Durante las últimas semanas han tenido lugar dos acontecimientos, en principio de carácter interno, pero que están llamados a ser de mayor trascendencia política y social de lo que inicialmente podría parecer. El sábado 7 de octubre se celebró en Burgos el Congreso Provincial en esta provincia de la formación castellanista, y quince días después, el sábado 21 de octubre, Guadalajara acogió el Congreso Nacional del Partido Castellano (PCAS). Con estos actos, los comuneros de la política castellana, no solo pretendían cumplir con su rutina democrática de abrir un foro para tomar las decisiones organizativas de su formación, sino que aspiraban a reflexionar sobre el mundo político, social y económico en que nos encontramos y desde un lúcido análisis de la sociedad, actualizar sus propuestas de transformación política, y afirmar un inequívoco compromiso de lucha por generar alternativas realistas, viables, no solo necesarias, sino seguramente imprescindibles.
Los castellanistas no nos vamos a casa… si nos fuéramos, Castilla dejaría de existir… sería solo un concepto histórico o turístico; sin embargo para los castellanistas, Castilla es una realidad social, cargada de pasado, es verdad, pero sobre todo proyectada hacia el futuro. Sin castellanistas, sin castellanismo político, Castilla se habría disuelto en las nieblas de un pasado glorioso… pero pasado al fin y al cabo… y nuestro lugar está hoy junto a nuestro pueblo, agobiado por múltiples problemas que no encuentran solución, nuestro lugar está construyendo un futuro, ilusionante y alternativo.
Y los castellanistas, no nos vamos a casa por ser especialmente tercos o testarudos –que también-… sino porque formamos parte de una comunidad, pequeña pero vital, la comunidad comunera vertebrada políticamente en torno al Partido Castellano (PCAS) con sus quince alcaldes, sus más de ochenta concejales, sus veinte alcaldes pedáneos, sus más de cuarenta vocales en Juntas Vecinales, sus cientos de militantes… que día a día construyen una realidad cotidiana diferente en sus ámbitos de trabajo; una comunidad arropada también por un castellanismo cultural, por una identidad, por un relato, que nos hace ser legítimos y orgullosos herederos del grito de libertad, democracia y justicia social que levantaron los Comuneros hace quinientos años por las mesetas y montañas de Castilla.
La despoblación que padecen la mayor parte de nuestras comarcas rurales, el éxodo de nuestros jóvenes, la degradación y contaminación de nuestros ecosistemas, la corrupción de nuestra vida política, el saqueo de nuestras instituciones, la precarización y empobrecimiento de nuestras gentes, el secuestro de los valores democráticos y participativos, la marginación y el olvido de los problemas de Castilla… se constituyen en razones de peso por las cuales, las mujeres y los hombres castellanistas luchamos y seguiremos luchando, con nuestros proyectos y nuestros sueños de un Mundo Rural vivo, de una democracia participativa y transparente, de una economía al servicio de los sectores más populares, de un desarrollo compatible con nuestros paisajes y nuestra naturaleza, de una Castilla unida, formando parte de una España federal en condiciones de igualdad con el resto de los pueblos de España, en el seno de una Europa progresista que sea inspiración para todas las naciones de la tierra.
Y en este escenario, desde el Partido Castellano (PCAS) detectamos una oportunidad, porque nuestro mensaje es limpio y honesto, frente a las corruptelas practicadas durante décadas por el bipartidismo del PP y el PSOE y frente a las falsedades de quienes hablaron de la nueva política, como Podemos o Ciudadanos, y que han caído –y qué rápidamente- en sus peores vicios. Y ahí estaremos los castellanistas, porque así lo hemos decidido en nuestras asambleas, tanto en Burgos, como en toda Castilla… eligiendo a los mejores de entre los nuestros para pilotar esta nueva andadura… gente como Domingo Hernández y Óscar Palma en Burgos o gentes como Manolo Soriano y Javier Benedit en el todo castellano.
Recuerdo los versos de Tino Barriuso: “Ahora estamos aquí, desnudos y sin memoria, igual que el primer día… ¡castellanos!… es preciso perder lo que nos queda, y volver, volver… regresar desde la amarga tierra del olvido, ser las uvas y el trigo de mañana, el suelo altivo de la patria libre”.
Sí, las gentes de Tierra Comunera (TC), del Partido Castellano (PCAS) estamos nuevamente aquí, dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos, como auténticos castellanistas, como verdaderos comuneros… Nuevamente a escena… aunque realmente… nunca nos fuimos.