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Castilla nos une

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REALIDAD Y FUTURO ¿DE QUE CASTILLA?. Javier Benedit. TC-PNC Madrid. (24/10/2001)

REALIDAD Y FUTURO ¿DE QUE CASTILLA?
Javier Benedit. Coordinador TC-PNC Madrid

En general, analizar la realidad resulta un tema complejo pues el concepto de realidad en el espíritu humano, es en sí mismo un tema subjetivo que según el punto de vista con el que se observe, tiene mayor o menor grado de aproximación a la verdad.
Esta complejidad se agudiza cuando se trata de analizar algo tan plural como es la realidad de un pueblo y resulta especialmente complejo, cuando lo que se analiza es la realidad actual del pueblo castellano.

Siguiendo un orden lógico del pensamiento, en el desarrollo de este tema uno se tiene que preguntar ¿Qué es lo que hay que desarrollar? La realidad ¿De qué? De Castilla. Y esto supone, ya de por sí, un problema pues en la actualidad, ni conceptual ni administrativamente Castilla existe en el Estado Español.

Tendríamos que identificar, entonces, de que realidad estamos hablando y en nuestro caso, tendríamos para ello que recurrir a la historia para poder realizar dicha identificación.

Tradicionalmente, en los movimientos castellanistas (entendamos por estos, los movimientos sociales, culturales y/o políticos que defienden una identidad para Castilla en el Estado Español), se dan principalmente dos concepciones geográficas/administrativas de Castilla:

1. La que algunos estudiosos del tema han venido en llamar «La Castilla Total» y que englobaría las Regiones Históricas de Castilla La Vieja (Santander, Logroño, Valladolid, Burgos, Avila, Palencia, Segovia y Soria), Castilla La Nueva (Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid y Toledo) y el Reino de León (León, Salamanca y Zamora). Esta concepción es posiblemente la más «popular», incluso entre aquellas gentes no castellanistas, e históricamente cuenta con un aval importante. Un ejemplo se da en el movimiento de integración castellanista que se organizo en 1869 a raíz de la firma del Pacto Federal Castellano, por el que estas 16 Provincias Castellanas y la Provincia de Albacete, libremente y a través de sus representantes en la Iª República, se unieron para estructurar un Estado Federal Castellano. Por desgracia, este intento se vio más tarde truncado por el Golpe militar del General Pavía, que acabo con la Iª República.

2. La otra concepción, es la que algunos han denominado «La Castilla Tradicional», que englobaría aquellas zonas donde se aplicaron los Fueros Castellanos y que comprenderían la Región Histórica de Castilla La Vieja, Madrid, Guadalajara y parte de las Provincias de Toledo y Cuenca (básicamente las zonas de estas provincias que no están dentro de la Región natural de La Mancha).

Sea como fuere, lo cierto es que la actual distribución Autonómica no refleja, de modo alguno, la identidad de Castilla. Más bien, por el contrario, las autonomías en que han dividido a Castilla no se atienen a ningún rigor histórico, social o cultural y parecen creadas de forma caprichosa, generandose una confusa y sospechosa desvertebración de Castilla que parece obedecer a intereses ajenos a la misma.

A esto hay que sumar, que el proceso autonómico en Castilla, se realizo sobre la base de Reales Decretos que desarrollaban los artículos del Capitulo Tercero de la Constitución de 1978 y en ningún caso, al contrario de como ha dicho recientemente algún dirigente autonómico en diversos medios de comunicación, los castellanos decidimos dividirnos en diferentes Comunidades Autónomas. Este fue un proceso político, decidido por políticos y sobre la base de intereses políticos y el pueblo castellano no participo de forma directa en esta toma de decisiones. Se puede achacar al pueblo castellano, que no se movilizara masivamente en contra de esta división autonómica e incluso eso seria una verdad a medias, pues hubo importantes movimientos que pedían una autonomía especifica castellana contraria a dicha división, que fueron reprimidos contundentemente por la policía en la mayoría de los casos y sospechosamente ignorados por los medios de comunicación publica en su totalidad; pero en ningún caso se puede afirmar que esta distribución autonómica fuese consensuada con el pueblo castellano.

Es más, la propia articulación autonómica de algunas comunidades castellanas no reflejan los requisitos plasmados en la Constitución Española para su formación. Este es el caso, por ejemplo, de Madrid cuyo Estatuto se desarrollo como Comunidad Autónoma uniprovincial sobre la base del Articulo 144, que dice textualmente:

«Las Cortes Generales, mediante ley orgánica, podrán, por motivos de interés nacional:

a) Autorizar la constitución de una comunidad autónoma cuando su ámbito territorial no supere el de una provincia y no reúna las condiciones del apartado 1 del artículo 143.»

