El olmo es una especie arbórea emblemática en el paisaje castellano y en la tradición popular de los viejos pueblos de Castilla. El olmo es uno de los árboles más bellos y emblemáticos del paisaje peninsular, cuya presencia en España se remontan a 30 millones de años, y que actualmente está amenazado de extinción por efecto de una perniciosa plaga, que progresivamente va acabando con las olmedas de Castilla. Se calcula que la grafiosis ha matado, desde mediados del siglo pasado, a más de mil millones de olmos en todo el mundo, seis millones en España. La importancia de los olmos en Castilla, no se limita exclusivamente al extraordinario papel ambiental, ecológico, paisajístico y de biodiversidad que aportan las olmedas. La mayor parte de los pueblos castellanos han utilizado centenarios olmos, ubicados en sus plazas, en sus lugares de encuentro, frente a los pórticos de sus iglesias, como espacios de reunión, como ámbitos de diálogo, como juntas adecuadas a la toma de las decisiones de la comunidad. Los viejos concejos abiertos, verdaderos prototipos de democracia directa en la Alta Edad Media Castellana, se celebraban la mayor parte de las veces, a la sombra de una amplia y frondosa olma. Son los olmos, por tanto, elementos clave en la definición de la identidad colectiva y del patrimonio cultural, social y etnográfico de Castilla. En el Centro de Interpretación de la Naturaleza que la Diputación Provincial de Valladolid tiene en el Monasterio de Matallana, en la localidad de Villalba de los Alcores, podrá verse, hasta el próximo 31 de enero, una exposición fotográfica que merece una visita para entender lo sucedido. Se trata de un proyecto didáctico fruto de dos años de trabajo documental llevado a cabo por Susana Domínguez Lerena, ingeniera técnica forestal y fotógrafa; y Ezequiel Martínez Rodríguez, naturalista y fotógrafo también, que explica el estado en que se encuentran los últimos olmos de la península y los esfuerzos científicos que están llevando a cabo para evitar su desaparición. Su lema, ‘Los últimos olmos ibéricos. Una puerta a la esperanza’, refleja esa idea de que aun no está todo perdido. Como explica Susana Domínguez, desde hace años se han puesto en marcha líneas de investigación «que permiten albergar algunas esperanzas de recuperación de esta especie», aunque no será a corto plazo. La exposición, organizada por la Dirección General de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente y la Obra Social de Caja Madrid, está estructurada en cuatro grandes bloques. Tres especies El primero es una presentación del olmo, sus características botánicas y explicaciones sobre el hábitat y distribución de las cuarenta especies que existen en todo el mundo. En España hay tres especies diferentes. Dos son autóctonas, y las que más han sufrido precisamente la grafiosis: el olmo común (ulmus minor) y el olmo de montaña (ulmus glabra). La tercera es el olmo siberiano (ulmus pumila), una especie asiática introducida en el siglo XVI por Felipe II, y más resistente a la enfermedad. Prácticamente todos los olmos que hay actualmente en parques y jardines de las ciudades son siberianos. También hay ejemplares híbridos. El segundo bloque es un recorrido por el olmo en la historia y la especial relación que han tenido distintas culturas con este árbol, muy apreciado por las propiedades curativas de sus hojas y por la calidad de su madera, dura pero fácil de trabajar y que ya era utilizada por las civilizaciones más primitivas para fabricar instrumentos de labranza. Y también por su sombra acogedora en plazas y caminos. Lucha contra la plaga El tercer apartado está dedicado a la grafiosis y el último recoge los esfuerzos llevados a cabo hasta ahora para luchar contra esta plaga, que apareció en Europa a finales de la primera Guerra Mundial y cuyo origen sigue siendo todavía un enigma. «Probablemente, si se tratara de otra especie su desaparición hubiera pasado más desapercibida, pero el olmo ha tenido desde siempre una especial vinculación con el hombre, y por eso su pérdida se ha sentido tanto», señala Salustiano Iglesias, responsable del Centro de Mejora Genética Forestal de Puerta de Hierro, del Ministerio de Medio Ambiente, y donde se está llevando a cabo la mayor parte del ambicioso programa de conservación genética del olmo ibérico. «Decir que el olmo está condenado a desaparecer puede ser un análisis muy pesimista, pero nadie puede afirmar lo que ocurrirá en el futuro. Lo cierto es que se trata sin duda de la mayor enfermedad forestal de la que se tiene conocimiento histórico, y que ha provocado que las olmedas -es decir, el olmo como especie arbórea- hayan desaparecido de Europa y de otros continentes, y que lo único que quede actualmente sean árboles aislados y rebrotes. Pero desde el punto de vista científico, afirmar que la especie va a desaparecer es una conjetura. Yo pienso que no». Un caso excepcional en toda Europa es la olmeda de Rivas Vaciamadrid (Madrid), porque la grafiosis está presente y no ha conseguido acabar con ella. «Desde el punto de vista científico es un caso muy interesante. Estamos estudiando esta olmeda y quizás nos pueda dar las claves para entender lo que está pasando». Conservar y mejorar En España los científicos están haciendo denodados esfuerzos desde hace dieciocho años para evitarlo. Por una lado, conservando todo el material genético posible, y por otro, tratando de conseguir individuos resistentes a la enfermedad. «En estas dos líneas se ha avanzado de forma sustancial, y también otros países europeos». No es fácil y requiere mucho tiempo. Sólo para comprobar si un árbol es resistente es necesario que alcance un desarrollo suficiente y que pasen cuatro o cinco años, y ser sometido a tres inoculaciones sucesivas. Después hay que repetir el proceso para comprobar si sus descendientes también resisten. Todavía no es posible pensar en replantaciones masivas a corto plazo. Además, subraya Iglesias, hay un problema añadido: el olmo es un árbol que se reproduce muy mal por semillas (entre el 80% y el 90% de sus semillas no son fértiles) y ha apostado por la reproducción vegetativa, es decir, por brotes de raíz. «Queremos conseguir -añade- individuos que, además de ser resistentes, sean capaces de reproducirse sexualmente (mediante polinización y semillas) porque esta forma de reproducción es la que da variedad genética a la especie y permitirá que puedan hacer frente a cualquier ataque de grafiosis en el futuro». Más información sobre horarios y visitas concertadas Diputación Provincial de Valladolid 983 42 71 00. Ext. 286
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