril vamos a estar sin parar de un lado para otro. Además, es tiempo también de descansar porque llevo desde Atrapados en Azul en 1996 sin parar y es hora de que las naves se detengan, recalen y lleguen a puerto. Descansaré relativamente porque estaré embarcado en otros proyectos, recopilando los textos que tengo, historias que he empezado a escribir y no he terminado. Me embarcaré en otras historias y me tomaré el siguiente disco con calma, aunque no dejaré de componer porque es para mí una terapia ineludible que sigue estando presente, pero pensaré en el próximo disco más a largo plazo.
No, todo lo contrario. Si me costara, estaría perdido. Hemos dado casi noventa conciertos en lo que va de gira con este último disco y aún nos quedan unos veinte. La esencia de este oficio consiste en echarse la guitarra al hombro y recorrer el mundo tratando de encontrar gente que comparta contigo tus dudas, tus esperanzas, tus inquietudes No tiene sentido editar un disco si no puedes echarte a la carretera al encuentro de toda esta gente con la que compartir tantas cosas.
Ha sido una experiencia intensa y emocionante. Chile ha vivido estas elecciones presidenciales con una efervescencia muy especial. Era la primera vez que accedía una mujer a la presidencia de Chile. Su llegada va a suponer un nuevo escenario político, lejos de la continuidad que algunos creen ver en ella. Va a generar otro ambiente y a tomar decisiones muy importantes que van a transformar la realidad social y política del país de forma muy clara. Los compromisos que ella ha adoptado, no sólo en políticas sociales sino en asuntos como la reforma de la ley electoral para dejar que las minorías accedan también a los cargos parlamentarios, ya que la ley actual fomenta un bipartidismo poco representativo. Eso va a ayudar a que se fortalezca el proceso democrático que está viviendo Chile, una transición que en algunos momentos es precaria, incipiente. Sin ir más lejos, la ley del divorcio se promulgó el año pasado. Tienen que ocurrir muchas cosas en Chile. Ese avance democrático y social puede ocurrir con Michelle Bachelet.
Los verdaderos héroes son la gente, los que hasta ahora habían sido excluídos del panorama político y ahora encuentran que sus representantes asumen cargos de responsabilidad a los que nunca habían llegado. Cuotas de poder que les habían sido negadas de forma totalmente injusta. Es un momento crucial porque están surgiendo una serie de dirigentes políticos en Latinoamérica que tienen que dar respuestas a las exigencias de una población que busca alternativas a los modelos sociales y económicos que hasta ahora se han estado imponiendo. Y sobre todo están exigiendo que se respete su soberanía. Están ya hartos de las ingerencias de Estados Unidos en el rumbo de sus políticas y están exigiendo ser escuchados, recuperando la fe en la política cuando parecía que todo estaba perdido. Es un momento muy importante y de gran responsabilidad para aquellos que están asumiendo el liderazgo en política en muchos de aquellos países.
El cambio es posible pero no sólo desde la política. La respuesta está también en los movimientos sociales y cívicos que movilizan y aglutinan las esperanzas de mucha gente que busca otro embarco de participación. Participar en democracia no es solamente votar cada cuatro años. También supone participar, crear espacios de debate, encuentros entre gente que exija alternativas, que cree que otro mundo es posible, que se pueden hacer las cosas desde otra perspectiva. Incluso también en política existen multitud de opciones de gente que cree que se pueden cambiar las cosas, el modelo de sociedad, el modelo económico y que tratan de aportar su grano de arena, con su quehacer cotidiano. Estamos viviendo un cambio crucial. La sociedad civil está tomando conciencia de su responsabilidad. Las movilizaciones contra la guerra fueron un ejemplo claro de cómo la gente es en los momentos de crisis cuando asume su responsabilidad. Yo creo que en el futuro también será así.
Los que finalmente tienen que actuar son la ciudadanía en conjunto, los movimientos sociales que articulan su solidaridad a través de una cantidad de organizaciones no-gubernamentales y asociaciones de todo tipo. No creo que sea el momento de los liderazgos, sino el momento de la red de redes, formada por diferentes movimientos de diferente sensibilidad y en los que cada uno trabaja en un ámbito muy diferente pero que convergen en la eficiencia de alternativas al modelo social y económico que vivimos. Es el momento de la sociedad civil.
Estoy comprometido porque forma parte de la naturaleza del ser humano emocionarse con la lucha y la tragedia ajena, por una cuestión de sentido común. Me comprometo con la realidad, porque ésta me conmueve y formo parte de ella. No puedo vivir ajeno a la realidad. A pesar de que los tiempos en los que vivimos nos condenan a vivir en una burbuja, aislados unos de otros, en la naturaleza del ser humano está la capacidad para conmoverse ante lo que ocurre alrededor. Somos animales sociales que no somos impermeables ante lo que ocurre. Lo de cantautor me viene porque me expreso mejor cantando que hablando y porque encuentro la música como una terapia que me ayuda a convivir mejor con mis miedos, con mis dudas. El compromiso surge del sentido común y en la canción yo canto a todo lo que me emociona. Se trata de cantar a los sentimientos y dar rienda suelta a aquellos que me emocionan, no sólo mis historias personales vividas en primera persona, sino también la visión de un mundo desigual y de ahí surge mi compromiso.
Cada cual elige su camino y si algo enriquece el panorama musical es la pluralidad. Hay momento para todo, para una música más reflexiva que exige a veces un compromiso y también para una música evasiva, más superficial. Debería haber espacio para todos. Maldigo a los que niegan esa pluralidad, a los que excluyen a una música reflexiva que no se basa en hits radiofónicos y en la rentabilidad inmediata, sino que tiene una mirada a largo plazo y se siente la música de una manera diferente.
No. La política me interesa y apasiona, pero los políticos no tanto. Participar de las disciplinas de los partidos, en las obligaciones, en los compromisos electorales me parece algo terrible y que mi lugar no está ahí.
Es positivo que independientes que vienen de otras áreas participen en política y que aparezcan gentes de sectores como la cultura es positivo, porque sanean el ambiente. Hay muchos profesionales de la política que sólo han trabajado en ello y pertenecen a una clase que está distanciada de la realidad. La gente de la cultura puede aportar muchas cosas y me parece positivo que tengan presencia en la política.
Si, sin duda. Me siento castellano por varios motivos. Mi familia es castellana y yo soy de la primera generación de mi familia nacida en Madrid. Y Madrid es en gran parte castellana, a pesar de que también tiene una identidad propia que la distingue. Sin duda alguna, sí, me siento castellano.
Me preocupa que se eliminen las diferencias, que se homogeneice toda la realidad y que se pase por encima el rodillo del pensamiento único, uniformizando todas las culturas, desapareciendo toda esa pluralidad de la que hablábamos antes. La riqueza está en la diversidad y nos puede enseñar bastantes cosas. Podemos reconocernos en esa diversidad, atendiendo también a otras culturas aprendiendo muchas cosas y me preocupa que esto desaparezca.
Temo olvidar y que la gente olvide, no a mí, sino que dejen de lado la memoria como herramienta de futuro, algo que me parece un grave error. La memoria nos sirve para no repetir los mismos errores, para rescatar nuestra identidad, para entender el mundo que habitamos. La memoria es útil y es nuestro último patrimonio. Cuando te lo han quitado todo, siempre te queda la memoria. Eso no te lo puede quitar nadie.
Gracias por vuestra atención. ¡Animo! Y como dice Benedetti, gracias por no quedaros inmóviles al lado del camino.