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Castilla nos une

Castilla nos une

Municipalismo Castellano. (Septiembre 2014).

Nuestra tierra, y muy especialmente el campo castellano, desde los éxodos rurales masivos de los años sesenta hacia Madrid, Cataluña y el País Vasco, forzados por la tecnificación de las labores agrarias y por el “efecto llamada” de los puestos de trabajo industriales generados en determinadas comunidades españolas, padece un continuo e irreversible proceso de despoblación y de envejecimiento, que ninguno de los cacareados programas y agendas que han elaborado las diferentes administraciones han logrado ni corregir ni minimizar.

Luchar de manera efectiva contra la desertización humana y demográfica de nuestros pueblos, es una obligación prioritaria para cualquier política razonable de ordenación del territorio, de gestión del patrimonio cultural y ambiental o de acciones con futuro en el sector agropecuario y forestal. Y es muy complejo diseñar acciones eficaces contra la despoblación y el envejecimiento, favorables al retorno de los jóvenes emigrados, o atractivos para quienes están hastiados del modelo de vida de las grandes ciudades, sin tener en consideración a las administraciones locales, a los Ayuntamientos y las Juntas Vecinales de nuestros pequeños pueblos. Desde la distancia de las grandes administraciones burocráticas, acantonadas en enormes y amenazadores edificios públicos de las grandes capitales, es muy difícil tener la sensibilidad necesaria para comprender la compleja realidad de un mundo muy antiguo, que se siente amenazado y olvidado, que ha sido obligado a perder las referencias identitarias que le han otorgado su autoestima durante siglos, y que es imprescindible para construir cualquier modelo social, territorial económico o cívico, que pretenda ser coherente y sostenible.

Debemos recordar para empezar, que son los municipios las primeras administraciones que se crearon en nuestro país, siendo preexistentes en muchos siglos tanto al Estado Español, como por supuesto a las decimonónicas diputaciones provinciales o a las recientes comunidades autónomas. Así, se considera a la localidad palentina de Brañosera, como el “primer Ayuntamiento de España”, cifrando en su Carta-Puebla o Fuero, del año 824, su fecha de nacimiento; casi 1200 años de antigüedad… Además, es preciso recordar que la constitución de los viejos municipios castellanos, prácticamente en su totalidad instituciones milenarias, nacidas al calor de las repoblaciones altomedievales, está estrechamente relacionada a los derechos que obtenían quienes las habitaban, a las garantías y privilegios que el monarca les ofrecía, a instituciones concejiles y participativas, claramente incardinadas en la democracia directa, a formas casi únicas de ejercer la libertad, en el ambiente asfixiante del mundo feudal.

Ciñéndonos al caso de la provincia de Burgos, un ejemplo paradigmático en el vasto océano territorial castellano, contamos con 371 municipios, de los cuales todos menos cinco (Burgos, Miranda de Ebro, Aranda de Duero, Briviesca y Medina de Pomar) tienen una población inferior a 5.000 habitantes, es decir ¡el 98,65% del total son pequeños municipios!. Además se completa el panorama local, con la existencia de 652 Entidades Locales Menores, y un conjunto de otros 300 núcleos rurales diseminados, sin carácter administrativo alguno. Todo ello en un territorio superior a los 14.000 kilómetros cuadrados (el doble que el País Vasco) con una población menguante, que hoy ronda los 365.000 habitantes.

¿cuáles son las políticas institucionales de apoyo a las pequeñas localidades, como vectores sobre los que construir un mosaico eficiente contra la despoblación y el envejecimiento?. En primer lugar, la apuesta decidida e irracional por las Diputaciones Provinciales, organismos ineficientes (menos del 20% de su presupuesto acaba llegando a las localidades de población inferior a los 20.000 habitantes), decimonónicos (fueron creadas para tejer una red de control caciquil del territorio) y predemocráticos (sus representantes no son elegidos directamente por la ciudadanía, sino por los partidos). En segundo lugar, culpabilizando a los habitantes de las pequeñas localidades rurales de su destino: como son los causantes de la crisis, eliminando los concejales y alcaldes rurales (que en un 90% no cobran) resolveríamos el problema del excesivo gasto municipal

Así mismo, desde el Gobierno y desde otras formaciones políticas del mismo pelaje, se insiste en la idea, que subyace en las nuevas reformas locales, de hacer desaparecer como entidades administrativas, tanto a las pedanías como a los pequeños municipios, utilizando como coartada mendaces argumentos como el ahorro o la mejora de las prestación de servicios públicos, cuando el latido de tales reformas solo pretende la sustracción de competencias municipales propias, la confiscación de patrimonios comunales y públicos locales, el encarecimiento de los servicios públicos rurales y su centralización en las Diputaciones Provinciales, para que puedan ser privatizados y caer en manos de empresas bien relacionadas con los poderes dominantes.

Es necesario entender que el futuro del medio rural descansa sobre actuaciones que aprovechen los recursos humanos, materiales e inmateriales que existen en nuestros pueblos, fortaleciéndolos, poniéndolos en valor y dotándolos de sinergias cooperativas. No podremos resolver los problemas del mundo rural, desde las ciudades y dándoles la espalda a sus habitantes. Y toda política a aplicar en el ámbito rural, debe asumir con claridad cuál es su contribución a la resolución de los problemas de la despoblación, el envejecimiento o el mantenimiento sostenible del territorio.

Desgraciadamente, la incomprensión y el desprecio que nuestros gobernantes tienen hacia el medio rural, les guía por caminos diferentes, amenazando con hacer desaparecer al 80% de las pedanías burgalesas a finales de este año 2014, negándoles un tratamiento administrativo y financiero simplificado, evitando dotarles de asesoramientos técnicos eficientes y ágiles, confiando simplemente en su futuro. Se elaboran leyes y proyectos nuevos, que nacen desde la ignorancia sobre el mundo rural, redactados desde los despachos, dando la espalda a los ciudadanos.

(Fuente: http://burgosconecta.es/blogs/latenadadelcomun/2014/09/26/municipalismo-castellano/)

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