Y es que los problemas que nos asedian son tremendos: el envejecimiento de la población; la sangría imparable de nuestros conciudadano; el paro galopante; la precariedad y temporalidad de los contratos laborales; el descenso en caída libre de los salarios: ¡el 11,6 % desde la mitad de 2010!; el incremento de las cotizaciones de nuevos afiliados a la seguridad social muy inferiores a las pensiones contributivas; la corrupción galopante y el saqueo sistemático y continuado del dinero público y de los ahorros privados y el resto de los males que nos traen los nuevos jinetes apocalípticos devastadores con nombres y apellidos del PP y del PSOE sobre todo. En este escenario se va perfilando una pregunta que quita el sueño a muchos habitantes de nuestra tierra: ¿Dentro de muy pocos años quién cobrará en Castilla y León la pensión que se ha trabajado y ganado durante largos años de trabajo? Y no faltan los agravantes: las ventas del comercio caen un 2,2, % en el último año; los más de 100.000 parados que carecen de cualquier prestación en la Comunidad autónoma de Castilla y león; las 370.000 personas que rozan el umbral de la pobreza y las 40.000 que se encuentran en una situación de pobreza extrema o que el ritmo de creación e empresas en Castilla y León ha descendido un 7,2% en un año.
Pero lo más preocupante es que a estos problemas endémicos de Castilla y León hay que sumar lo que está pasando con los jóvenes: un paro juvenil del 51,2 %; una emigración de un 23,6% en el abanico de edad de 15-29 años y un 6,86% en el intercalo de 30/44 años entre los años 2006-2013; y los que optan por quedarse en la Comunidad más envejecida de cuantas forman parte de la Unión Europea, donde más de un tercio de la población supera los 65 años, tienen que soportar unos contratos laborales a tiempo parcial y en unas condiciones tan precarias que no les permiten su emancipación, teniendo asumido en un porcentaje del 80% que tendrá que vivir con su familia y pensado el 60% en marcharse al extranjero en busca de una oportunidad de trabajo que le permita el desarrollo de su proyecto vital. Y consecuencia de lo anterior es el desencanto de que si estudiar sirve para muy poco ¿por qué hacerlo? Y de que si sirve para algo es sólo para encontrar un subempleo que nada tiene que ver con la formación recibida. Ante estos hechos sólo cabe preguntarse: ¿Qué va a ser de esta comunidad si estamos descorazonando su futuro? Si se mire por donde se mire se ven con más frecuencia de la deseable jóvenes fracasados escolarmente, jóvenes parados, jóvenes en constante emigración, subempleados, forzados a vivir con sus familias, desmotivados.
Y tras la situación tan lamentable en que se encuentra nuestra juventud hay que buscar responsables. Y los hay, claro que los hay, pero aunque son genéricamente conocidos, no en vano los propios jóvenes hablan de la mediocridad de los políticos acusándoles de los males que les aquejan. Pero hay que ser más concretos y dirigirnos a los políticos profesionales que son la ineficacia personificada para idear, ofrecer o solucionar ninguno de los problemas de la juventud castellana. Y esto es lo que vamos a escribir en el próximo análisis de las causas de esta situación.
No están descaminados quienes miran hacia donde hay que mirar: a los dirigentes políticos (del PP y del PSOE de Castilla y León, sobre todo) que llevan desde 1975 atendiendo a sus propios negocios de partido con un impresentable abandono de franquicia política y económica a los jefes nacionales de sus partidos. Pero hay que bajar más y centrarse en los presidentes y Consejeros de Castilla y León que se han sucedido con más pena que gloria en la poltrona de la Junta. Y así llegamos a situaciones tan patéticas como la actual en que la Consejera de Familia de la Junta de Castilla y León, la Sra. Milagros Marcos, y el director del Instituto Regional de la Juventud, el Sr. César Burón, están consiguiendo que los asuntos relacionados con la juventud castellana y leonesa desaparezcan de las agendas de trabajo del gobierno de Castilla y León. Y no es que hagan poco y mal “en contraste con su buen sueldo- sino que se permiten la licencia de desmantelar de recursos humanos y económicos las Secciones de Juventud de cada provincia de Castilla y León. Y añaden el descaro normativo de mantener y levantar sobre sus ruinas una Consejería, apoyada tan solo en el instituto, que desde el comienzo de la legislatura no se ha dignado reunirse, mirar de frente, escuchar, dialogar y trabajar con los jóvenes castellanos. Lo único que han hecho es sobredimensionar las Gerencias Territoriales para hacer creer que la Juventud de Castilla y León está de sobra, pues para ellos no existen ni Conserjería ni futuro y que en las susodichas gerencias se lleva a cabo un trabajo ingente, cuando lo que se aprecia es la más burda improvisación y una desorganización escandalosa.
El cariz liquidacionista de esta Consejería es cada día más preocupante y la única esperanza reside en la gente joven que hará que llegue el día de echar de sus poltronas a los que tratan de ningunearlos, El día en que encumbrará a puestos de responsabilidad a quienes estén más próximos a su edad, a su forma de pensar y a su sentir, a sus intereses y a sus tendencias y que serán los que, a la postre, resolverán los graves problemas que los ineficaces les han generado. Sólo con otras personas y otra organización y otros fines y otros métodos pueden comenzar a solucionarse los problemas de la juventud que son tanto como decir el futuro de nuestra comunidad y el futuro de Castilla entera.