El articulo 143 en su apartado 1 dice textualmente:

«En el ejercicio del derecho a la autonomía reconocido en el artículo 2 de la Constitución, las provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas con arreglo a lo previsto en este Título y en los respectivos Estatutos»

Es evidente que según estos artículos, Madrid debería de haberse articulado como parte de otra Comunidad Autónoma sobre la base del articulo 143 y no de forma uniprovincial sobre la base del 144. Para salvar este contrasentido se alegaron hechos diferenciales y de interés nacional sobre la base de su condición de contener la Capitalidad del Estado, pero bajo mi punto de vista, esto es una particularidad que de ninguna manera contradice el artículo 143, ni es hecho suficiente ni necesario para articular una comunidad uniprovincial sobre la base del articulo 144, el cual no recoge este motivo como apto para realizar dicha articulación.

En cualquier caso, resulta curioso que en un Estado de las Autonomías que presume de respetar la identidad de los pueblos, los castellanos aún tengamos que estar discutiendo, cuando no desconociendo, sobre lo que es o deja de ser Castilla y que si se observa el mapa Autonómico Español nos tengamos que preguntar ¿Donde esta representado nuestro pueblo?.

Muchos castellanos no consideran esta situación como un problema, alegando que Castilla es España. Yo sinceramente, no veo que la España actual refleje este lazo de unión que se alega, es mas, ni siquiera desde el punto de vista cultural Castilla tiene una representación clara dentro del contexto del Estado Español el cual ha favorecido la perdida de la identidad y las raíces del pueblo castellano. Creo, además, que esta afirmación alegórica representa un espíritu de posesión de España que va en contra de la realidad social y cultural que esta plasmada en la Constitución de 1978. Si tomamos como cierta esta afirmación, los castellanos deberíamos empezar a preguntarnos algunas cuestiones:

Si Castilla es España ¿Qué son Aragón, Andalucía, Cataluña, el País Vasco o Galicia?

Si estos pueblos también son España y es evidente que no son Castilla, quizás deberíamos empezar a reconocer que estamos en un Estado constituido por pueblos con una importante parte de la historia común pero con realidades socio-culturales diferenciadas que desean tener un papel más protagonista de su propio devenir dentro del Estado Español ¿No debería de ser Castilla uno de esos pueblos? ¿No tiene Castilla el derecho de poder tomar su propio protagonismo dentro del Estado y más teniendo en cuenta que fue Castilla uno de los principales pilares para la vertebración de España?.

¿Que sentido tiene desvertebrar Castilla para la correcta vertebración de España? ¿A quien favorece esa desvertebración? ¿A España? Creo que el camino andado en estos veinte años de democracia ha demostrado que si alguien ha salido beneficiado con la ruptura de Castilla, no ha sido precisamente España y por supuesto, tampoco Castilla.

A lo largo de estos cerca de veinte años de Gobiernos Autonómicos, el problema de la NO existencia conceptual y administrativa de Castilla, ha ido tomando dimensiones cada vez más preocupantes y la perdida constante de identidad del pueblo castellano, promovida por los propios Gobiernos Autonómicos que han tratado de justificar su existencia manipulando y ocultando la historia y las señas de identidad de sus propias Comunidades, ha llevado a que en alguna de ellas no se reconozca ningún vinculo de unión histórico-cultural con Castilla o en el mejor de los casos, que dicho vinculo se trate como algo circunstancial. Esto se da especialmente en las nuevas generaciones y nos sitúa en otra magnitud del problema, que es la perdida de la identidad socio-cultural de nuestro pueblo.

La actual división territorial de Castilla, que debería de haberse entendido como una situación de espera para ir definiendo el camino a una autentica autonomía del pueblo castellano, promoviendo y fomentando por parte de las instituciones autonómicas, las verdaderas raíces populares y culturales de su tierra, a la vez que la cooperación y relación con las otras provincias y comunidades castellanas, ha derivado en un ilógico separatismo cultural buscando, cuando no inventando, señas de identidad diferenciadoras del resto de comunidades de las que histórica y culturalmente forman parte.

