Dos elementos claves marcan la cumbre del clima celebrada en Nairobi. Uno el rápido calentamiento del planeta que avanza a más velocidad de lo que se pensaba. Dos los costes que conlleva, por ejemplo: el cambio climático está provocando una mayor variabilidad del tiempo y eso traerá consigo grandes repercusiones en el clima. Como consecuencia de esto el casquete ártico se derretirá con tanta rapidez que traerá profundas repercusiones sobre el nivel del mar.
Aun así, no se sabe hasta que punto nos va afectar el calentamiento global.
Tenemos que tomar el desafío del cambio climático como una oportunidad para realizar un cambio en el modelo de desarrollo actual y así conseguir hacerlo sostenible. Estamos advertidos de lo que va a pasar con el calentamiento del planeta debido a las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. El cambio climático puede desencadenar una crisis de incalculables consecuencias económicas.
Ahora, como podemos evitarlo: invirtiendo en la transformación de los sistemas productivos y energéticos para hacerlos más eficaces, sobretodo recurriendo a las energías renovables y reduciendo el uso de combustibles fósiles. Lo cual implica reducir drásticamente las emisiones por parte de los países industrializados. Eso puede conseguirse mediante mejoras en los incentivos que ayuden a reducir las emisiones. Y eliminando progresivamente las subvenciones a las industrias del petróleo y el gas conseguiremos que los precios muestren los auténticos costes de la energía lo que ayudara a fomentar la innovación y la conservación de los recursos energéticos.
Ya no podemos permitirnos ignorar el riesgo que supone el cambio climático y sus consecuencias. Hace falta por parte de los gobiernos y de los responsables políticos una clara voluntad política y un verdadero compromiso para reconducir la situación económica actual hacia una más viable, cuyos responsables reconduzcan la economía hacia unos objetivos sociales más justos y ambientalmente sostenibles.