Hay que empezar diciendo al señor Arahuetes que lleva toda la razón en su airada reacción a la roñosería presupuestaria de la Junta de Castilla y León con la ciudad de Segovia. Pero, una vez dicho esto, hay que aclarar al señor Arahuetes que sí, que en Segovia la mayoría los segovianos que nos sentimos segovianos y castellanos. Si eso es para él una sorpresa debería plantearse que algo falla en su formación geográfica e histórica. Y por extensión nos sentimos parte de una organización administrativa llamada Castilla y León, una de los cinco corralitos políticos que resultó de destazar Castilla en cinco comunidades autónomas durante la sobrevaloradísima Transición.
El señor Arahuetes también le falta una perspectiva global de los últimos 50 años. Pero centrándonos sólo en los últimos quince años hay que añadir que el señor Arahuetes olvida que ahora con el PP y antes con el PSOE en el gobierno de España nada ha cambiado: Segovia ha sido siempre el farolillo rojo de las inversiones del Estado Español y de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Resultan inolvidables las palabras del Óscar López, del PSOE en los tiempos en que su partido gobernaba España diciendo que Segovia era privilegiada en las inversiones del Estado cuando todos sabíamos -incluidos él y el señor Arahuetes- que aquellas cantidades que se atribuían a la provincia de Segovia se referían únicamente a la obras del AVE y sus túneles faraónicos mientras las inversiones en carreteras o en empleo o en bienestar social eran tan ridículas como ahora.
El Sr. Arahuetes, como alcalde de Segovia se atrinchera -tiene su lógica- en Segovia ciudad, su campo de batalla favorito y su responsabilidad personal. Y hace bien. Pero también esa es su debilidad pues cuando habla con frases grandilocuentes de que nadie se siente de esta comunidad: se olvida de que en «su ciudad» hay muchas personas que también se sienten de Segovia provincia y de una comunidad (más amplia que Castilla y León) llamada Castilla que lleva desde los tiempos de la Dictadura, abandonada a su suerte. El señor Arahuetes hace bien en quejarse pero no puede pretender abanderar ninguna queja colectiva o hablar de Castilla y León pues en su larga carrera de alcalde de Segovia no recordamos a ningún alcalde segoviano que haya hecho menos por celebrar o promover las señas de identidad de Castilla o por querer entender que hay segovianos de la ciudad y de la provincia que nos sentimos castellanos de Castilla sin dejar de sentirnos españoles. Y mientras el alcalde de Segovia se enroca en las murallas de Segovia otros miramos mas allá y no sólo pedimos al gobierno de España y a la Junta más inversiones para Segovia sino que pedimos más inversiones para la provincia y para Castilla y León y para Castilla entera. Si el señor Arahuetes piensa que Segovia es maltratada en todos los presupuestos del Estado y de la Comunidad Autónoma sepa que muchos segovianos pensamos como él pero que vamos más allá y que si él se considera un líder de opinión no puede olvidar que la ciudad de Segovia vive también en una provincia y en una Comunidad Autónoma (con Valladolid a la cabeza) y en medio de unas comunidades castellanas (con Madrid a la cabeza) que son los mercados fundamentales para nuestros productos y nuestras empresas y origen de la mayoría de los turistas que sostienen nuestra hostelería.
Todos los proyectos ninguneados que el señor Arahuetes enumera en sus quejas son razonables -aunque habría que ver si él ha hecho por su parte todo lo que le compete-, sus reclamaciones y su reacción airada resultan más que lógicas, pero su reparto de responsabilidades resulta claramente sectario: no sólo tienen y hay que exigir responsabilidades a los procuradores, los diputados y senadores del PP, sino también a los procuradores, senadores y diputados del PSOE, el partido del señor Arahuetes. Ni unos ni otros han velado nunca por los intereses de los segovianos de esta ciudad o de los segovianos de la provincia o de los castellanos de Castilla.
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