La Comunidad de Cantabria, ha basado su evolución socio-cultural sobre la base del hecho diferencial del pueblo cántabro y no reconoce vinculo cultural o histórico ninguno con Castilla. La Comunidad de La Rioja, ante su aislamiento social, cultural y económico, se esta viendo influenciada de forma cada vez más abrumadora, por la cultura y economía Vasca, perdiendo los lazos de unión que siempre ha tenido con Castilla. La Comunidad de Madrid, «presume» de no tener una identidad cultural propia y de ser el «crisol» de los pueblos de España, como si el hecho de reconocer sus raíces culturales e históricas castellanas, que siempre ha tenido y reconocido, atentase contra el desarrollo de una sociedad plural y solidaria. La Comunidad de Castilla-La Mancha basa su desarrollo socio-cultural en crear una identidad Manchega como forma de tener un hecho diferencial propio, curiosamente cuando La Mancha ha sido siempre una Región Natural (no política o administrativa) y sus señas de identidad surgen y se desarrollan con Castilla. Por último, la Comunidad de Castilla y León, que debería ser el pilar del desarrollo de la cultura castellana, se debate en una sensación de inferioridad con respecto a otras comunidades y pueblos del Estado, dejándose relegar a un segundo plano sin atreverse a tomar las riendas del protagonismo social y cultural del pueblo castellano.

Además de estos aspectos, la división autonómica de Castilla representa un importante desequilibrio de los sectores productivos y minimiza el peso de Castilla en el Estado actual. Si realizamos un breve balance de algunos aspectos relacionados con la situación económica de Castilla, nos daremos cuenta que no es muy halagüeña.

En el aspecto demográfico, importantes zonas de Castilla, especialmente en el ámbito rural, se encuentran inmersas en un absoluto colapso debido a la falta de incentivos y propuestas concretas de desarrollo económico que ha producido una emigración que representa la mayor del Estado entre los años 1900 y 1990. Castilla y León, por ejemplo, ha pasado de tener una población que representaba el 18% de la población del Estado en 1850 a tener una población que representa aproximadamente, el 7% en la actualidad; mientras Castilla-La Mancha ha pasado del 9% al 4%. Además hay que tener en cuenta el aspecto cualitativo de la población emigrada, ya que esta emigración se ha producido en la gente joven con mejores grados de formación y mayores inquietudes.

Esta situación ha traído como consecuencia la creación de verdaderos desiertos demográficos con zonas cuyas densidades de población son menores de 1 habitante /km2 y Provincias enteras con densidades de población de 10 habitantes/km2; así como un envejecimiento poblacional critico, que produce una crisis en la financiación de los servicios públicos y la falta de actividad e incapacidad de generar un desarrollo endógeno y autocentrado.

A esto hay que añadir, la continuidad en cuanto a la falta de políticas económicas concretas y centradas que frenen la actual situación. A la mala negociación que se realizo con el ingreso en la CEE para los productos básicos del campo castellano, hay que unir la aplicación que se esta llevando a cabo de la actual política agropecuaria comunitaria, primando la improductividad y favoreciendo el abandono de tierras y de explotaciones ganaderas. Por otro lado, el reparto de los fondos estructurales y de cohesión se esta realizando de forma irregular ya que estos se otorgan a regiones con renta inferior a la media y proporcionalmente a su superficie, mientras que el reparto interno dentro del Estado se efectúa entre todas las comunidades autónomas: Esto significa que Castilla debería de recibir el 60% de los fondos sobre la base de su superficie y recibe tan solo el 30%.

En el aspecto Autonómico, la discriminación que representa la injusta diferenciación entre Nacionalidades históricas y regiones, con diferentes niveles de competencias y tratamientos fiscales y económicos y el no reconocimiento del hecho nacional castellano, esta propiciando unos importantes desequilibrios entre las diferentes regiones del Estado que son especialmente relevantes en Castilla. Como muestra, en la tabla siguiente se dan las pesetas/habitante obtenidas de los presupuestos autonómicos aprobados para 1998, para las diferentes Comunidades castellanas y las referentes a algunas comunidades históricas o con un convenio económico especial:

Comunidad Autónoma Habitantes (Millones) Ppto. Autonómico 98 (Mpts) [1] Pts/habitante
Castilla y León 2,6 459.000 176.538
Castilla-La Mancha 1,6 403.892 252.432
Madrid 4,7 809.000 172.128
Cantabria 0,5 80.000 160.000
La Rioja 0,25 40.000 160.228
CASTILLA 9,65 1.791.949 185.694
Cataluña 5,9 1.990.000 337.288
País Vasco 2,1 736.146 350.545
Navarra 0,5 317.000 634.000

[1] Fuente de información: Diario El País 9.11.97

Se observa la discriminación presupuestaria que existe entre las comunidades denominadas históricas y Castilla, las cuales nos duplican en presupuesto y por lo tanto, en posibilidades de inversión y gasto.

