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Castilla nos une

Castilla nos une

TIEMPO DE PENDONES.(Noviembre`2003). Revista El Trigarral de la Comarca del Arlanza.. (24/11/2003)

De mayo a septiembre Castilla es una fiesta hasta en sus rincones más arrinconados. Cada villa y aldea se resiste a morir, aunque lleve varios años agónica. Y un síntoma de ese hálito de vida es el conjunto de fiestas, procesiones y romerías,que en esta época del año siembran nuestro suelo.

El núcleo rural puede ser tan reducido en población que todo vecino sea necesario para portar los elementos imprescindibles de toda procesión que se precie: cruz procesional y ciriales, insignias y pendones, la imagen del santo o virgen y el pendón.

Este último requiere un pendonero fornido, con agilidad para hacer quiebros al recio viento y con cintura flexible para sortear los mil cables de luces y teléfonos, que cruzan desordenadamente nuestras calles y plazas. Estos tendidos son un signo más de un mundo rural sin ley ni exigencias a las compañías, que a cambio de un seervicio bien cobrado, afean y atentan contra una arquitectura popular y secular digna de mayor respeto. Loada sea la Corporación Municipal que se atreva a exigir a estas grandes empresas sanguijuelas la eliminación de este laberinto de cables, palomillas y postes y la realización del soterramiento de los mismos.

Mientras tanto el buen pendonero debe llevar en las procesiones una doble mirada: al suelo para asegurar su pisada y al cielo para no provocar una avería eléctrica.

Este hombre del pendón debe ser de media edad: ni tan mayor que le tiemblen las piernas ante el peso y remo de la gigante insignia, ni tan joven e inexperto que desconozcan el rito e itinerario que ha de marcar. Este oficio únicamente se adquiere por devoción y buena voluntad. Nunca ha tenido ningún tipo de remuneración económica. Y lo mismo que el campanero y el portador de la cruz, son servicios (no oficios) que recaen en manos siempre disponibles, que viven con noble gala el honor de querer a su pueblo. Es frecuente que estos servicios comunitarios se ejerzan como una prolongación de los que sus padres ya ejercieron. Algunos desde la ciudad comentarán en sus círculos familiares y de amigos que el día de la romería tiene que bajar a la ermita del pueblo porque está ofrecido a sacar el pendón. Y sacarle un año más es como el cumplimiento de un voto, un reto, un compromiso sagrado.

Especial significado adquiere el pendón cuando se producen concentraciones de varias parroquias y pueblos en una ermita comunal. Este bosque de mástiles rojos ordenados es como un ejercito pacífico que se levanta contra la postración de unos pueblos. en estas concentraciones folclórico-religiosas el pendón representa a los vecinos y devotos de cada lugar. Y el saludo y despedida con el mismo comienzo y final de la jornada romera es un bello ejercicio de ordenamiento y pleitesía ejecutados diestramente por el pendonero.

Habrá que seguir evocando y proclamando, como nuevos comuneros, la épica gesta en favor de unos pueblos, que necesitan nuevos brazos para levantar Castilla y el pendón que la representa.

Que alborozo por las calles, los pendones se despliegan,
Morados pendones viejos, morados de tantas penas.

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