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Castilla nos une

Castilla nos une

Porteadores de vino. (Octubre 2013).. (16/10/2013)

Vamos a fijarnos en ese territorio de los cursos altos de los ríos Oja y Tirón, cortado por la carretera nacional N-120, cerca de las poblaciones de Sto. Domingo de La Calzada y Belorado.

Aquí hace siglos que no se plantan viñas. Se cultivaron hasta el XIV.
Las dificultades de los pequeños caminos, hicieron tolerable la producción en el pasado. Por eso aparecen topónimos de parajes denominados «las viñas», cerca de las casas y con orientación al mediodía, pues muchas veces estamos a más de 1.000 m. de altura. Ese hilillo de zumo ácido, se destinaba preferentemente al llenado del cáliz sacerdotal

Con la mejora de los caminos y el comercio, llegaban hasta aquí los vinos fuertes del valle, generalmente tintos; aunque la preferencia era conseguir blancos. Estamos en los finales de la Edad Media

En los siglos XVI, XVII ó XVIII las raciones para pobres, monjas, enfermos, peregrinos ó jornaleros fue creciendo gracias al desarrollo del comercio. Entraba en las costumbres el consumo al cerrar un trato, entrada de un mozo en la cofradía y finalización de las obras de una casa. El volumen trasegado en las tabernas era enorme, pero de baja graduación porque estaba aguado

Se fue creando una jerarquía de los viñadores , desprestigiando a pastores y labradores del dalle. La importancia del vino era tal que el concejo lo pagaba generosamente en las fiestas para deguste de vecinos y pobres. Hay referencias en Cerezo de río Tirón, Quintanar de Rioja y Valgañón. Incluso en la muerte, porque ni aquí ni en toda Castilla, había labrador de mediana heredad que no dispusiese la celebración de un convite para los pobres, en el que no había de faltar un cuero de vino tinto. Incluso se convierte en moneda de cambio para pago de procesiones, canon al cura por conjurar tempestades, multas,…

Tal era la importancia del abastecimiento que recayó su responsabilidad sobre las autoridades municipales. Así la importancia de los «porteadores» que eran profesionales arrieros dedicados a tiempo parcial, la mayoría también labradores. Con desplazamientos periódicos hasta Rioja e incluso hasta la Tierra de Aranda. Obligados por contratos de llevarlo hasta la alhóndiga comunal.

Dada la facilidad del Camino de Santiago, entre los vecinos de los pueblos cercanos, se hacía por turno, sin necesidad de contrato. Esta forma tan peculiar comunal, de gran interés etnográfico, se ha mantenido hasta la década de los ochenta. Para los jóvenes era como un rito de iniciación en la vida comunitaria.

Todo ello reunía a gentes de Ezcaray, Ojacastro, Cerezo, Eterna, Redecilla del Campo, Tormantos, Leiva,Castildelgado, Zaldierna,Ibrillos, Avellanosa de Rioja y Haro.


(Fuente: artículo de Rufino Gómez en la revista de cultura popular riojana Piedra de Rayo)

 

 

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