En cuanto al crecimiento económico expresado en el P.I.B, las Comunidades autónomas castellanas vienen creciendo por debajo de la media nacional de forma prácticamente constante. En la tabla siguiente se muestra el crecimiento del PIB en los años 95 y 97 para las diferentes comunidades castellanas respecto a la media de crecimiento en España:

Tasa de crecimiento real del VAB (%) [1]
1995 1997
España 3,17 3,87
Cantabria 3,54 3,43
La Rioja 4,15 3,51
Madrid 2,63 3,67
Castilla y León 2,32 2,73
Castilla-La Mancha 1,26 3,59
Castilla 2,78 3,38

[1] Fuente de información FIES

En cualquier caso y si bien es cierto que la postura que España ha tenido hacia Castilla ha propiciado la situación de involución en la que se encuentra, no es menos cierto que la propia postura que la mayoría de los castellanos hemos tenido hacia nuestra tierra y nuestra cultura ha sido un factor determinante de dicha involución.

La insumisión que ha mostrado el pueblo castellano en ciertos períodos de su historia y la falta de aprecio y orgullo hacia su propia cultura, ha convertido a Castilla en un mero comparsa de su propia existencia.

La Castilla actual territorialmente dividida, culturalmente inexistente, económicamente perdida y demográficamente agonizante, necesita de un debate socio-político intenso y urgente que analice su situación, dé posibilidades reales de solución a sus problemas y provoque una movilización de sus diferentes capas sociales, concienciandolas en la necesidad de trabajar en conjunto para que la sociedad castellana retome su papel de protagonista de su propia existencia y sin el cual, los hombres y mujeres que vivimos en Castilla tendremos un futuro incierto, especialmente en la España del siglo XXI que se esta configurando.

Por desgracia y tal como evolucionan los acontecimientos, dudo totalmente que sea el Estado el que provoque ese debate y ese resurgimiento de nuestra tierra.

Es necesario que Castilla tenga una representación clara en el actual Estado Autonómico, sobre la base de unos mínimos rigores culturales, históricos y económicos; que se acabe con la «criminalización» del hecho nacional castellano en el conjunto del Estado y se reconozca la aportación global que Castilla puede hacer a España; que se recupere la identidad del pueblo castellano como parte primordial de la cultura del pueblo Español y que se otorge a Castilla las competencias que le corresponden como nacionalidad histórica.

El definir y acometer políticas incentivadoras en el seno de Castilla, que posibiliten el incremento de las inversiones publicas y privadas, de forma que se cree un tejido económico, social y cultural estable, es una necesidad imperiosa de la que nadie habla y que los propios castellanos tenemos que exigir.

No podemos seguir viviendo de subvenciones para nuestro campo que lejos de asegurar un futuro a nuestras gentes, les den el pan para hoy y el hambre para mañana, moviéndose por intereses impuestos que priman la falta de productividad y el abandono agrícola y ganadero.

No podemos seguir sin un plan de reindustrialización para Castilla, que posibilite con la necesaria regulación, el asentamiento de industrias en aquellas zonas especialmente preparadas para ello o donde se generen las materias primas, evitando lo que algunos estudiosos del tema han venido a llamar «La colonización interior de Castilla» y que provoca que casi la totalidad de los procesos de transformación de esas materias primas se realicen fuera de nuestro territorio, produciéndose ese trato asimétrico que se da entre los países monoproductores de materias primas y los países industrializados y que se ha descrito de forma suficiente en la literatura económica.

No podemos permanecer impasibles ante la situación demográfica de nuestra tierra, en la que existen provincias con densidades de población de 10 habitantes por km_ y lo que es peor, con un absoluto envejecimiento poblacional. Provincias desertizadas y cuyas posibilidades de recuperación son ya en la actualidad, prácticamente nulas.

Los Castellanos no queremos excluirnos de nada ni de nadie, pero tampoco queremos que nos excluyan y si alguien ha excluido a alguien actualmente, ese ha sido España a Castilla y no al revés.

Retomemos el rumbo de nuestra historia y trabajemos por hacer una Castilla solidaria, fuerte y orgullosa de si misma, que afronte su futuro en el Estado Español con el peso social y político que su historia y su cultura se merecen.

Pidamos a nuestros intelectuales, empresarios y políticos que hagan resurgir a la sociedad civil castellana. Que apuesten por Castilla sea cual sea su posición social o política, porque apostar por Castilla es apostar por su propio futuro y por el de todas las gentes que formamos este gran país y aunque a alguno le resulte extraño, apostar por Castilla es también apostar por una España mas fuerte, mas equitativa, mas solidaria y mejor vertebrada.

Este esfuerzo, esta necesidad diría mas bien, se lo debemos a tantos castellanos, hombres y mujeres, que durante siglos han contribuido a un patrimonio histórico y cultural común, que en nuestros días, unos por otros, estamos dividiendo y ocultando con partidismos que dan una visión estrecha de nuestra cultura y nuestra tierra. Sería un error difícilmente explicable a las generaciones futuras, la perdida de Castilla como entidad cultural, social y política y en nuestros intelectuales y políticos recaería principalmente el peso de este error histórico.

Javier Benedit Algora

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