Esta pieza ha pasado por el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León, que se ha encargado de los trabajos por la singularidad del mueble
Tras nueve meses de trabajos, el altar de campaña de los Condes de Avellaneda ha regresado a la sacristía de la Colegiata de Santa Ana tras someterse a un completo proceso de restauración. La singularidad de esta pieza de madera y terracota ha llevado a la Junta de Castilla y León a encargarse de estas labores, realizadas en el Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales ubicado en Simancas (Valladolid), donde un completo equipo de técnicos multidisciplinar ha trabajado en este mueble datado entre finales del siglo XVI y el primer tercio del siglo XVII.
Este altar portátil dedicado a Santa María Egipciaca, una santa del siglo V, ocupa ya su lugar en la sacristía del templo. El valor de la restauración aún no se ha cuantificado, al haber precisado la dedicación de varios expertos en diferentes técnicas, pero este tipo de labores tendría un valor más que elevado en un taller privado debido al tiempo que ha precisado su reparación y regreso a su esplendor anterior.
Los expertos que devolvieron el altar a la colegiata de Peñaranda de Duero destacaban la singularidad de esta pieza y su calidad de factura. «Los altares de campaña no son algo muy habitual, los ha debido haber pero en el centro es el primero que se hace, y este es una muy buena pieza, con muy buena ejecución en la parte de la arquitectura y el ensamble de las piezas está bastante bien hecha, es una obra no mediocre sino de muy buena factura y de un buen encargo como es lógico estando aquí la casa de los Condes de Miranda», comentaba Juan Carlos Martín, uno de los responsables de los trabajos que se han llevado a cabo en esta pieza.
Este altar de campaña se elaboró, tal y como era costumbre en los siglos XVI y siguientes, para acompañar a su dueño en las batallas que libraban fuera del territorio del reino y en defensa tanto de la religión cristiana como de los terrenos de su monarca. En este caso, hay constancia documental de que este altar de campaña acompaño al sexto conde de Miranda, Juan de Zúñiga y Avellaneda, en las guerras de Nápoles.
Una de las curiosidades con que cuenta esta pieza son unas reproducciones pictóricas en la parte exterior del altar. «En los batientes, por la parte exterior, tienen una representación peculiar de los atributos de las letanías de la Virgen y de la Pasión de Cristo, sobre los que se ha realizado todo el trabajo propio de conservación de la parte pictórica, se han limpiado y se han reintegrado», explicaba Martín.
Cuando los técnicos del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Junta se llevaron el altar en noviembre del año pasado, además de la suciedad acumulada, el polvo y los goterones de cera, presentaba faltas de material en las molduras de las cornisas y en los cerramientos. Además, «el interior de las puertas batientes, los pergaminos policromados que representan a San Jerónimo y San Juan Bautista, tenían un problema de estabilidad estructural, estaban despegados del fondo, y se han reintegrados cromáticamente, las partes de policromía que faltaban las hemos colocado, los hemos limpiado y tratado», resumía Juan Carlos Martín.
La imagen de Santa María Egipciaca central «tenía una gruesa capa de barniz muy envejecido, muy oscurecido» que también se ha limpiado y tratado, igual que las zonas afectadas por insectos xilófagos, «que tenía, muy pocos porque como es madera de nogal y tenía sólo en la parte de la holgura de la madera», y la placa de latón que se puede ver en el basamento del altar, que ha recuperado el brillo que debió tener cuando se colocó en este altar devocional de campaña.
(Fuente: modificado I.M.L. / Diario de Burgos)
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